No hay nada natural acerca de vivir una vida llena de estrés y ansiedad, tener sentimientos de desesperanza y depresión, y necesitar de pastillas para tranquilizarte a ti mismo.
Los pensamientos agitados producen presión arterial alta, un estómago nervioso, sentimientos persistentes de malestar, incapacidad para relajarse o dormir, y exhibiciones frecuentes de descontento e indignación que violan tu estado natural. Lo creas o no, tienes el poder para crear la vida natural y tranquila libre de estrés que deseas. Puedes utilizar este poder para atraer la frustración o la alegría, la ansiedad o la paz.
Primer paso. Recuerda que tu estado natural es el de la alegría, Eres producto de la alegría y del amor, sentimientos que experimentas de una forma natural. Has llegado a convencerte de que lo natural es sentirte mal, angustiado o incluso deprimido, sobre todo cuando las personas que te rodean y los acontecimientos que te sobrevienen se encuentran en modos de baja energía. Recuerda lo siguiente, cuantas veces sea necesario: «Procedo de la paz y la alegría. Debo mantenerme en armonía con aquello de lo que procedo para hacer realidad mis sueños y mis deseos. He decidido mantenerme en mi estado natural. Cuando sienta ansiedad, estrés, depresión o miedo, significará que he abandonado mi estado natural».
Segundo paso. Son tus pensamientos, no el mundo, lo que te produce estrés. Tus pensamientos activan reacciones de estrés en tu cuerpo. Los pensamientos de estrés provocan resistencia a la alegría, la felicidad y la abundancia que deseas crear en tu vida. Tales pensamientos son los siguientes: «No puedo, tengo demasiado trabajo, estoy preocupado, tengo miedo, no valgo para nada, no lo voy conseguir, no soy lo suficientemente inteligente, soy demasiado viejo (o joven)», etcétera, etcétera. Esos pensamientos son como un programa para resistirte a vivir tranquilo y sin estrés, y te impiden poner de manifiesto tus deseos.
Tercer paso. Puedes cambiar tus pensamientos de estrés en cualquier momento y eliminar la ansiedad durante los momentos siguientes o incluso durante horas y dias enteros. Al tomar conscientemente la decisión de olvidarte de las preocupaciones, iniciarás el proceso de la reducción del estrés, al tiempo que vuelves a conectarte con el campo de la intención omnicreadora. En este lugar de paz y tranquilidad llegas a colaborar con Dios en la creación. No puedes estar conectado a tu Fuente y estresado al mismo tiempo; son dos cosas que se excluyen mutuamente. Tu Fuente no crea desde una posición de ansiedad, ni necesita tomar antidepresivos. Pierdes la capacidad para manifestar tus deseos cuando no decides en el momento eliminar un pensamiento de estrés.
Cuarto paso. Controla tus pensamientos de estrés comprobando tu estado emocional en el mismo momento en que surjan. Plantéate la pregunta clave: «¿Me siento bien en este momento?». Si la respuesta es no, repite las palabras mágicas: «Quiero sentirme bien» y después, «Tengo intención de sentirme bien». Controla tus emociones y detecta la cantidad de pensamientos de estrés y ansiedad que comportan. Este proceso te mantiene informado de si sigues el camino de la mínima resistencia o vas en dirección contraria.
