Curso de Milagros 17..
Publicado por Tahíta
Obstáculos a la conciencia de la presencia de Dios: deseos fútiles, sueños, fantasías, ilusiones y resentimientos.
Vivimos completamente en nuestras cabezas y estamos tan concentrados en nuestros pensamientos, preocupaciones, análisis, interpretaciones, proyecciones y juicios que no somos capaces de ver nada que no sea nuestras proyecciones. E n consecuencia, no queda lugar para Dios.
Preferimos construir un mundo propio antes que descubrir el de Dios. Una vez fui a ver a Ken Wapnick para hacer lo que yo considero una especie de chequeo espiritual anual. Ken empezó la conversación diciendo. “¿Qué tal está tu Reino?”. La respuesta a ésta pregunta es “¿Qué Reino?”. Si creemos que tenemos algún otro Reino diferente del de Dios, es que estamos fuera de Él.
Solo la voluntad que compartimos con Dios tiene el poder de la creación en sí misma. Los deseos fútiles no se pueden compartir y solo ellos dan lugar a más antojos banales. Las fantasías tergiversan la percepción y la convierten en algo irreal. Los sueños, fantasías, deseos fútiles y resentimientos son maniobras de demora que facilitan el sueño. Son obstáculos para la conciencia de la presencia de Dios. Dios no puede visitarnos cuando estamos tan centrados en nosotros mismos, tan obsesionados con nuestros pensamientos que no queda sitio para Él.
Podemos pensar en nosotros mismos como radios que pueden recibir tanto como trasmitir. Resulta que hemos sintonizado Ego F.M., que se oye bien y con claridad, aunque tiene alguna interferencia y a menudo da malas noticias. También hay otra emisora, que podemos llamar Dios F.M. Cuando nos identificamos con nuestra propia cualidad de seres especiales, bloqueamos la emisión de la voz de Dios; ahora estamos aprendiendo a aficionarnos a Dios F.M en lugar de a Ego F.M.
Dios te llama, mas tú no lo oyes, pues estás embebido en tu propia voz. Y no puedes ver la visión de Cristo, pues solo te ves a ti mismo. (T-13.V.6:6)
Cuando bajo el volumen de Ego F.M., me doy cuenta de que se oye otra emisora que podría haber estado escuchando todo el tiempo. La Voz de Dios es hermosa, armoniosa y calmante; le habla a todo el mundo a cada momento del día. No es que Dios no esté ahí, pero no puedo estar lleno de mí mismo y ser completamente de Él al mismo tiempo. Dov Baer, uno de los fundadores del judaísmo jasídico, dijo: “Si piensas en ti mismo como algo, Dios no puede vestirse contigo”. O, como dijo Menahem Nahum, otro de los místicos judíos: “Solo el que es nada puede contener la plenitud de la Presencia”. La conciencia requiere presencia allí donde todas las cosas son llenas de gozo.
Tal vez aún no te hayas percatado de que el ego ha urdido un plan para la salvación que se opone al de Dios. Ese es el plan en el que crees. Dado que es lo opuesto al de Dios, crees también que aceptar el plan de Dios en lugar del del ego es condenarte. Esto, desde luego, parece absurdo. Sin embargo, una vez que hayamos examinado en qué consiste el plan del ego, quizás te des cuenta de que por muy absurdo que parezca, es ciertamente lo que crees.(LE-71.1:1-4)
EL PLAN DE DIOS PARA LA SALVACIÓN
El plan de ego es mantenernos a salvo en una habitación secreta y oculta, un lugar aislado dentro de una mente camuflada con cuidado en un cuerpo. El Espíritu Santo es lo único que puede guiarnos hasta el Hogar. Tengo la opción de elegir conscientemente aceptar la orientación como modo de vida y conectar con el plan de Dios para la salvación; o puedo seguir el plan del ego, el plan del mundo, el de la realidad consensuada, el hábito, la convención, las habladurías y los chismorreos. De este modo solo encontraré el mundo, solo lo externo, solo lo que yo proyecto al mundo.
Si tienes un GPS, o has montado en el coche de alguien que lo tuviera, ya sabrás cómo funciona el aparato. Una cajita negra, que descansa sobre el salpicadero del coche, en la cual introducimos el destino deseado. Digamos que queremos ir a casa. En cuestión de segundos la cajita negra se pone en contacto con tres satélites que están a cientos de kilómetros de distancia y que se desplazan a veintiséis mil kilómetros por hora.
En cuestión de segundos el dispositivo calcula tus coordenadas exactas y te envía la información precisa que necesitas para llegar a tu destino, de modo que te lleva hasta allí por el camino más rápido y directo posible, diciéndote con total precisión dónde girar, incluso a tan solo unos metros del lugar donde debemos hacer el viraje.
Cambiar de mentalidad significa poner tu mente a disposición de la verdadera Autoridad.
