viernes, 28 de octubre de 2016

La infravaloración y el servicio a otros - David Topí..



Publicado por Alicia Prada..



El sentimiento de infravaloración es uno de los más potentes en el ser humano a la hora de bloquear todo tipo de manifestación en nuestras vidas de algo que puede tener un impacto tremendamente positivo en otros, y que, por no creer que pueda ser así, por no creer que podemos hacerlo, por creer que no somos lo suficiente “algo” para ello, aquello que hacemos se queda a medias, o se manifiesta en su mínima expresión, cuando no se bloquea o paraliza por completo.

Por el solo hecho de ser parte de este mundo, y de haber decidido encarnar como parte de la raza humana, hay algo que puedes hacer, compartir y entregar a los demás. Todos venimos con un propósito y más en estos momentos de cambio evolutivo. Los proyectos que tenemos, las habilidades que poseemos y el propósito y misión de cada uno, suele ser algo que, en general, desde fuera son más perceptibles y aceptados por los demás que por nosotros mismos.

Cuando cierro los ojos y me pregunto porqué alguna de las cosas que pongo en marcha se quedan a medias, o porqué no les doy el valor que otros me dicen que tienen, veo en el sótano de mi subconsciente a un mini-David al que, por alguna razón, le han dicho, se ha dicho, o se ha generado la ilusión de que eso, aquello o uno mismo, no tiene el suficiente valor físico, energético, espiritual, o del tipo que sea, para que sea importante para los demás o para mi mismo, y en consecuencia, su materialización corre a suerte de que energía es la más potente, si mi personalidad consciente empujando para tirarlo adelante, o mis programas subconscientes trabajando para frenarlo.

El servicio como propósito

Dicen, algunas enseñanzas ancestrales, que el mayor sacrificio del ser humano, al igual que la felicidad más grande, es el servicio a otros, sin dejar de auto cuidarse y preocuparse por uno mismo, ya que el bienestar personal es lo que te permite trabajar por el bien mayor y común para con los demás. A este respecto, Pitágoras decía que: “el servicio concierne con la sabiduría, la armonía y el ritmo, pues cuando esta actitud es usada en su grado más alto, trae iluminación, buenos poderes razonadores y le da a todo lo que toca limpieza y pureza moral”. Algo parecido se le atribuye a Buda al decir que “el servicio es un sacrificio del orden más alto”.

En general, la ayuda mutua, la cooperación entre seres humanos, el trabajar por el prójimo es algo que creo está presente en la mayoría de personas, y, por eso mismo, una de las formas de rebajar esta tendencia innata en la mayoría de corazones es potenciando todo aquello que nos infravalore consciente o inconscientemente. Este tipo de comportamientos salen a la luz cuando se producen catástrofes, desastres naturales o eventos por el estilo, donde todo el mundo se olvida por un ratito de si mismo y de sus problemas y sale la parte más pura y noble para intentar ayudar a los demás de alguna forma u otra.

Pero el sistema bajo el que funcionamos conoce el potencial de servicio al prójimo, y no deja de ser otro de los parámetros de trabajo de la maquinaria de programación que se nos inculca, el reducir ese potencial y esa actitud de cooperación mutua, de lo contrario, la humanidad que podríamos ser transformaría el planeta en un santiamén. Como dice una frase que leí hace poco: “No dudes nunca de que unas pocas personas comprometidas pueden cambiar el mundo, de hecho, son los únicos que lo han conseguido.” Como siempre, añado, comprometidos con cambiar su mundo interior, para que eso cambie el mundo de ahí fuera. Ya nos entendemos y sabemos de que se trata, por la cantidad de veces que hemos hablado de ello en el blog.

El programa de infravaloración

La infravaloración es un programa como cualquier otro, un sentimiento si se quiere, pero no deja de ser un componente que aparece en una o varias esferas menta

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