sábado, 25 de junio de 2016

Síntomas del Vacío Publicado por Analia





El psicoanalista italiano Massimo Recalcati, es milanés; ejerce su profesión en dicha ciudad, además de ser docente de la Universidad de Pavía. Se formó en Psicoanálisis Lacaniano en París, contando además con una sólida formación en Filosofía y Sociología. No es un lacaniano ortodoxo, sino que está abierto a otros muchos autores: Desde Freud, Ferenczi, Heléne Deutch, Mélanie Klein, Bion, y Otto Kernrberg, entre otros. Es presidente de la Escuela Lacaniana en Italia y fundador de “Jonás”( Centro de Investigación psicoanalítica de los nuevos síntomas). Colabora en revistas internacionales y en el periódico italiano “Il Manifesto”.

Entre sus libros, destacan:” Clínica del vacío”, “La última cena “, “El hombre sin Inconsciente”, “No era como antes” y “El complejo de Telémaco”.

Los “síntomas del vacío” son aquellos con los que nos enfrentamos los psicólogos que tratamos a pacientes en consulta. Se trata de un nuevo tipo de patologías caracterizadas por una defensa desesperada frente a la angustia, aunque muchas veces, los sujetos no sepan precisar de qué se angustian.

Dichos síntomas van desde ataques de pánico o ansiedad, trastornos de alimentación (anorexias, bulimias, obesidades mórbidas ), depresiones que son más bien apatías, dependencias patológicas ( a sustancias, a personas, a las pantallas de todo tipo … ), a síntomas psicosomáticos, etc.

La emergencia de estas nuevas patologías nos tiene que hacer pensar en un cambio social y por tanto de un cambio en los conflictos del individuo.

Este cambio social puede situarse desde la mitad del siglo XX, al finalizar la 2ª guerra mundial, hasta hoy en pleno siglo XXI. Un hecho histórico que inaugura una nueva época es la caída del Muro de Berlín, en 1989. Anteriormente a este acontecimiento, la sociedad occidental se basaba en un precario equilibrio, conseguido con los bloques Este- Oeste, pero la caída del muro, precipita un nuevo “status quo” y entramos de lleno en la Era de la Globalización.

A partir de aquí, aparece un nuevo orden mundial y el sistema capitalista se pervierte, volviéndose feroz y desaforado. La Democracia (el poder del pueblo) queda sustituida por la Plutocracia ( el poder del dinero). Las antiguas ideologías, los valores, la religión y la ética sufren una importante devaluación. La consigna de las nuevas generaciones es: el “Carpe diem”, o sea, vivir al día, de un modo hedonista. Y como complemento, los siguientes imperativos categóricos: “Debes consumir” y “Debes gozar”.

Lo que nos enferma es el vacío que estas consignas llevan implícitas. Es el vacío de la Ley, de la Ética, y como consecuencia aparece un vacío del Deseo: No hay ilusión, no hay motivación, ni metas, ni libido, en términos freudianos.

¿Qué quiere decir Ley?: Los límites lógicos para el desarrollo armonioso del individuo y de la vida colectiva. TODO NO SE PUEDE. Los límites son necesarios y estructurantes para una sana evolución del individuo y de la sociedad . No se puede tener todo, comer todo, experimentar todo y que no haya consecuencias. Necesitamos una Ley que nos contenga.

Freud en su ensayo “El malestar en la cultura” opone impulsos o pulsiones frente a cultura. Quiere decir que la cultura implica sacrificar parte de lo instintivo. Habla de “Sublimación”: Si somos capaces de sublimar, es decir de sacrificar parte de lo instintivo, seremos seres creativos.

El vacío y la ausencia de Ley, matan la creatividad, instaurando la Repetición. Así, los individuos se ven abocados a repetir como autómatas, compulsivamente conductas, sin que exista la mínima noción de consciencia por medio.

Al poder le conviene una sociedad compuesta por individuos pasivos, adictos, sometidos, consumistas, para manejarlos con facilidad.

