La palabra paradigma podría definirse en este caso como: Contexto mental, normas, reglas y fundamentos de una forma de pensamiento. Esta forma de pensamiento y estas bases, generarán una forma de ver el mundo que a la vez generará una realidad en nosotros y en nuestras vidas. Dicho de otra forma, el paradigma define nuestra realidad. Así el soldado ve enemigos, el médico, enfermos y el camarero, comensales.
Si cambiamos nuestro paradigma, cambiará nuestra realidad.
Para muchos, entrar en el mundo bio o de las distintas bios es algo que impone un gran cambio de paradigma y afrontar eso no siempre es fácil. Voy a dar en estos artículos una breve guía de cómo afrontar un cambio de estas características con naturalidad, dando un repaso de los principales problemas con los que solemos encontrarnos.
Al entrar en un nuevo paradigma debemos, en primer lugar, comprender sus fundamentos, sus bases, sus reglas. Es evidente que no podemos aplicar las antiguas reglas al nuevo paradigma, pues eso supondría que, en realidad, no nos hemos movido de donde estábamos, solo le hemos cambiado la apariencia. Poniendo un ejemplo simple, sería como si al cambiar del paradigma “futbol” al paradigma “baloncesto” siguiésemos queriendo chutar el balón con el pié, pidiendo “fueras de juego” o “penalti” por tocar el balón con la mano dentro del área, estas, evidentemente son normas que se aplican al paradigma “futbol”, no al paradigma “baloncesto”. Creeríamos entonces que estamos en el nuevo paradigma “baloncesto” pero, en realidad, seguiríamos con las reglas del “futbol” en la cabeza, esperando que den el mismo resultado dentro de unas bases y reglas completamente nuevas.
El primer problema que nos encontramos en un proceso de cambio es el de la RESISTENCIA. Y esta se puede entender muy fácilmente con el siguiente principio:
Siempre que queramos ir hacia delante, se producirá una fuerza que nos empujará hacia atrás.
Eso es como la tercera ley de Newton o el principio de acción y reacción, que dice: “Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: quiere decir que las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto”. (Wikipedia)
Se trata de una reacción que tiene una clara función de supervivencia que podríamos resumir de la siguiente manera: Si algo funciona bien, no lo toques. Parece un plan sensato, pero el inconsciente biológico lo usa de forma desmesurada dándole el sentido de: Si he sobrevivido hasta ahora, no debo cambiar absolutamente nada. Esto entorpece mucho las cosas en una sociedad tan cambiante como la que vivimos, como podéis imaginar. Tenemos muchos ejemplos, empezando por nuestras propias vidas: De bebés estamos bien con mamá, pero el día en que nos llevan a la guardería, es un drama. Luego nos acostumbramos a la guardería, hasta el día en que nos cambian a primaria, luego a secundaria otro drama y así en cada cambio, una resistencia. Si por el inconsciente biológico fuese , nos quedaríamos junto a mamá por el resto de nuestras vidas. Cambiar y aceptar otro paradigma implica vencer la contrafuerza que nuestro avance genera. Otros ejemplos del poder de esta resistencia los podemos encontrar en las guerras, cuando se acercan las tropas enemigas, la gente mayor sienten que donde más seguros están es en la casa donde han vivido siempre y se niegan a abandonarlas y marcharse aun sabiendo que se corre el riesgo de perder la vida. También se ve este proceso en muchas películas, por ejemplo en “Dante’s Peak”, cuando un volcán amenaza con una erupción, la abuela de la familia se niega a escapar de su casa en la ladera de la misma montaña. El mismo programa de supervivencia es el que la condena. Es como si dijera: Esta es nuestra casa y aquí no nos pasará nada. Y si pasa, habremos hecho todo lo posible.
Nada hay más seguro que lo que ha sido seguro hasta ahora.
Más vale malo conocido que bueno por conocer.
…
La resistencia suele manifestarse de dos formas:
- Negación de la resistencia: Todo cambio produce resistencia. Ver la resistencia, nos permite actuar con consecuencia. No ver la resistencia, sin embargo, nos condena a seguir atados a las mismas cadenas.
