Por Ana Muñoz
Escribir ha demostrado ser una terapia bastante eficaz para solucionar determinados problemas que, además, puedes utilizar sin necesidad de ayuda y en cualquier momento.
En una investigación, se pidió a un grupo de personas que escribieran durante tres días sobre sus pensamientos y sentimientos más profundos relacionados con algún tema emocional importante.
Se les pidió que se dejaran llevar y que explorasen el tema. Por ejemplo, que enlazaran el tema con sus relaciones (amigos, parejas, padres, etc.), con su pasado, su presente o su futuro; con lo que son, han sido o creen que deberían ser y, en definitiva, con cualquier cosa que surgiera en su mente.
Al comenzar a escribir se sintieron peor, pero conforme pasaba el tiempo se iban beneficiando mucho de este ejercicio de escritura.
Los investigadores pudieron comprobar que tras pasar tres días escribiendo, no sólo se sentían mejor, sino que rendían más en sus actividades diarias y el funcionamiento de su sistema inmunitario había mejorado.
¿Por qué escribir tiene este efecto?
Cuando tenemos un problema que no queremos afrontar o que no podemos asimilar, suele producirse un intento de reprimir lo sucedido porque recordarlo resulta doloroso.
Esta tendencia a inhibir o reprimir las emociones negativas constantemente produce un estrés y un desgaste que acaba afectando la salud tanto emocional como física. Escribir sobre dicho acontecimiento puede resultar doloroso al principio, pero finalmente tiene un efecto liberador, haciendo desaparecer ese estrés.
Cuando escribes sobre algún acontecimiento doloroso estás contribuyendo a dotar de sentido al suceso porque construyes una narrativa que te sirve para entenderlo y asimilarlo. Al principio, las personas comienzan narrando historias desorganizadas e incoherentes, reflejo del desorden que hay en su mente respecto a lo sucedido, pero poco a poco se va produciendo un cambio y acaban escribiendo historias organizadas y coherentes que explican lo sucedido y le dan sentido. Es entonces cuando empiezan a sentirse mejor.
De este modo, esa experiencia que no lograba asimilarse se acaba asimilando; esas emociones que una persona temía sentir y afrontar se acaban afrontando directamente, se viven a través de la escritura y a través de ella se transforman hasta que dejan de causar dolor.
Cuándo utilizar esta técnica
Cuando una persona no logra asimilar un acontecimiento, no es raro que los recuerdos o imágenes mentales surjan en su mente causando dolor, ansiedad, ira o cualquier tipo de malestar emocional. También pueden darse problemas de sueño, irritabilidad, contracturas o dolores musculares u otro tipo de síntomas. Estos síntomas te están indicando que hay algún tema que no has logrado resolver y necesitas hacer algo para asimilarlo, superarlo y poder seguir normalmente con tu vida. Escribir un rato cada día sobre el problema que te está afectando puede ser el modo de lograrlo.
Si simplemente te sientes mal pero no tienes claro el motivo, empieza escribiendo sobre lo que sientes y lo que piensas, sobre tu vida, tus relaciones, tus deseos, anhelos o sueños; sobre lo que haces cada día y lo que te gustaría ser, lo que es tu vida y lo que desearías que fuera, lo que te falta o lo que te sobra… Poco a poco, irá surgiendo un tema principal en tu narrativa que te ayudará a entender qué está pasando y lo que necesitas.
Sin embargo, cuando se trata de un trauma severo, esta técnica no funciona bien a no ser que esté supervisada por un psicólogo. En casos de trastornos de estrés postraumático, como puede suceder, por ejemplo, tras una violación, la psicoterapia para superar este problema suele ir acompañada de ejercicios en los que la víctima escribe en su casa acerca de lo sucedido como una parte fundamental del proceso terapéutico. No obstante, en estos casos, el psicólogo utilizará también otras técnicas adicionales.
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