miércoles, 13 de enero de 2016

EL MASTRO INTERIOR, EL EGO Y EL PLAN DE DIOS PARA LA SALVACIÓN-



EL MASTRO INTERIOR, EL EGO Y EL PLAN DE DIOS PARA LA SALVACIÓN
El Papel del Espíritu Santo en un Curso de Milagros-
Cuando ocurre algo realmente bueno damos gracias a Dios; sin embargo, cuando ocurre algo malo le pedimos que lo evite. En momentos así, ¿no tenemos acaso la esperanza de que haya un Dios para escucharnos? Helen Schucman dijo que el objetivo del Curso era ayudarnos a ser conscientes de la presencia del maestro interior. Ser progresivamente conscientes del maestro interior nos permite encontrar el camino a casa.
Existe un Ser, un guía afectuoso, sabio y cuidadoso que conoce el camino a casa. Él sabe nuestros deseos más profundos y las decisiones que necesitamos tomar a cada instante. Al permanecer preocupados u obsesionados como estamos con el mundo, con nuestro cuerpo y nuestras relaciones  es fácil caer en el ego y quedar atrapados en la confusión, la perplejidad, el desconcierto  y la depresión. La vida interior puede ser descuidada, reprimida, pasada por alto y, a veces, aunque nunca del todo, incluso olvidada.
Cada uno de nosotros cuenta con un guía, y si escuchamos con humildad, escucharemos las palabras adecuadas. (Ralph Waldo Emerson)
Escuchar al Espíritu Santo en lugar del ego es cuestión de volver a despertar a la conciencia de que existe un guía interior. No tenemos que depender únicamente de nosotros mismos.
No es posible escapar de Dios. Podemos intentarlo, pero reprimir nuestra consciencia del Espíritu Santo significa vivir en un mundo artificial de fantasía y, en el fondo, lo sabemos. No somos más capaces de evitar a Dios de lo que Él es de evitarnos a a nosotros, así que ¿por qué no decir “Hola Dios…estoy preparado y dispuesto a seguirte. No huiré ni me esconderé. No tendré miedo de tu amor”?
El propósito de éste curso es que aprendas a conocerte a ti mismo. Has enseñado lo que eres, pero no has permitido que lo que eres te enseñe a ti.(T-16.III.4:1-2)
El Espíritu Santo es un pensamiento unificado e informe, un espíritu interior, una chispa, un consejero, un consuelo, un sanador y un mediador. Lo que es eterno siempre ha sido fácil de conseguir. Las cosas solo son “nuevas” cuando nos encontramos con ellas por primera vez. Sócrates, Platón y los estoicos de la antigua Grecia hablaban del maestro interior como “el genio interior”; Confucio lo llamó el Hombre Superior y los zoroastrianos de la antigua Persia, Spenta Mainu. En el judaísmo se conoce como el Ruach (aliento) Hakodesh (santo) o Shekina, que expresa los aspectos más maternales de Dios y que se dan en el momento de la separación para ayudarnos a encontrar el camino de regreso al Hogar.
San Pablo, en la epístola a los Corintios, se refiere a este maestro como  un Espíritu interior. En el Islam, los Ángeles, extensiones de los pensamientos de Dios, son figuras protectoras que iluminan nuestro camino. Es el mismo Ángel Gabriel que le habla a María de la venida de Jesús el que le dicta el Corán a Mahoma. A lo largo del Nuevo Testamento y del Curso se usan las palabras. Consejero, Consuelo, Sanador, Guía, Maestro y Mediador para definir diferentes cualidades del Espíritu Santo.
Tal como el Padre, en su naturaleza sencilla, da a luz a su Hijo de manera natural, del mismo modo le da a luz en la parte más interna del Espíritu, y ese es el mundo interior. (Maestro Eckhart)
El Maestro Eckhart hablaba de “la pequeña chispa” que ilumina nuestro camino. En ocho ocasiones diferentes el Curso también se refiere a esta pequeña chispa que se encuentra en la mente.
A lo largo de la historia de la filosofía mística nos hemos referido al guía interior como nuestro Ser, Ser superior, Verdadero Ser, Jesús, el Cristo, el Espíritu Santo y la Voz de Dios. En nuestra mente existe una chispa, una extensión de la luz de Dios.
