martes, 18 de octubre de 2016

Cuando en el tránsito te das cuenta de que ha fallecido, pero no hay aceptación (Recordando lo que es: 64)




Cuando en el tránsito te das cuenta de que has fallecido, pero no lo aceptas, ¿qué sucede?:

+Lo primero que se experiencia es una situación de gran desconcierto, confusión y turbación. Sin embargo, estas sensaciones van poco a poco diluyéndose para ser sustituidas por el deseo del fallecido de relacionarse con el mundo físico al que ya no pertenece, pero en el que consciencialmente quiere seguir estando y actuando.

Es así, alentado por este deseo, como va adquiriendo una serie de “habilidades” para, desde el tránsito, incidir e intervenir en el plano material: mover objetos, esconder cosas, apagar y encender luces, provocar ruidos, interferir de maneras diversas en personas y un largo etcétera de situaciones y fenómenos que hoy se suelen englobar en el ámbito de la parapsicología.

Numerosas historias de fantasmas, aparecidos e, incluso, posesiones tienen también que ver con esto. (Nota importante: El contacto desde el más allá con los seres humanos y el mundo material también puede darse en desencarnados que no están en el tránsito, es decir, que se han percatado de su muerte física, la han aceptado en consciencia y han entrado en el “plano de luz”.

En este caso, el Amor -no la densidad consciencial, el apego, el sufrimiento…- es lo que motiva estas conexiones desde el más allá).
+¿Hasta cuándo puede el fallecido mantenerse en este estado y permanecer en este purgatorio? No hay una duración prefijada y todo depende de su evolución consciencial.

El tránsito, como fase y proceso, impulsa, por la vía de las experiencias desplegadas en el propio tránsito, a aceptar la muerte física y acceder al “plano de luz”. Pero no hay predeterminismo y puede ser que el fallecido se siga negando indefinidamente a tal aceptación y se empeñe consciencialmente en seguir interactuando con el mundo físico.


+Este empeño puede provocar, incluso, que se vuelva a encarnar en el plano material –en un nuevo cuerpo para desarrollar una nueva vida humana- desde la propia fase de tránsito y sin haber entrado en el “plano de luz”, que es desde donde las reencarnaciones se producen de manera natural y adecuada. Eso sí, el estado de consciencia con el que se arrancará en esa nueva vida será sumamente denso.

Y aunque la evolución consciencial es la regla y siempre es posible, las personas que han vuelto a encarnar desde la fase de tránsito experiencian un proceso evolutivo muy lento y tienden a desplegar en su nueva vida comportamientos llenos de desosiego interior y sufrimiento y marcadamente egóicos, pudiendo llegar a ser extremadamente adictivos y violentos (es el caso, por ejemplo, de muchos de los calificados como psicópatas).

A personas así, con ese estado de consciencia, se refirió Cristo Jesús cuando hizo mención a los muertos que entierran a sus muertos -“deja que los muertos entierren a sus muertos”, en Lucas 9,60 y Mateo 8,22-, es decir, a seres humanos vivos, pero que, realmente, por su densidad consciencial y apego a la materialidad, están muertos en el sentido consciencial del término.

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Una nueva entrega de Recordando lo que Es...

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