Estamos en la era del Narcisismo. Todas las patologías del vacío que hemos mencionado tienen el tronco común del narcisismo. Los individuos están encerrados en sus burbujas, actuando de un modo egoísta, buscando su propio placer o beneficio inmediato, en lugar de ser empáticos o de estar abiertos a los otros.

El sociólogo Bauman habla de una sociedad líquida, caracterizada por la velocidad vertiginosa, la transitoriedad total. Líquido frente a sólido, porque actualmente todo es cambiante, convulso y amorfo, como el agua que se escapa entre los dedos.

Actualmente, se ha perdido en gran parte el sentimiento de culpa. Como no hay Ley, tampoco hay culpa. El trauma no es producido como antaño por el conflicto psíquico entre dos valores, sino que hoy, el trauma está producido por el vacío de la Ley.

Actualmente, la tendencia no es desear el encuentro con el otro, es decir, la comunicación, el amor, sino el goce total (de algo o de alguien ) y este goce se convierte en mortífero. Pensemos en las drogas, las bulimias, las adicciones, las dependencias patológicas. Es el goce que no reconoce el límite.

Los límites y la ley constituyen un trauma positivo, que dan posibilidad a la aparición del deseo. Deseo algo porque estoy en falta, no soy completo. El deseo es puntual y reconoce una falta, una ausencia; mientras que el goce es total y narcisista: No le falta de nada o le falta todo.

La única posibilidad de juntar deseo y goce se llama amor.

Recalcati promueve trabajar una clínica de la falta, frente a la clínica del vacío. En la clínica de la falta hay deseo, hay renuncia, hay culpa, hay amor El deber del terapeuta es enseñar que la libertad no es hacer todo lo que se quiere. La libertad es asumir lo que se hace. La libertad es un vínculo. Los vínculos cobran importancia en la constitución del sujeto, frente a la sociedad actual que fomenta el individualismo, la soledad y la melancolía.

Todo ello tiene como efecto la muerte del deseo y la momificación del sujeto. Por eso hablamos hoy de “Neo-melancolías “: No hay pérdidas, no hay duelo, ni tristeza, ni culpa. Solo apatía y pereza de desear.
Los terapeutas concienciados, deben ocupar “el lugar del padre “, que imprime el límite y que enseñan a juntar la Ley y el Deseo. Las psicoterapias deben humanizarse.

Recalcati dice que al tratar clínicamente a un sujeto no debemos excluir nunca el contexto social. Hay que hacer Psicología Social, porque a partir de Freud y de Lacan hay que tener en cuenta que el sujeto no es un ente aislado, sino un producto de la sociedad que le ha tocado vivir. “El sujeto no es nada sin el otro”.

Recalcati público en español “El complejo de Telémaco”. Se basa en la historia de Ulises, relatada por Homero en “La Odisea “:

Ulises, rey de Ítaca, se va a recorrer el mundo, dejando en palacio a su esposa Penélope y a su hijo adolescente Telémaco. Como el retorno de Ulises se demora tanto, Penélope se ve requerida por numerosos pretendientes que quieren convertirla en su esposa, argumentando que Ulises ha muerto y el reino necesita un nuevo rey.

Penélope guarda en su corazón la esperanza de que su esposo vuelva. Todas las noches teje un manto y a la madrugada desteje lo que ha hecho. Es una excusa frente a los pretendientes: Les dice que cuando el manto esté terminado elegirá esposo entre ellos.

Mientras, Telémaco, el hijo de Ulises sufre al ver que el palacio de su padre ha sido tomado por los perversos pretendientes que montan todas las noches comilonas y orgías arruinando los bienes y la hacienda que le pertenece por herencia, al tiempo que ve sufrir a su madre.

Al final, Ulises vuelve, se une a su hijo y se enfrentan a los malvados pretendientes, arrojándolos del palacio y desterrándolos de Ítaca. Con la vuelta del padre, se restablece la ley y todo vuelve a la normalidad.

