domingo, 31 de enero de 2016

Aforismos del sabio chino Huanchu Daoren




El nombre del pensador que nos ocupa significa literalmente “adepto taoísta que retorna al origen”. Es un pseudónimo que el erudito Hong Yingming adoptó cuando a edad avanzada inició una sencilla y retirada vida en el campo (a finales del s.XVI/principios del s.XVII). Redactó entonces un conjunto de meditaciones que, aludiendo metafóricamente a su purificadora experiencia vital, tituló “Discurso sobre las raíces de los vegetales”; el cultivo de los vegetales requierepaciencia, austeridad y calma, que son también virtudes esenciales para el desarrollo de la sabiduría en el ser humano.
Los numerosos aforismos que aquí les presentamos han sido seleccionados de esa obra, cuyo contenido posee elementos del taoísmo así como del confucianismo y el budismo chan (zen). Hablamos de un pensamiento fundamentalmente práctico, cercano al presente cotidiano, que se hace cargo de un mundo en constante cambio. De ahí el frecuente uso de “contrarios relativos”: una cosa se define por su opuesto, no se puede dar sin él; ambos son partes de un mismo proceso universal. Por ello, nuestra actitud al leer a Huanchu Daoren no debe ser la de una curioso conocedor (sujeto) que se coloca frente a algo que va a conocer (objeto); no hay oposición real, sino encuentro entre iguales que no podrían ser sin el otro en este momento presente. En consecuencia, sus palabras no son una fuente de información, sino de transformación (constante). Nos muestran una vida tranquila y en armonía con la naturaleza, llena de desapego hacia los deseos y radical libertad. Nada más y nada menos. Pasen y -con sencillez y calma- lean:
Cuando estás apegado al mundo sólo ligeramente, ligero es también el efecto del mundo sobre ti. Cuando estás intensamente envuelto en ocupaciones diversas, sus enredos también se intensifican. Así pues, para las personas iluminadas, la simplicidad es superior al refinamiento, y la libertad preferible al cumplimiento de las formas.

Una oruga en la basura es algo sucio, pero se transforma en una cigarra que sorbe rocío en la brisa otoñal. Las plantas enterradas no tienen prestancia, pero se transforman en brillo resplandeciente a la luz de la luna estival. Así, sabemos que la pureza surge de la impureza, y que la luz nace de la oscuridad.

A quienes se aproximen a ti con riquezas, respóndeles con compasión. A quienes se acerquen a ti con su rango, respóndeles con justicia. Las personas iluminadas no son prisioneras de los que mandan. Cuando alguien está decidido, puede superar el destino; cuando la mente está unificada, moviliza la energía. Las personas iluminadas no permiten que ni siquiera la naturaleza las encasille en un molde.

Existe una gran compasión en todo el mundo; un Buda y un carnicero no poseen mentes diferentes. Existe un gozo real en todas partes, tanto en una lujosa mansión como en una humilde choza. Es sólo cuando uno se ve invadido por los deseos y bloqueado por los sentimientos, cuando se pierde lo que realmente está presente; y esto crea toda la diferencia en el mundo.

No pienses en cualquier servicio que hayas podido hacer a los demás; piensa en lo que has podido hacer para ofenderles. No olvides lo que otros han hecho por ti; olvida aquello en lo que otros te han ofendido.

Cuando los que hacen obras de caridad las hacen sin sentimiento de autosatisfacción y sin pensamientos de recompensa, incluso una pequeña donación es grande. Cuando los que ayudan a los demás calculan su propio sacrificio y piden gratitud y recompensa, incluso una gran donación es pequeña.

Quienes leen libros pero no ven la sabiduría de los sabios son esclavos de la letra. Quienes trabajan en oficinas públicas y no aman a la gente son ladrones que roban el salario. Quienes enseñan pero no practican lo que enseñan son meros charlatanes. Quienes intentan hacer un trabajo con éxito sin considerar el desarrollo del carácter lo encontrarán sin sustancia.

Si temes que la gente sepa que has hecho algo malo, hay algo bueno en lo malo. Si estás ansioso porque la gente sepa que has hecho algo bueno, entonces hay algo malo en lo bueno.