Cuando pregunto a la gente si notan la resistencia al cambio, la respuesta suele ser “NO”. Entonces pienso en la analogía de la rana que es zambullida en agua hirviendo, y que salta enseguida al exterior, pero si la misma rana se sumerge en agua fría y la vamos calentando lentamente, terminará muriendo hervida. Esa es la razón por la que muchas veces nos es más fácil superar un conflicto grande o aparentemente muy visible, que uno de pequeño o aparentemente invisible.
Cuando negamos la resistencia, cosa que suele ser inconsciente, solemos creer que ya hemos comprendido el mensaje e integrado el nuevo paradigma. Pongamos un ejemplo: Imaginemos a alguien que no sabe mucho de cocina y pretende cocinar. Cuando alguien le ponga delante el cambio de paradigma que implica el mundo de la cocina, la primera reacción, la de la negación, suele ser algo así como: “No, si a mí ya me gusta como cocino, hiervo muy bien la pasta y se hacer tortillas”. En este punto, no se ve la resistencia y se suele cree que se puede cocinar cualquier plato con solo proponérselo. Lo vemos todo muy fácil, y solemos poner la excusa de: “Si no cocino lo mismo que tal o cual cocinero, es porque no quiero” o “Si me pongo, lo hago”. La pista que debemos seguir para comprobar si estamos en este punto es NO TERMINAN DE SALIRME LAS COSAS PERO SIENTO QUE LO HAGO BIEN.
- Proyectar la resistencia: En este punto, el error ya no está en nosotros sino en el portador del mensaje o en el mismo mensaje. Esta es la acción de pretender que la nueva información encaje en alguno de los compartimentos que ya tenemos en nuestra mente y que pertenecen al antiguo mensaje o paradigma.
En este caso, solemos creer que el nuevo mensaje o paradigma contiene algunos pequeños erroresque una vez corregidos lo harán bueno para nosotros. En el caso del aprendiz de cocina, sería como si, una vez se ha dado cuenta de que le falta algo, en vez de tomar lecciones y practicar, se vistiera de cocinero, comprara utensilios nuevos, y cocinara los mismos espaguetis y la misma tortilla de siempre con ellos. Es probable que tanto los espaguetis como la tortilla sepan mejor, aunque seguramente se deba a la cazuela y la sartén recién estrenadas. Eso puede llevar al sujeto a creer que ha aprendido a cocinar, pero no es así. La excusa que suele ponerse en este caso es la de: “Los cocineros profesionales cocinan mejor porque tienen tal o cual cosa que yo no tengo, si yo la tuviera, cocinaría bien”. La pista que debemos seguir para comprobar si estamos en este punto es NO TERMINAN DE SALIRME LAS OSAS PERO SIENTO QUE SON LOS OTROS LO HACEN MAL.
Esto suele ocurrir a cada momento y en cada cambio pequeño o grande que se nos presente, aunque no somos muy conscientes de ello. Sin embargo, si lo analizamos, en seguida nos damos cuenta de que la mayoría de las veces, solemos caer en una de estas trampas de la resistencia o en las dos.
Entonces, cuando reconocemos la resistencia y nos vemos caer en estas trampas, es probable que tengamos la sensación de que nos equivocamos demasiado a menudo y que no hacemos las cosas bien. Entonces estamos ante la siguiente trampa: La culpa, que a veces llega disfrazada de miedo y que como veremos, se ha estado escondiendo ya detrás de la resistencia. ¡Eso es una buenísima señal! Siempre que llegamos a identificar la sensación de culpa es que estamos tocando un punto importante de resistencia a un cambio. Es señal de que vamos en la buena dirección, pues esta es la trampa más importante y de la que hablaré pronto. No olvidemos en este punto, no juzgarnos y recordar que se trata de una trampa.
Por cierto, si al leer lo de la culpa os habéis dicho para vosotros “yo no siento culpa”, releed el punto 1: Negar la resistencia. Si habéis pensado “probablemente quien sienta culpa sea el autor de este artículo” o “Yo ya sé quien siente culpa“, releed el punto 2: Proyectar la resistencia. Es así de sutil y en ello caemos todos ante el mínimo despiste.
La gente que empieza a observar y comprender estos procesos de resistencia, al leer estas cosas suele asentir con la cabeza y sonreír. Pues los reconoce o se reconoce.
Fuente: El Despertar de la Conciencia Biológica
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