Les recomiendo el siguiente artículo, que tienen que ver con el tema del vacío: “El laberinto de las adicciones “.

viernes, 24 de junio de 2016

Lo que no sabes, y deberías saber, acerca de tu trauma (y tu depresión)




 

by Jorge Benito..


Si sufres de trauma o depresión, has de saber que existen sorprendentes avances de vanguardia en el campo de la neurociencia que están revolucionando la forma en que los entendemos y, lo más importante de todo, esta nueva información apunta no solo a sus causas, sino también a las sencillas estrategias que puedes poner en práctica para afrontarlos de forma efectiva.


Si quieres saber qué puedes hacer para salir de ese horrible lugar sin pasar por el despreciable negocio de los fármacos y antidepresivos, este artículo te ayudará a entender muchas cosas y desmitificar muchas otras más.


Las más recientes investigaciones en neurociencia señalan que tu condición psicológica está directamente relacionada con el estado de tu atención. El acto de centrar y enfocar nuestra atención es un importantísimo proceso biológico diseñado para cultivar salud y equilibrio en nuestras vidas: promueve la creación de nuevas conexiones neuronales e incluso el crecimiento de nuevas neuronas, lo que se conoce como neurogénesis, un proceso que no posee limitaciones de edad (contrariamente a lo que muchos piensan).


Dicho esto, entremos de lleno en el tema. ¿Qué es un trauma psicológico? ¿Qué es la depresión? Tanto uno como otro son básicamente una fijación mental. Mientras que el trauma se centra en la rumación de un evento pasado doloroso, la depresión incluye también elaboraciones imaginarias acerca de un futuro potencialmente negativo.


Si has participado en alguna terapia clínica ya sabrás que, durante el proceso, el terapeuta hará todo lo posible, utilizando sus propias herramientas, para ayudarte a mover y/o cambiar el estado de tu atención.

Y mientras que hay cada vez más psicólogos clínicos que están ayudando a sus pacientes a participar activa y responsablemente en su propio proceso de sanación a través del desarrollo de habilidades de gestión de la atención, existen todavía muchos otros terapeutas que no lo hacen, lo que suele terminar con el paciente tragando pastillitas de colores (que alteran el estado de su atención de forma antinatural y con innumerables efectos secundarios) en lugar de aprendiendo nuevas habilidades que le permitan hacer frente a la constante opresión mental que el trauma ocasiona.


Veamos cómo opera el trauma en nuestro cerebro, cómo el estado de tu atención es la clave que subyace a este proceso tan indeseable, y cómo la depresión está íntimamente ligada a los mismos procesos mentales.

Si vamos a un nivel aún más básico, podemos definir el trauma de este modo: algo terrible sucedió, y tu atención está anclada en ese evento.

Tal vez nadie te dijo antes esto, y puede que sea difícil de digerir, pero las más recientes investigaciones en neurociencia apuntan hacia esta dirección: has sido tú quien le ha ordenado a tu cerebro que construya el trauma y el estado depresivo.

El trauma y la depresión no te han creado, sino que tú los has creado a ellos. Tu cerebro solamente está respondiendo a tus órdenes.

¿Cómo, exactamente, has creado esto? Prestando atención al evento pasado o imaginando ese terrible futuro de forma sostenida por períodos increíblemente largos.


Sí, ya sé que tú no quieres nada de esto, y que darías lo que fuera por salir de ese horrible lugar, pero resulta que tu atención está fijada, y no tienes la menor idea de cómo mover o cambiar el estado de tu atención. Y esto es lo más normal: nadie te enseñó. ¡Ni siquiera te dijeron que fuera tan importante!

Pero lo cierto es que has pasado tanto tiempo centrando tu atención en aquel evento, pensando y pensando sobre ello durante días, meses o incluso años, que tu cerebro entiende que es ahí donde quieres estar. Sin saberlo, tú le ordenaste mantenerse fijado en el evento y crear el trauma y tu consiguiente estado depresivo.