Amplio es el camino de la verdad; establece tu mente en él y sentirás una apertura expansiva y una vasta claridad. Estrecho es el camino de los deseos humanos; si pones tus pies en él, verás zarzas y lodo ante ti.

Ha de vaciarse la mente, pues sólo en una mente vacía entra la verdad. Ha de llenarse la mente, pues cuando está llena no entra en ella el deseo de cosas.

Los ojos y los oídos, al ver y al oír, son saqueadores externos; las emociones, lo deseos y las opiniones son saqueadores internos. Mas si está despierta y alerta la mente interna, y se mantiene a distancia en medio de todos ellos, estos saqueadores cambian entonces y se convierten en miembros del hogar.

El verdadero vacío no esta vacío; aferrarse a las apariencias no es la realidad, ni tampoco el negarlas. ¿Cómo comunicó esto el Buda?: “Permanece en el mundo, pero más allá del mundo”. Es doloroso perseguir los deseos, pero también lo es detenerlos totalmente. Depende de nosotros cultivarnos con destreza.

Cuando el viento llega al bambú esparcido, éste no conserva su sonido cuando el viento ha pasado. Cuando los patos salvajes atraviesan un pequeño lago frío, éste no retiene su reflejo cuando ya se han ido. Del mismo modo, las mentes de las personas iluminadas se hacen y se manifiestan cuando ocurren los acontecimientos y quedan de nuevo vacías cuando éstos han terminado.

Contar con el éxito todavía no alcanzado no es tan provechoso como preservar el trabajo ya realizado. Lamentar errores pasados no es tan útil como prevenir futuras equivocaciones.

La tranquilidad en medio de la quietud no es verdadera tranquilidad; cuando puedes estar tranquilo en medio de la acción, éste es el verdadero estado de la naturaleza. La felicidad en la comodidad no es verdadera felicidad; cuando puedes ser feliz en medio de la adversidad, entonces ves el verdadero potencial de la mente.

Cuando el destino me desaira en términos de prosperidad, respondo enriqueciendo mi virtud. Cuando el destino me maltrata físicamente, me recompongo liberando mi mente. Cuando el destino me obstaculiza a través de las circunstancias, las atravieso elevando mi manera de vivir. ¿Qué puede hacerme así el destino?

Cuando estás en medio de la adversidad, todo lo que te rodea es una especie de medicina que te ayuda a afinar tu conducta, aunque no te des cuenta de ello. En las situaciones agradables, te enfrentas a armas que te despedazarán, aunque no seas consciente de ello.

En relación a las manifestaciones efímeras, incluso el cuerpo es transitorio, por no hablar de la fama , la riqueza y la posición social. En relación con la realidad, todos los seres son un solo ser, por no hablar de los miembros de la familia. Si las personas son capaces de ver a través de lo efímero y reconocer lo real, pueden entonces hacerse cargo de grandes responsabilidades, y al mismo tiempo estar libres de las ataduras del mundo.

Tal vez el universo pueda existir indefinidamente, pero este cuerpo no obtiene una segunda oportunidad; la vida humana sólo dura cien años en el mejor de los casos y los días presentes se deslizan fácilmente. Quienes viven felices conocen la alegría de poseer la vida y recuerdan la pena de desperdiciarla.

Donde hay belleza, inevitablemente hay fealdad como contraste. Si no estás orgulloso de tu propia belleza, ¿cómo puedes considerarte feo? Donde hay pureza, se da la corrupción como su opuesto. Si no anhelas la pureza ¿quién puede corromperte?

Cuando el agua no está turbia, está tranquila de manera natural. Cuando un espejo no está empañado, es claro por sí mismo. Así, la mente no tiene por qué limpiarse: libérate de lo que la ensucia y su claridad aparecerá de manera espontánea. El gozo no necesita ser buscado: libérate de lo que te duele y aquél aparecerá de manera natural.

Quienes confían en los demás descubrirán que no todo el mundo es necesariamente sincero, pero ellos mismos ya son sinceros. Quienes desconfían de los demás descubrirán que no todo el mundo necesariamente los engaña, pero ya se han convertido ellos mismos en mentirosos.