(T-1.V.5:6)
RECALCULANDO
Si vamos por la carretera con el GPS y decidimos parar a poner gasolina, o simplemente para comer, en cuanto nos desviamos de la ruta establecida el GPS empezará a decir. “Recalculando, recalculando”. El Espíritu Santo es nuestro GPS para venir a este mundo y nos prepara una ruta que nos lleva directamente al Hogar. Como en el caso de los niños, nuestro principal problema es la autoridad. A Dios le decimos: “Muchas gracias, Dios, pero me gustaría hacerlo yo solito” y nos dedicamos a construir nuestros mundos de fantasía, nuestros pequeños reinos.
Adán se esconde tras los arbustos; Moisés se adentra en el desierto; Jonás se embarca y se echa a la mar. Cada uno de nosotros encuentra su manera de escapar de prestar atención, de hacer cualquier cosa con la vida menos lo que Dios nos pide que hagamos. En lugar de hacerle caso, nos embebemos de nosotros mismos. Nos enredamos en nuestras propias historias y perdemos de vista el plan que Dios nos ha preparado.
El problema de la autoridad es en realidad una cuestión de autoría. Cuando tienes un problema de autoridad, es siempre porque crees ser tu propio autor y proyectas ese engaño sobre los demás. (T-3.VI.8:1-2)
Como un niño rebelde se niega a seguir la orientación ofrecida por sus sabios padres, simplemente no nos creemos que si siguiéramos la guía del Espíritu Santo conseguiríamos los resultados que deseamos. Al fin y al cabo, queremos lo que queremos, así que ¿cómo podríamos obtener los resultados deseados si seguimos una Voz que no es la del ego? Jesús dice: “Porque ancha es la puerta y amplia la calle que llevan a la perdición, y muchos entran por ellas.
¡Qué angosta es la puerta y qué estrecho el callejón que llevan a la vida! Y pocos dan con ellos”. (Mateo 7:13-14). Aunque tengamos delante un camino recto, también gozamos de libre albedrío, y el ego desea tener el control, así que vamos por ahí y pensamos: “¡Qué chico más guapo! Voy a seguirlo un rato”.
Y después decimos: “Dios mío, un divorcio” o “¡Señor, estoy en la ruina!”. Y al instante, el plan de Dios para la salvación tiene que recalcular la ruta. La lección 49 del libro de ejercicios es “La Voz de Dios me habla durante todo el día”.
La voz de Dios siempre está ahí, siempre ofrece orientación. La cuestión es si yo estoy dispuesto a escuchar o si esperaré a tener algún fracaso antes de despertar. Por otro lado, puedo demostrar la voluntad de aprender día a día lo que necesito para alinear mi mente con la orientación del Espíritu Santo.
El programa de estudios es sumamente individualizado, y todos sus aspectos están bajo el cuidado y la dirección especial del Espíritu Santo. M:29.2-6
Pasamos por diferentes terrenos del tiempo biológico y la cultura, y, aun así, existen coincidencias y similitudes, porque nuestra psicología es parecida a pesar de que el paisaje cambie. Recorremos diferentes caminos, alcanzamos cumbres distintas y nos abrimos paso por valles diferentes, pero cuanto más cerca estamos del Hogar, más nos percatamos de que, en realidad, caminamos por una única carretera.
Jesús utiliza frecuentemente en sus parábolas la analogía con la jardinería, como cuando dice que “El Reino del Cielo es como un grano de mostaza”. Las semillas son diminutos paquetes de información que contienen todo lo necesario para hacer que una bellota se convierta en un roble, un piñón o un inmenso abeto. Podemos aprovechar esta tendencia hacia la orientación automática.
Viviendo el Curso empezamos a crecer de manera natural hacia Dios.
El Plan de Dios para la salvación funciona simplemente porque, bajo Su dirección, buscamos la salvación allí donde esta se encuentra (LE-71.5:1); no es un sueño ni una fantasía, sino aquí mismo y ahora, en conjunción con el Cielo. La cuestión es: ¿He puesto el GPS en marcha? ¿He sintonizado Ego FM? Si es así, seguro que estoy perdido.
Si prestas oído a la Voz que no debes, pierdes de vista a tu alma. En realidad, no puedes perderla, pero puedes no conocerla. Por lo tanto, te parecerá que las has “perdido” hasta que elijas correctamente. (T-5.II.7:12-14)
PAZ Y COMPRENSIÓN
La investigación moderna del cerebro sugiere que cuanto más lo ejercitamos, más tiempo tardaremos en alcanzar la senilidad. Es cuchar al Espíritu Santo requiere práctica, pero como cualquier otro ejercicio, cuanto más lo haces, más fácil resulta.
Escuchando al espíritu me doy cuenta con mayor facilidad cuándo surge la tentación de caer en el ego, y también puedo decir: “No, gracias” con mayor facilidad y escoger hacer lo correcto. ¿Cómo sé si tengo la respuesta adecuada? Lo sé si ésta me hace sentir paz. La paz y la comprensión van de la mano, no se pueden separar. Ambas son causa y efecto de la otra.
Si no puedes oír la voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. Pero que sí escuchas a la voz de tu ego lo demuestran tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento. No obstante, eso es lo que quieres. Eso es por lo que luchas y lo que procuras proteger manteniéndote alerta. (T4.IV.1:1-4)
Cuando cambiamos el maestro interior, todo cambia.
(Kenneth Wapnick)
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