jueves, 10 de septiembre de 2015

Meta de éste mes...No preocuparme Publicado por Nair Portobello





A diario me preocupan muchas cosas. Estoy preocupada por mis hijos, porque no se hagan daño, coman bien, sean felices. Me preocupo por mi trabajo, porque salgan las tareas adelante y todo fluya y por todas las cosas que tengo que hacer en mi vida personal. Siempre tengo la sensación de que debería estar haciendo más, haciendo otra cosa. Me preocupo por mi economía, porque me salgan las cuentas a fin de mes. Me preocupo por los niños que viven en países en guerra. Me preocupo todo el tiempo.

Sé que no estoy sola en esto. Mucha gente tiene preocupaciones siempre en su cabeza. Siempre estamos preocupados por lo que podría salir mal, acerca de las cosas malas que la gente piensa acerca de nosotros, y así sucesivamente. Estamos enfocados sólo en los malos resultados.Esos malos resultados son sólo algunas de las posibilidades de muchas, y es poco probable que se hagan realidad. E incluso si lo hacen (digamos alguien piensa mal de ti), casi nunca significa nada desastroso para nuestra vida.

Por eso he decidido este mes trabajar el hábito de no preocuparme. No es la primera vez que lo trabajo: soy Reikiana, y uno de los principios del reiki es: “sólo por hoy no te preocupes”. Pero siempre se puede mejorar.

Proactividad: círculo de influencia, círculo de preocupación



Imaginad que metemos en un círculo grande todas nuestras preocupaciones: nuestra economía, la salud de tu madre, tu relación de pareja, la educación de tus hijos, la paz mundial…. Fuera de ese círculo estaría todo aquello que no nos interesa en absoluto.

Después imaginad que dentro de ese círculo otro más pequeño donde metemos aquellas cosas que me preocupan y en las cuales tengo la capacidad de influir en los resultados, como por ejemplo la educación de nuestros hijos, la relación con mis compañeros de trabajo, mis proyectos, la relación con mi pareja, etc.

Las personas proactivas centran siempre su atención en el círculo de influencia, se enfocan en las cosas en las que pueden hacer algo, su energía es positiva, se hacen responsables de sus acciones, por lo que terminan ampliando su círculo de influencia.

Las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación, su foco está en todas las cosas malas que puede pasar, en las que no tienen ningún control, su energía es negativa y suelen desatender su círculo de influencia, haciendo que este se encoja.

Estos conceptos están sacados del libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, de Stephen Covey. Covey nos anima a tomar conciencia de dónde estamos gastando nuestra energía: ¿te dedicas a preocuparte por los problemas que no puedes cambiar o estás siendo proactivo acerca de tu vida, ocupándote de aquello que puedes cambiar?

5 claves para establecer el hábito de no preocuparse


Tomar consciencia. En cualquier situación que sientas que la preocupación aparece en tu cabeza, ¡párate! Si es una mentira creada por la mente por algo que probablemente nunca ocurrirá, no hagas caso.

Tomar acción. Si lo que te preocupa es algo que va a ocurrir o está ocurriendo, piensa si está en tu círculo de influencia. Si es así, ocúpate de ello, haz lo que consideres necesario para solucionarlo. Si no está en tu círculo de influencia, olvídalo.

Nunca es tan malo como piensas que va a ser. La ansiedad o la preocupación tiene que ver con la anticipación. El ‘qué pasaría si’ es siempre mucho peor que lo que sientes cuando algo sucede en realidad. Y la mayoría de las cosas que pensamos que van a pasar, nunca pasan.

No tratar de adivinar lo que está en la mente de alguien. Tratar de leer la mente de alguien por lo general no funciona, sino todo lo contrario: puede conducir fácilmente a la creación de un escenario exagerado e incluso desastroso en tu mente. Escoge, pues, una manera que no te lleve a las preocupaciones o malentendidos. Trata de comunicarte y pedir lo que quieres preguntar.

Pasar más tiempo en el momento presente. Cuando pasas mucho tiempo volviendo a vivir el pasado en tu mente, entonces es más fácil alimentar tus preocupaciones sobre el futuro. Por otro lado, cuando pasas mucho tiempo en el futuro, entonces también es fácil dejarse arrastrar por escenarios preocupantes.Así que concéntrate en gastar más de su tiempo y atención en el momento presente.