Veamos cómo funciona. Cuando prestas atención a todos estos pensamientos dolorosos y pierdes tu capacidad para administrar el estado de tu atención, básicamente estás ordenándole a tu cerebro que construya los indeseables circuitos neuronales que te mantendrán fijado en esos pensamientos.

Allá donde tu atención se dirige, las neuronas responden al instante. Y al perder el control sobre tu atención, pierdes también tu voluntad y tu capacidad de elegir conscientemente la forma en que respondes ante los eventos (interiores o exteriores) que surgen momento a momento.


¿Atención y voluntad? ¿Qué tienen que ver una con la otra? Todo.
Prestar atención es un acto volitivo. La volición es ni más ni menos que atención voluntaria. La voluntad actúa a través de la atención dirigida, que magnifica, estabiliza, aclara y da predominancia a un pensamiento sobre muchos otros pensamientos.

Y al hacer esto, las neuronas que responden a lo que atrae nuestra atención se activan con más fuerza que las activadas en respuesta a la distracción, tal y como muestran las más recientes imágenes de resonancia magnética funcional. El acto de prestar atención contrarresta fisiológicamente las influencias supresoras de las distracciones cercanas, y la voluntad es la virtud que hace posible esta transformación.

El esfuerzo volitivo es el esfuerzo de atención…

El esfuerzo de atención es, por lo tanto, el fenómeno esencial de la voluntad.
- William James


Si mantienes tu atención enfocada de forma compulsiva en un evento doloroso (real o imaginario), tu cerebro creará los circuitos neuronales que los doctores etiquetan como trauma y depresión. Cada vez que le prestas atención a algo, tu cerebro da lo mejor de sí mismo para facilitarte que ese algo predomine en tu conciencia, y lo hace creando las constelaciones neuronales apropiadas.

En realidad, es un proceso realmente simple y con pleno significado biológico: tu cerebro responde al estado de tu atención.

La atención lo es todo. Cada vez que prestamos atención, estamos esculpiendo nuestro cerebro. Esto es lo que llamamos neuroplasticidad autodirigida.


El cerebro responde inevitablemente al estado y el foco de nuestra atención. Si siempre le prestas atención a tu dolor, ese dolor se acaba convirtiendo en correlatos neurales. O dicho de otro modo: el trauma y la depresión no surgen de forma instantánea, sino que son el resultado de un largo proceso en el que tú eres el único responsable (que no culpable).


¿Te preguntas por qué no puedes “escapar” de todos esos pensamientos abrumadores, traumáticos y depresivos que te golpean una y otra vez sin que tengas ningún control sobre ellos? La respuesta, según la neurociencia, es categórica: has perdido tu habilidad para controlar tu atención.

Quizás es el momento de reclamar tu poder de nuevo, y la atención plena es la respuesta que buscas, tal y como demuestran los miles de estudios científicos y ensayos clínicos que existen en este campo.


Todos los seres humanos tenemos, sin excepción, la capacidad de aprender a enfocar y dirigir nuestra atención y gestionar hábilmente nuestra reactividad a lo que sucede, lo que tiene un impacto en nuestro cerebro de forma inmediata. Literalmente. Los cambios suceden en tiempo real. Puedes empezar a modificar e incuso eliminar las rutas neuronales del trauma ahora mismo


¿Cómo hacer esto?


Empieza con lo más básico. Dale nuevas órdenes a tu cerebro. Empieza, sin demora, a entrenar tu atención (y tu voluntad). Practica una técnica de monitorización introspectiva de foco abierto como el mindfulness o atención plena. Si no participas de forma consciente y responsable en tu propia sanación a través de la práctica diaria y continuada, créeme, alguien más vendrá a decirte que la solución es convertirte en un tragapastillas.

jueves, 23 de junio de 2016

La Clave para Vivir en Equilibrio..





Publicado por Rafael Alcaz González -

en Enseñanzas de Osho..

Cuando la mente no tiene pensamientos, eso es meditación. La mente se queda sin pensamientos en dos estados: El sueño profundo y la meditación.