Vuélvete hacia la luz, pues la pequeña chispa que se encuentra en ti es parte de una Luz tan espléndida, que te puede liberar para siempre de las tinieblas. Pues tu Padre es tu Creador, y tú eres como Él. (T-11.III.5:6-7)
CONSUELO
Martin Luther King, Jr, líder del movimiento de los derechos civiles de los afroamericanos, hablaba de una ocasión en la que se había sentido aterrado, pues su vida y la de los miembros de su familia había sido amenazada. Una noche, no pudiendo dormir, se levantó y se sentó a la mesa de la cocina en plena oscuridad. Estaba pensando que quizá debería cancelar una manifestación pro derechos civiles. Allí mismo, en mitad de la oscuridad y de la noche, se puso a rezar y preguntó:”¿Qué debo Hacer?”. Es una oración muy buena que, como toda oración, pide; pero también es una manera de decir: “Ayúdame Espíritu Santo. Quiero ver esto como tú lo ves”. Entonces King se quedó sentado en silencio y, a pesar del terror, en mitad de la noche oyó una voz que decía: “No tengas miedo”. Se levantó con renovada sensación de paz y siguió adelante con la manifestación a pesar de las amenazas que pesaban sobre él.
Llevo varios años ofreciendo charlas en las que hablo sobre escuchar al guía interior y, en todas ellas pido a los asistentes que me hablen de las veces que creen haber recibido algún tipo de guía interior, no de manera intuitiva, sino cosas que creen haber oído. Escribo lo que me dicen en un cuaderno y, después de muchos años he acumulado cientos de cosas que diferentes personas dicen haber escuchado, normalmente una o dos frases.. A veces se trataba de algo que otra persona también había oído en otro momento y lugar. La tendencia es recordar con mayor claridad las cosas que suceden durante momentos dramáticos que nos cambian la vida, instantes de descalabro en los que realmente necesitamos ayuda, y estas cosas las escuchamos cuando dejamos de intentar resolver la existencia y pedimos ayuda con desesperación. Lo que oímos en éstas situaciones es reconfortante y tranquilizador, nunca es algo que pudiera molestarnos o perturbarnos. Tal como los ángeles dijeron a los pastores de la colina en el momento del nacimiento de Jesús, “No tengáis miedo”.
Estos son algunos ejemplos de lo que la gente dice haber escuchado:
“¿Acaso no he cuidado siempre de ti?”
“Estoy aquí para ayudarte”
“He estado esperándote”.
“Siempre te he amado”.
“Nunca estás solo”.
“Simplemente tienes que Ser”.
“No necesitas hacer nada”.
“Vas por buen camino”.
“Eres mi hija amada y estoy contento contigo”.
“Nunca has hecho nada malo”.
“Hay otra manera de ver éste asunto”.
“Esto no es necesario”.
“Confía en mí”.
“La curación lleva tiempo”.
“Siempre habrá suficiente”.
“Todo saldrá bien”.
“Deja que yo me ocupe de esto”.

Un hombre, al salir de un edificio de oficinas después de haber sido despedido, gritó: “¡Ayuda!”. Y oyó: “Acabas de recibirla”.
Estas son puertas que se abren, cosas que nos tranquilizan en momentos dramáticos durante los que necesitamos consuelo y apoyo. Sin embargo, no es esta la manera en que el Espíritu Santo nos habla habitualmente. A veces, si realmente necesitamos ayuda, el consuelo llega cuando más lo necesitamos. No obstante, es mejor no esperar una crisis para comunicarnos. Tampoco solemos escuchar una voz en sentido literal; el maestro, guía o sanador viene a nosotros dulcemente, en momentos de gran paz, mientras estudiamos o meditamos, en nuestros sueños, mientras llevamos a cabo las lecciones del libro de ejercicios del Curso, cuando estamos relajados, paseando o puede que antes de levantarnos, después de despertar pero antes de levantarnos de la cama.
Dios, cuyo amor está en todas partes, no puede visitarte al menos que tú estés presente.
(Angelus Silesius, místico alemán.)
Continuará...

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