Dos de mis formas favoritas para volver a conectar con lo que está sucediendo en este momento, con el aquí y el ahora:

Reducir la velocidad. Haz lo que está haciendo en este momento, pero hazlo más lento. Moverte, hablar, conducir o comer más lento. De esta manera podrás ser más consciente de lo que está sucediendo a tu alrededor en este momento.


Interrumpir y volver a conectar. Si sientes que estás empezando a preocuparte entonces interrumpir ese pensamiento gritándote en tu mente: ¡PARA! Luego vuelve a conectar con el momento presente, tomando sólo uno o dos minutos para concentrarte al 100% en lo que está sucediendo a tu alrededor. Toma todo con todos tus sentidos: saborearlo, verlo, olerlo, escucharlo y sentirlo en tu piel.


Todo irá bien. Incluso si las cosas malas se hacen realidad, todo irá bien.

Imagina las cosas por las que te has preocupado en los últimos años: eran pequeñas cosas en su mayoría. Y en todos los casos, al final resultó bien. La vida no se derrumbó.

Si empezamos a construir la confianza de que todo irá bien, podemos dejar de lado las preocupaciones. Podemos sentirnos bien, en lugar de ser consumidos por la preocupación y la ansiedad todo el tiempo.

Puedes caminar por la calle, relajado, con una sonrisa en tu cara.

«En mi vida he pasado a través de cosas terribles, algunas de las cuales sí sucedieron» Mark Twain.


Cuento de los mineros

Este cuento de Jorge Bucay nos habla de la ansiedad y preocupación:

Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo extrayendo minerales desde las entrañas de la tierra. De repente un derrumbe los dejó aislados del afuera sellando la salida del túnel. En silencio cada uno miró a los demás. De un vistazo calcularon su situación. Con su experiencia, se dieron cuenta rápidamente de que el problema sería el oxígeno. Si hacían todo bien les quedaban unas tres horas de aire, cuando mucho tres horas y media.

Mucha gente de afuera sabría que ellos estaban allí atrapados, pero un derrumbe como este significaría horadar otra vez la mina para llegar a buscarlos. ¿Podrían hacerlo antes de que se terminara el aire?

Los expertos mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxígeno que pudieran. Acordaron hacer el menor desgaste físico posible, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron todos en el suelo. Enmudecidos por la situación e inmóviles en la oscuridad era difícil calcular el paso del tiempo.

Incidentalmente sólo uno de ellos tenía reloj. Hacia él iban todas las preguntas: “¿Cuánto tiempo pasó? ¿Cuánto falta? ¿Y ahora?”. El tiempo se estiraba, cada par de minutos parecía una hora y la desesperación ante cada respuesta agravaba aun más la tensión.

El jefe de los mineros se dio cuenta de que si seguían así la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar. Así que ordenó al que tenía el reloj que solamente él controlara el paso del tiempo. Nadie haría más preguntas, él avisaría a todos cada media hora.

Cumpliendo la orden, el del reloj controlaba su máquina. Y cuando la primera media hora pasó, él dijo: “ha pasado media hora”. Hubo un murmullo entre ellos y una angustia que se sentía en el aire.

El hombre del reloj se dio cuenta de que a medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba. Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morirse sufriendo. Así que la próxima vez que le informó la media hora, habían pasado en realidad 45 minutos.

No había manera de notar la diferencia así que nadie siquiera desconfió.

Apoyado en el éxito del engaño la tercera información la dio casi una hora después. Dijo: “pasó otra media hora”… y los cinco creyeron que habían pasado encerrados, en total, una hora y media y todos pensaron en cuan largos se le hacía el tiempo.

Así siguió el del reloj, a cada hora completa les informaba que había pasado media hora.

… Entre tanto la cuadrilla apuraba la tarea de rescate, sabían en qué cámara estaban atrapados y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas. Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos. Encontraron vivos a cinco de ellos. Solamente uno había muerto de asfixia… ¡El que tenía el reloj!

FUENTE:http://vidaenpositivo.org/

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