A veces trabajo con personas que están teniendo problemas a la hora de dormir. Lo han intentado todo: hierbas, químicos, pociones, ungüentos, pastillas, afirmaciones, contar ovejas,…
Yo solía ser el rey del insomnio. Durante la mayor parte de mi vida no pude dormir, estaba plagado de pensamientos, acostado en la cama por horas, preocupado, planeando, temiendo, intentando…
Hasta que hace unos siete u ocho años algo cambió radicalmente. Me di cuenta que toda mi vida había estado equivocado en ese aspecto. La razón por la que no dormía era porque ¡"yo" intentaba hacerlo! Me había olvidado de aquello que yo era - el descanso profundo de la conciencia misma, desapegado y no identificado, una paz profunda en cada momento. Me había estado aferrando a una imagen falsa acerca de mí mismo como “aquel que duerme o que no duerme” (en otras palabras, “aquel que tenía el control”) cuando de hecho, lo que realmente soy, como conciencia siempre presente, nunca duerme o no suele dormir. Lo que yo soy simplemente “es”. Es el profundo descanso en sí mismo.
Sé que suena raro. Pero en realidad “tú” jamás “has llevado a cabo” el acto de dormir. Intentar quedarte dormido es como querer que tu corazón lata al revés, o tratar de enamorarte, o tratar de no “ser”. El sueño se da en la ausencia de todo intento (¡incluyendo intentar no intentar!), y entonces se da una entrega natural al profundo descanso de ti mismo. Es una especie de confianza cósmica, un reconocimiento de ti mismo como ese vasto espacio vacío en donde los pensamientos, las sensaciones y los sentimientos tienen el pleno permiso para surgir y disolverse; jamás necesita de eso que los humanos llaman “dormir”.
Si, dormir es el fin de todo “control” imaginario. Es rendirse verdaderamente, sin identificarse como “aquel que se rinde o no”.
Aquí reina una inteligencia inconmensurable. El cuerpo sabe cómo respirar, sabe cómo morir y sabe cómo dormir. Realmente no te necesita a “ti” para nada, con tu estrés y preocupaciones y tus constantes esfuerzos; con todos tus inteligentes conocimientos y tu lucha para poder dormir, por muy difícil que resulte escucharlo.
Cada noche, durante ese sueño profundo sin sueños “tú” no estás ahí. ¡Este reconocimiento es sin duda un duro golpe para el fantasma del “ego”!
Recuerdo que cuando era más joven me tendía en la cama por horas en la noche tratando de dormir, aterrado ante la posibilidad de no lograrlo, incluso jugueteaba con imágenes de mí mismo enfermándome o llegando hasta la muerte debido a la falta de sueño. Y debido a ese mismo miedo, redoblaba todos mis esfuerzos por dormir, fortaleciendo ese círculo vicioso, ¡manteniéndome despierto!
Sentía que había algo realmente malo conmigo. No, no lo había. Simplemente había olvidado aquello que yo era.
Qué alivio sentí en esos días al saber que no debía esforzarme en tratar de dormir.El sueño se da de manera natural. Qué alegría, sumergirse profundamente cada tarde en ese descanso natural, morir cada noche en el tibio abrazo de mí mismo, volver a ser un bebé y permitir que la vasta inteligencia de la vida se encargue de su propio misterioso y fácil trabajo, ¡todo en “mi” ausencia! Durante los últimos siete u ocho años, en su gran mayoría, he dormido como un bebé, sin ningún esfuerzo de “mi” parte, nunca a través de mis “intentos para dormir”, sino a través de esa gracia e inteligencia natural de la vida misma… a pesar de que realmente nunca me “duermo”. Hermosa paradoja… para “nadie” en absoluto…
¡Buenas noches!
- Jeff Foster
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