La sustancia de la mente es la sustancia del cielo. Un pensamiento feliz es una estrella de buen augurio o una nube de felicidad. Un pensamiento de cólera es una tormenta de truenos o un violento aguacero. Un pensamiento amable es una brisa gentil o un dulce rocío. Un pensamiento severo es un fiero sol o una helada de otoño. ¿Cuáles de estas cosas pueden eliminarse? Déjalos pasar a medida que surgen, abierto y sin resistirte, y tu mente se fundirá con el vasto cielo.

Cuando la gente ocupa posiciones de poder y puestos importantes, su comportamiento ha de ser estricto y claro, mientras que su estado de mente debe ser amable y sereno. No dejes que un poco de desidia te acerque a grupos de personas que se miran el ombligo; y no permitas que un exceso de intensidad te precipite en el veneno de los malvados.

Vanagloriarse del propio trabajo o exhibir los propios logros literarios es basar la persona que uno es en cosas externas. Quienes lo hace no saben que la sustancia de la mente es brillante tal como es y, mientras no se pierda, uno puede carecer totalmente de capacitaciones y formación y, sin embargo, ser una persona extraordinariamente exquisita.

Cuando te hallas en posiciones de prosperidad y de alta posición social, has de conocer las miserias de los pobres y de los de abajo. Cuando eres joven y fuerte, has de recordar los dolores de los viejos y débiles.

La enfermedad de caer en los deseos puede ser tratada, pero la enfermedad de aferrarse a principios abstractos es difícil de curar. Los obstáculos que presentan los acontecimientos y las cosas pueden eliminarse, pero los que presentan los principios sociales son difíciles de eliminar.

Las personas sabias no tienen pensamientos o preocupaciones, mientras que las personas ignorantes no poseen conocimientos; ambas clases de personas pueden ser compañeras de estudios o negocios. Son sólo los intelectuales mediocres quienes piensan demasiado y poseen demasiada información, de manera que tienen mucho en lo que pensar y muchas dudas; como consecuencia, es difícil hacer absolutamente nada con ellos.

La longitud y la brevedad del tiempo dependen de un solo pensamiento; la amplitud o estrechez del espacio depende del corazón. Así, para quien posee una mente libre, un día es más largo que mil años; para quien posee una mente amplia, una pequeña habitación es más vasta que todo el cielo y la tierra.

Los sentimientos humanos y las condiciones sociales son muy veleidosos y no deben ser tomados demasiado en serio. Un filósofo dijo: “Lo que llamaste ‘yo’ antes es ahora otra persona. Me pregunto qué ‘yo’ actual pertenecerá al futuro”. Si las personas se hacen esta reflexión de vez en cuando, pueden desatascar sus corazones.

Cuando un pez se precipita en el agua, no piensa en ella; cuando los pájaros vuelan sobre la brisa, no toman en cuenta que existe una brisa. Toma conciencia de esto y podrás trascender el peso de las cosas y disfrutar su potencial natural.

Todo lo que le ocurra espontáneamente a tu mente está bien. Sólo cuando las cosas surgen de manera natural, puedes ver su potencial real. Si le añades cualquier ajuste o arreglo, desaparece la armonía. Uno de los poetas inmortales decía: “La mente está a gusto siempre que esté libre de preocupaciones; la brisa es clara cuando sopla de acuerdo con la naturaleza”.

Quienes saben cambiar las cosas por sí mismos, no se regocijan con la ganancia ni se lamentan de la pérdida; el mundo entero es el espacio por donde pasean. Quienes son utilizados por las cosas odian que los acontecimientos vayan en su contra y adoran que vayan a su favor; la cosa más insignificante puede crear ataduras.

Quienes aman la tranquilidad y no aprecian el estruendo tienden a evitar a la gente para buscar la calma. No saben que es egoísmo desear que no haya nadie alrededor; y cuando la mente está apegada a la calma, esto mismo constituye la raíz de la agitación. ¿Cómo pueden alcanzar el estado en el que se ve a los demás y a uno mismo como uno solo, y en el que la agitación y calma se olvidan?