Quinto paso. Decide conscientemente seleccionar un pensamiento que active los sentimientos de bienestar. Te ruego que elijas tu pensamiento basándote única y exclusivamente en cómo te hace sentir, no en lo bien visto que esté o en lo mucho que se venda. Plantéate lo siguiente: «¿Me hace sentir bien este nuevo pensamiento? ¿No? Pues pasemos a otro. ¿Tampoco funciona? Pues otro». Al final surgirá alguno con el que coincidirás en que te hace sentir bien, aunque sólo sea unos momentos. A lo mejor te decides por pensar en una maravillosa puesta de sol, la expresión del rostro de una persona querida o una experiencia fascinante. Lo único que importa es que resuene en tu interior como una sensación de bienestar, física y emocionalmente. En el momento en el que experimentes un pensamiento de ansiedad o de estrés, pasa al pensamiento que habías elegido, el que te hace sentirte bien. Enchúfate a él. Piénsalo y, si puedes, siéntelo en tu cuerpo. Ese nuevo pensamiento que te hace sentir bíen será de aprecio, no de menosprecio. Será un pensamiento de amor, belleza, receptividad a la felicidad o, en otras palabras, se alineará perfectamente con las siete caras de la intención en las que llevo insistiendo desde las primeras páginas de este libro.
Sexto paso. Dedica tiempo a observar a los niños pequeños y promete emular su alegría. No has venido a este mundo para sufrir, sentir ansiedad y miedo ni para estar estresado o deprimido. Fíjate en los recién nacidos. No han hecho nada para sentirse tan felices. No trabajan; se hacen caca en los pañales, y no tienen más metas que crecer, expandirse y explorar este asombroso mundo. Quieren a todo el mundo, se lo pasan estupendamente con una botella de plástico o con las caras de bobo que les ponemos, y se encuentran en un estado permanente de amor; sin embargo, no tienen dientes, ni pelo, y son regordetes y tienen gases. ¿Cómo pueden sentirse tan alegres y contentarse con tanta facilidad? Porque aún se encuentran en armonía con la Fuente que dispuso que vinieran aquí, y no oponen resistencia a la alegría. Sé como ese niño pequeño que fuiste en tu momento en términos de alegría. No hace falta razón alguna para ser feliz. Basta el deseo de serlo.
Séptimo paso. Abandona las exigencias de tu ego, que te separa de la intención. Cuando puedes elegir entre tener la razón o ser generoso, decídete por ser generoso y olvídate de las exigencias del ego. Emanaste de la generosidad, y practicándola en lugar de empeñarte en tener razón eliminas la posibilidad de estrés en tu momento de generosidad. Cuando notes que alguien te está poniendo nervioso, di para tus adentros: «Regla número seis», y te reirás de tu insignificante ego que quiere que seas el primero, el más rápido, el número uno y que te traten mejor que a nadie.
Octavo paso. Acepta la guía de tu Fuente de la intención. Solo llegarás a conocer al Padre siendo como El es. Sólo tendrás acceso a la guía del campo de la intención siendo como es él. Desaparecerán el estrés, la ansiedad y la depresión con la ayuda de esa misma fuerza que te creó. Si es capaz de crear mundos enteros de la nada, y también a ti de la nada, no cabe duda de que no le supondrá una tarea extraordinaria eliminar un poco de estrés. Estoy convencido de que Dios desea no sólo que conozcas la alegría, sino que te transformes en ella.
Noveno paso. Practica el silencio y la meditación. Nada alivia tanto el estrés, la depresión, la ansiedad y todas las emociones de baja energía como el silencio y la meditación. En esa situación tomas contacto consciente con tu Fuente y limpias la conexión con la intención. Dedica unos momentos todos los días a la contemplación silenciosa y haz de la meditación parte del ritual para reducir el estrés.
Décimo paso. Mantente en un estado de gratitud, reverencia y respeto. Valora cuanto tienes, lo que eres y lo que observas. La gratitud es el décimo paso en todo programa de diez pasos para poner de manifiesto tus intenciones, porque constituye la forma más segura de detener ese incesante diálogo interior que te aleja de la alegría y la perfección de la Fuente. No puedes sentir estrés y agradecimiento al mismo tiempo.
Voy a concluir con un poema del célebre poeta bengalí Rabindranath Tagore, uno de mis maestros espirituales favoritos:
Me dormí y soñé que la vida es alegría.
Desperté y vi que la vida es servicio.
Actué y observé que el servicio es alegría.
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