fotografía: "camino del monte" por Sebastián Alberoni
Es muy difícil, por no decir imposible, encontrar verdadera felicidad o paz duradera en el mundo de la mente y lo manifiesto, en el mundo de la dualidad y lo transitorio. Tal vez cierta euforia y excitación puede devenir de identificarnos con una posición mental y defenderla, o de fanatizarnos por un rato con tal o cual cosa. Pero demasiado rápido esa euforia se suele transformar en vacío, en angustia, en nada.
Podemos atravesar el velo de lo ilusorio soltando todo y yendo más alla, mediante las más diversas formas, por ejemplo mediante la meditación, la autoobservación y silencio interno, la respiración consciente, el caminar en medio de la naturaleza, el compartir y jugar con un niño, el practicar un deporte, o el estar plenamente presentes donde sea que estemos. Las formas son tan ilimitadas y diversas como cada uno de nosotros. Lo que importa es que siempre podemos volver a ese espacio de esencialidad dentro nuestro y permanecer por un tiempo allí. Solo allí encontraremos verdadera dicha y paz. Y al volver a participar del mundo humano manifiesto notaremos algo diferente, nos sentiremos mucho mejor y con una vibrante sensación de sentido de vida, ya que nuestro mundo concreto se ira imbuyendo de esa realidad esencial no manifiesta. Y así, “traemos el cielo a la Tierra”.
Este viaje de vuelta a nuestro Ser no tiene principio ni final. Lo podemos hacer todos los días, puede ser parte de nuestra vida cotidiana y nuestra vida cotidiana puede ser parte de él. De nosotros depende darnos cuenta cuándo necesitamos hacerlo.
Autor: Sebastián Alberoni -
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