Cuando la gente del mundo se enreda y se ata al prestigio y al poder, está lista para llamar al mundo material un mar de desdicha. No se dan cuenta de la blancura de las nieves o del verdor de las montañas, del curso del río o de la situación de las rocas, y de las respuesta de los valles a las canciones de los leñadores. El mundo no es material, el mar de la vida no es desdicha: simplemente hacen sus mentes materialistas y desdichadas.

La vida humana es como una marioneta. Mantén simplemente los hilos en la mano, para que ni un solo hilo se enrede y puedas dar vueltas y vueltas con libertad, y la acción y la respuesta dependan de ti y no estén sujetas al más mínimo control de cualquier otro. Entonces trasciendes este escenario de la realidad.
(Fuente: “Retorno a los orígenes. Reflexiones sobre el Tao”, de Huanchu Daoren; editorial Edaf)

EL PECADO Francisco de Sales..





No ha pasado mucho tiempo desde que los sacerdotes de la Iglesia Romana subían a los púlpitos y, desde allí,encendidos, proclamaban amenazadoras arengas contra todos los que acudíamos a misa, porque todos, sin excepción, éramos grandes pecadores.

Recuerdo el miedo que se me instalaba en el cuerpo, el miedo a morir en cualquier momento e ir al infierno, porque casi todo era pecado, y siempre estaba uno en pecado venial, cuyo castigo era sólo el purgatorio, o pecado mortal,cuyo destino inexorable eran las ardientes e inextinguibles llamas del infierno.

El cielo, el infierno y el purgatorio, desde el verano de 1999 ya no son lugares físicos, arriba y debajo de la Tierra, sino estados de ánimo: la presencia de Dios es el cielo y su ausencia, el infierno. Pero entonces era sus armas de amenaza, y las personas de entonces, presas fáciles y asustadas...

Ahora, en cambio, moralmente parece que el pecado no existe, y ya nos han notificado que el férvido infierno no existe, con lo que desaparece ese temor incrustado que nos soliviantaba, ese “temor de Dios” que nos inculcaron.

Pecado, arrepentimiento y redención han desaparecido de nuestras vidas.Ahora vemos con naturalidad y aceptación las mentiras; los adulterios ya no se merecen el título de pecado; las prevaricaciones no están mal vistas, y se aplaude y casi se envidia a quien hace un grandioso desfalco-
.

La moralidad está en claro declive, la auto-conciencia no es tan exigente, tener valores éticos y regirse por ellos está pasado de moda, y nadie cree merecer un castigo, ni siquiera una reprobación, si obra mal. Porque uno piensa que no es responsable si obra mal…La Religión Católica habla de un
pecado original

que todos arrastramos de nacimiento, por aquello de Adán y Eva, que cada vez se sostiene menos como historia; ahora nadie quiere “pagar”, y me parece bien, por algo que no hizo.En el Islam se rechaza explícitamente que otro pague por los errores de los demás: "Nadie cargará con la culpa ajena" (Sura 17, versículo 15).

La sociedad moderna está en contra del pecado: eso pertenece a la antigüedad, al tiempo de oscurantismo,cuando la Iglesia se aprovechaba de su auto-adjudicado monopolio de Dios y de la Religión; cuando se aprovechaba de la ignorancia de la gente, que no se atrevía a poner en duda lo que ella dijera, y que acataba cualquier cosa con tal de evitar el infierno.

Ahora no se teme el Día del Juicio Final, denominación religiosa de lo que se supone sucederá el día del fin del mundo, en que será juzgada toda la humanidad según sus obras.

No se cree en ese día, en ese Juicio, y, además, cada vez creemos más, por convencimiento o por conveniencia,en el Dios Amoroso, buen padre y justo, que sabrá perdonar con maestría y generosidad cualquier falta (fíjate que no escribo pecado) que uno haya cometido

¿Qué padre no perdona a su hijo?Y ante la pregunta nos quedamos tan tranquilos.“No me interesa la religión”, oigo cada vez más a menudo.“¿Crees en Lo Superior?” Pregunto entonces, y cada vez más gente responde “sí”
,
y añaden inmediatamente: “pero no en la Iglesia”.La gente tiene la sensación, la seguridad en muchos casos,de que la Iglesia ha pecado y peca más que nadie, con la agravante de que ellos debieran ser un ejemplo para los demás; que pecan los sacerdotes que cometen adulterio o pederastia; que pecan al no repartir sus desproporcionadas riquezas con los necesitados; que pecan por ostentación y poder; que derrochan lo que podían dar; que pecan por omisión cuando no se ponen del lado de los necesitados, delos oprimidos, de los torturados, de los que necesitan ser defendidos…

Yo imagino que todos los sacerdotes hacen, o debieran hacer, votos de obediencia, castidad, y pobreza.