Si te haces consciente; y tus pensamientos desaparecen, es meditación.

Si los pensamientos desaparecen y quedas inconsciente, es sueño profundo. El sueño profundo y la meditación tienen algo en común y algo diferente. Una cosa es similar: En los dos estados, el pensamiento desaparece. Una cosa es diferente: En el sueño profundo, también desaparece la conciencia; mientras que en la meditación, permanece.

Así pues, la meditación es igual que el sueño profundo, pero con conciencia. Estás relajado, como en el sueño profundo; pero estás consciente, completamente despierto... y eso, te lleva hasta la puerta de los misterios.

En el sueño profundo pasas a un estado de no-mente, pero sin conciencia. No sabes dónde te están llevando; aunque por la mañana, sentirás el impacto y el efecto.

Si de verdad ha sido un sueño profundo y hermoso; sin ensoñaciones que te perturben, por la mañana te sentirás fresco, renovado, vivo, rejuvenecido y otra vez lleno de entusiasmo y energía. Pero no sabes cómo ha ocurrido, adónde has ido. Entraste en una especie de coma profundo; como si te hubieran administrado un anestésico, y fuiste transportado a otro plano, del que regresas fresco, joven, rejuvenecido.
En la meditación, eso sucede sin anestesia. Así pues, meditación significa permanecer tan relajado como cuando estás profundamente dormido, pero manteniéndote alerta. Mantén la conciencia... deja que desaparezcan los pensamientos, pero la conciencia debe mantenerse. Y esto no resulta difícil; lo que pasa es que nunca lo has intentado, eso es todo. Es como nadar; si no lo has intentado, parece muy difícil. Incluso parece peligroso; y te parece increíble que la gente pueda nadar, porque tú te ahogarías.

Pero cuando lo intentas un poquito, se te hace fácil, es muy natural. Hace poco, un científico japonés ha demostrado experimentalmente que un bebé de seis meses, es capaz de nadar, sólo hay que darle la oportunidad. Ha enseñado a nadar a muchos niños de seis meses de edad. ¡Ha hecho un milagro! Y dice que lo va a intentar con niños aún más pequeños. Es como si el arte de nadar fuera innato; no hay más que darle una oportunidad, y empieza a funcionar.

Por eso, cuando has aprendido a nadar, no lo olvidas nunca. Puedes pasarte cuarenta o cincuenta años sin nadar, pero no lo olvidas. No es una cosa accidental, es algo natural; por eso, no puedes olvidarlo.
La meditación es algo similar: es algo innato. Sólo tienes que crear un espacio para que funcione: sólo tienes que darle una oportunidad. ¿QUÉ ES LA MENTE? La mente no es una cosa, sino un suceso. Una cosa tiene sustancia, un suceso es sólo un proceso.

Una cosa es como una roca, un suceso es como una ola. Existe, pero no tiene sustancia. Es sólo algo que ocurre entre el viento y el mar, un proceso, un fenómeno. Esto es lo primero que hay que entender, que la mente es un proceso como una ola o como un río, pero que no tiene sustancia. Si tuviera sustancia, no se podría disolver.

Como no tiene sustancia, puede desaparecer sin dejar la menor huella. Cuando una ola desaparece en el océano, ¿qué queda? Nada, ni siquiera una huella. Por eso, los que saben dicen que la mente es como un pájaro que vuela hacia el cielo: No deja pisadas y no deja ninguna huella, el pájaro vuela, pero no deja rastro ni huellas. La mente es sólo un proceso.

De hecho, la mente no existe: Sólo existen pensamientos, pensamientos que se mueven tan deprisa que a ti te parece y sientes que allí existe algo con continuidad. Viene un pensamiento; y después otro, y otro, y muchos más... hay tan poca separación entre ellos, que no puedes percibir el intervalo entre un pensamiento y otro.