Quiero creer que muchos cumplirán los tres; otros, tal vez cumplirán sólo el de obediencia; muchos, no cumplen el de castidad, y muchos, a los que vemos ostentosamente vestidos, no cumplen el de pobreza

.La gente no confía en quien está diciendo: “tú haz lo que yo diga y no lo que yo haga”.Si sienten que algunos miembros de la Iglesia pecan, ¿porqué no van a pecar ellos?



El pecado no existe. Hay imperfecciones, leves ofensas ano tener en cuenta, tropiezos, despistes, descuidos,omisiones, faltas de atención y de intención… somos los eternos niños o aprendices a los que no es necesario tener en cuenta sus errores.

Más del setenta por ciento de italianos no van a confesarse, según un estudio reciente. Y en otros países es parecido.Ya no nos vemos como pecadores, y, por supuesto, no vivimos como tales, con la intranquilidad continua de ser delincuentes en búsqueda y captura.

No dejamos que la conciencia nos martirice con normas y preceptos que bajo ningún concepto se pueden soslayar evitando su cumplimiento. No queremos tener que dar explicaciones a nadie de nuestros actos, de nuestra moralidad.


¿Tiene sentido en la sociedad moderna vivir según unos criterios establecidos hace dos mil años, que parecen ser,en gran medida, ajenos a la realidad actual?

¿Tienen validez los pecados en el día de hoy?¿Es necesario que haya un castigo para cada falta?¿Es justo?Han cambiado la justicia y las normas sociales, pero…

¿Ha cambiado la doctrina Católica con respecto al pecado?Ahora parece formar parte de las supersticiones, de las ataduras morales y temores del pasado. Ahora importa más la comprensión y publicación a gritos de que somos humanos ya que eso parece dar una licencia para que todo sea aceptable y aceptado.

Cada vez más gente se pasa a la creencia de que la creación del ser humano no tiene nada que ver con Adán y Eva, y sí con el evolucionismo. Si uno cree en la segunda parte,

¿Porqué tiene que aceptar las normas que corresponden sólo ala primera?Y esto no implica que uno tenga que perder la fe en Dios,que se ha de mantener intacta aunque uno esté convencido de que no creó la Tierra ni a los humanos, pero sí parece ser cierto que Lo Superior existe, y decir Dios no es más que otra forma de nombrarlo.

Eso sí, quien crea en Lo Superior, y por respeto a ello y a sus propios preceptos personales, debe crear sus mandamientos, aunque los llame Principios Éticos y Morales,o del modo que se le ocurra, y debe respetarlos por honradez y por amor a su integridad personal, y no porque la contra prestación sea un castigo llamado pecado.La honradez es innata en el ser humano, y no debiera ser necesaria la invención del pecado con su argumento de condena y castigo.

Si cada uno es su propio honrado juez, si cada uno obedece a su moralidad, y cada uno actúa de acuerdo con su conciencia y dignidad personal, no es necesario que nos sobrevuele amenazador el pecado, y menos aún que lo sigan esgrimiendo de un modo amenazante.

EL TIEMPO DE LOS ARREPENTIMIENTOS Por Francisco de Sales..







“Con dolor, sintió algo tan decepcionante como haber malgastado en la rutina de una noria los pasos que podría haber empleado en un viaje inolvidable.”
(José Luís Alvite)



En mi opinión, todos los que pasado de los cuarenta años –algunos precoces incluso antes- hemos llegado ya a ese tiempo de los arrepentimientos. En realidad, todos los días son El Tiempo de los Arrepentimientos, aunque no lo celebremos pero lo suframos conscientemente.

Cuando tenía 13 años una de mis grandes preocupaciones era evitar llegar a ser un hombre mayor, viejo, y encontrarme impedido en una silla de ruedas con todo el día y el resto de la vida por delante para pensar, obsesivamente, en el mismo monotema: el arrepentimiento por todo aquello que no hice o por las cosas que no debería haber hecho.

Eso ha marcado mi vida, sin duda, y para bien, porque me ha hecho vivir en una sana “obsesión” –que no llega a tanto, es más bien una atención bastante consciente- por querer aprovechar el tiempo y la vida, para que cuando llegue ese momento previsto pueda tener la conciencia en paz, la vida llena y satisfecha, y pueda parafrasear al poeta y decir, con una sonrisa grandiosa, de autocomplacencia, y unos ojos brillantes, “confieso que he vivido… casi conscientemente y casi plenamente”.

No siempre lo logro, la verdad, pero sí tengo la sensación de que lo estoy haciendo bien y, como mucho, espero tener solo ligeras regañinas, y, además, espero que sean cariñosas por mi serena comprensión de que lo hice lo mejor que supe o como me permitieron las circunstancias.

Lo bueno que aporta ser reflexivo acerca de que llegará El Tiempo de los Arrepentimientos es que se produce una toma de conciencia y de consciencia, un examen de la realidad y de sí mismo: Uno se da cuenta.

Porque arrepentirse no es otra cosa que eso: darse cuenta, de una forma reflexiva, de algún suceso en nuestra vida que, en realidad, hubiéramos deseado que se hubiera desarrollado de otra manera.

Lo que no es tan adecuado es el modo. Porque esa reflexión que se forma tras darse cuenta de un suceso, no es reflexiva-comprensiva, que sería lo adecuado, sino reflexiva-culpante. Y esto último es innecesario. Las cosas no sólo se aprenden con castigos, sino que también se pueden aprender con amor y buena voluntad.

En mi opinión, el proceso más correcto tras darse cuenta de eso que hicimos u omitimos, y que nos puede llevar al arrepentimiento, sería sacar el aprendizaje que nos aporte porque es evidente que no nos apetece que se vuelva a repetir. Es evidente que hemos descubierto algo en nosotros que podemos mejorar, y eso debería ser un motivo de contento y no de enojo. Si descubro algo que es posible mejorar –y descubrir es destapar lo que estaba cubierto, pero que ya estaba-, y lo mejoro, eso quiere decir que después de hacerlo seré un poco mejor de lo que soy ahora, por lo tanto ahora me puedo permitir enojarme todo lo que quiera al descubrirlo porque después me alegraré de haberme corregido y de estar un poco más cerca de ese proyecto que tengo de mí para mí, tan humano y tan bonito, que quiero hacer realidad.

El siguiente paso, pero una vez que ya se le ha extraído la enseñanza, es tratar de remediarlo. Si hay otra persona implicada o es algo material que se puede resolver, hacerlo. Hablar con quien sea, explicarse, transmitir el sentimiento actual y el propósito de evitar que se vuelva a repetir ofreciendo sinceras disculpas. Si es algo material y es posible, reponerlo.

Después, sentarse con uno mismo, tranquilamente, en plan de amigos íntimos, dejando fuera al crítico obsesivo, al inquisidor, al de las zancadillas, y al diablo que llevamos dentro, y conseguir hermanarnos con nosotros mismos. Ser reflexivos. “De acuerdo, no es lo que deseaba. Estoy mal, pero no sé si estoy mal por mí mismo, por no haber actuado del modo que considero apropiado, o estoy mal con el/lo otro por el daño que le he podido causar. O por todo al mismo tiempo. Pero no voy a empezar otra guerra conmigo mismo por este motivo. La próxima vez prestaré más atención. Ahora es el momento de revisar mis actitudes, mi forma de ser o hacer, lo que deseo, y con todo ello hacer un Plan de Vida que trataré de convertir en realidad”.

Ser conscientes en todo momento de lo que somos y de lo que hacemos u omitimos evita la necesidad de arrepentirse después.