Y así, dos pensamientos se unen; forman una continuidad y debido a esa continuidad, tú crees que hay una mente.
Existen pensamientos... pero no “mente”. Igual que existen electrones, pero no «materia». El pensamiento es el electrón de la mente.

Es como una muchedumbre. Una muchedumbre existe en cierto sentido, pero no existe en otro. Sólo existen individuos; pero muchos individuos juntos, dan la impresión de ser una sola cosa. Una nación existe, pero no existe... allí sólo existen individuos. Los individuos, son los electrones de una nación, de una comunidad o de una muchedumbre.

Los pensamientos existen; la mente, no existe. La mente es sólo apariencia. Y cuando miras hacia las profundidades de la mente, esta desaparece. Quedan pensamientos, pero cuando la «mente» ha desaparecido y sólo existen pensamientos individuales, muchas cosas se resuelven al instante.

Lo primero de lo que te das cuenta, es de que los pensamientos son como nubes: Van y vienen; y tú, eres el cielo. Cuando no hay mente, te llega inmediatamente la percepción de que ya no participas en los pensamientos.

Los pensamientos están ahí, pasando a través de ti como pasan las nubes a través del cielo, o el viento a través de los árboles. Los pensamientos pasan a través de ti; y pueden pasar, porque tú eres un inmenso vacío. No hay impedimento, no hay obstáculos.

No existe ningún muro que les limite el paso, no eres un fenómeno amurallado. Tu cielo está abierto hasta el infinito; los pensamientos, van y vienen. Y cuando empiezas a sentir que los pensamientos van y vienen; y que tú eres un observador o un testigo, se adquiere dominio sobre la mente.
La mente no se puede controlar en el sentido ordinario. En primer lugar, dado que no existe, ¿cómo vas a poder controlarla? En segundo lugar, ¿quién va a controlar la mente? Porque más allá de la mente no existe nadie... y cuando digo que no existe nadie, quiero decir que más allá de la mente no existe nadie, sólo está la nada.

¿Quién va a controlar la mente? Si alguien estuviera controlando la mente; sería sólo una parte, un fragmento de la mente controlando otro fragmento de la mente. Eso es el ego. La mente no se puede controlar de ese modo. No existe, y no hay nadie para controlarla. El vacío interior puede ver, pero no puede controlar.

Puede mirar, pero no puede controlar... pero la simple mirada es el control; el fenómeno mismo de la observación o de ser testigo, se convierte en maestría, porque la mente desaparece.

Es como cuando vas andando en una noche oscura; y echas a correr, porque tienes miedo de alguien que te sigue. Y ese alguien no es más que tu propia sombra; y cuanto más corras, más cerca estará tu sombra.

No importa la velocidad a la que corras; la sombra, seguirá ahí. Cada vez que te vuelves a mirar, la sombra sigue detrás de ti. Esa no es manera de escapar de ella, ni es la manera de controlarla. Tendrás que pararte a mirar bien la sombra.

Quédate quieto y mira al fondo de la sombra; y la sombra desaparece, porque la sombra no existe, es sólo una ausencia de luz. La mente no es nada más que la ausencia de tu presencia. Cuando te sientas en silencio, cuando miras a las profundidades de la mente; la mente, simplemente desaparece.

Quedan pensamientos, que son existenciales; pero la mente no se ve por ninguna parte. Pero cuando la mente desaparece, se hace posible una segunda percepción: Puedes ver que los pensamientos no son tuyos.

Claro que te llegan; y a veces se quedan algún tiempo en ti, y después se marchan. Eres una parada en su camino, pero no se originan en ti. ¿Te has fijado alguna vez en que de ti no ha surgido ni un sólo pen

samiento? Ni un sólo pensamiento se ha formado por medio de tu ser, siempre vienen del exterior. No te pertenecen: Planean sobre ti sin raíces y sin hogar.

A veces se posan ti; eso es todo, como una nube que se posa en lo alto de una montaña. Y después, siguen moviéndose por sí solos; y tú, no tienes que hacer nada. Si te limitas a observar, adquieres control.
OSHO