Hoy es un buen día para revisar cosas, y ver cuáles pueden desembocar en futuros arrepentimientos. Y con esa información, y a partir de hoy, fomentar las que se deseen fomentar y evitar las que se deseen evitar. Si se desea más actividad sexual, subir a una cima de 5.000 metros, viajar, estar más con los familiares y amigos, romper o tirar algo, dejar de ser de cierto modo, etc., y si las circunstancias personales, físicas o económicas  lo permiten… adelante.

Porque es posible que hoy se puedan hacer muchas de esas cosas, y en cambio, cuando llegue ese momento en que el cuerpo o las circunstancias ya no puedan acompañar, ya no será posible empacharse de actividad sexual, las cimas de 5.000 metros estarán muy lejanas y muy altas, el único país que se pueda visitar será la propia habitación, y los amigos o familiares ya no estarán físicamente presentes. Y esto es tan duro como cierto.

Los arrepentimientos, generalmente, vienen asociados a estados alterados en los que uno siente un gravoso pesar, contra sí mismo, y es un pesar agobiante, opresivo, que cancela cualquier futuro optimista y eclipsa cualquier esperanza. Se piensa que Todo es gris oscuro o negro –no es cierto, lo que pasa es que no quieres ver los otros colores-. Que uno lo hace todo mal –piensa equivocadamente-. Que la vida es una mierda –y no es cierto-. Que no sé cuándo voy a aprender –date tiempo-. Que me siento mal –sé consciente de cómo te sientes y así antes de volver a repetirlo te lo pensarás dos veces-. Y lo peor es que creo que esto solo me pasa a mí –nos pasa a todos- . Soy tonto –no te menosprecies y no te insultes; ni siquiera tú tienes derecho a hacerlo. Respétate-. Ahora mismo no sería capaz de mirarme al espejo –pues déjalo para otro momento-. Mierda –sin comentarios, entiendo tu sentimiento-.

Por esta retahíla de reproches y despropósitos hemos pasado casi todos. Ya sabemos lo que es. Lo hemos padecido.

El Tiempo de los Arrepentimientos no lo debemos aplazar y trasladar hasta nuestra más lejana edad, porque entonces ya va a ser tarde y algunas cosas se van a quedar irremediablemente en el mundo de los arrepentimientos cuando, si las resolviéramos hoy, se podrían convertir en un pasado más satisfactorio.

No hace falta esperar un Juicio Final, ni un veredicto divino externo. La honradez y la dignidad de cada uno, la conciencia y el alma, la atención y el amor propio, están perfectamente capacitados para hacernos ver esas facetas de nuestra vida -que a veces hasta nos las escondemos a nosotros mismos- que son susceptibles de ser cambiadas o modificadas.

Y cambiarlas o modificarlas, para que sean del modo apropiado, serán las razones para que al llegar al final de nuestras vidas tengamos esa sensación pacífica de haber hecho las cosas bien o, cuanto menos, haber hecho lo humanamente posible por lograrlo.


ARREPENTIRSE

Por otra parte, la palabra arrepentirse tiene otra hermosa acepción: “Cambiar de opinión o no ser consecuente con un compromiso”. Y si uno tiene un compromiso con algo, con alguien, o consigo mismo, y no está satisfecho con él, y no hay obstáculo real para deshacerlo, lo mejor es arrepentirse.

Hay compromisos formalizados –contratos-, compromisos familiares simbióticos –algunos miembros de la familia, generalmente las hijas, son “absorbidas” de modo que no pueden desarrollar plenamente su personalidad o no pueden hacer su propia vida porque les han hecho creer que tienen que cuidar de los padres ancianos aunque con ello renuncien a su vida-, compromisos con uno mismo -que casi siempre son inconscientes, que no se sabe de dónde han surgido ni por qué; ni siquiera se conoce exactamente cuál es ese compromiso o hasta dónde y hasta cuándo llega-.

Si uno se preguntara por qué hace ciertas cosas y, sobre todo, para qué las hace, se encontraría con una cantidad grande, absorbente, y agobiante, de cosas innecesarias de las que se puede desprender tranquilamente. Cosas que alguna vez pensó que debía hacer, o que alguien se las imbuyó, y las hace. 

Arrepentirse de ello, y deshacer ese compromiso aportaría una tranquilidad siempre necesitada y siempre bien venida.


Te dejo con tus reflexiones…