Antes de emprender cualquier oficio que sea, el candidato que lo va a desempeñar recibe instrucciones o estudia la técnica del mismo. Sin embargo, hay uno que emprende su cometido totalmente a ciegas, sin instrucciones, sin técnica, sin brújula, compás o diseño, sin nociones de lo que va a encontrar… Es el ser humano, que es lanzado a la tarea de VIVIR.
Sin saber siquiera qué cosa es la Vida, sin saber porqué algunas vidas transcurren en medio de la opulencia y las otras las pasan en la miseria y el sufrimiento. Unas se inician con todas las ventajas que pueda idear el afecto y, sin embargo, las persigue un atajo de calamidades, y el ser humano se debate en conjeturas, todas erradas, y llega el día de su muerte sin que él haya adivinado, siquiera, la verdad respecto a todo esto.
Aprende la Gran Verdad:
LO QUE TU PIENSAS SE MANIFIESTA
LOS PENSAMIENTOS SON COSAS. Es tu actitud la que determina todo lo que te sucede. Tu propio concepto es lo que tú ves, no solamente en tu cuerpo y en tu carácter, sino en lo exterior, en tus condiciones de vida, en lo material. Sí, tal como lo oyes, los pensamientos SON COSAS.
¿PORQUÉ UN HOMBRE ES UN HOMBRE?
Porque posee la facultad de pensar conscientemente. El proceso sería PENSAR, luego ACTUAR. Como hombres no deberíamos actuar en base a impulsos ni condicionamientos, como lo hacen los animales, pero no es difícil ver en el común de la gente que actúa como “androide”, donde los estímulos externos son los que condicionan su vida y no como debiera ser, con un proceso natural que es el DISCERNIMIENTO.
Somos nuestros propios gobernantes, no debería ser que otros piensen por nosotros, ya sea en forma de publicidades, slogans o ideas regimentadas dogmáticamente, ni deberíamos dejarnos arrastrar por histerias en masa. Somos un proceso por el cual tenemos que llegar a adultos, por lo menos ese es el camino que estamos buscando. No deberíamos ser siempre niños a quienes los padres deben indicar qué es lo que debemos o no debemos hacer. Deberíamos, por medio del proceso del Discernimiento, dejar de tener una mentalidad de rebaño.
Nosotros debemos encontrar nuestro propio sendero, ese es el real significado que nos hace Seres Humanos, reitero, encontrar nuestro propio camino. Nuestro cúmulo de datos que poseemos y que hemos aceptado la mayor cantidad de tiempo, ya sea por obediencia o temor al castigo, forma agrupaciones de pensamientos que se llaman CARÁCTER o PERSONALIDAD; y nuestro carácter es quién determina la naturaleza madura o inmadura de nuestra vida en el mundo.
La mente por sí sola, tal como está moldeada por el sistema de pensamientos que hemos venido observando, no puede ayudarnos mucho. Sencillamente nos han predispuesto a que nos arrastre cualquier influencia externa. Debemos aprender cuál es el Timón de nuestras vidas, debemos aprender a guiar el curso de nuestra experiencia en lugar de dejarnos arrastrar de un lado hacia otro, cambiando siempre de acuerdo a las circunstancias externas, ya que así nunca sabremos apreciar la Paz y la Felicidad Interior.
Pero, para saber ir a voluntad a sitios dirigidos conscientemente, debemos conocer el Barco, o sea Cuerpo-Mente, y las leyes del Mar, o sea la Vida. Un hombre no mejorará si se deja influenciar por las circunstancias, mejorará sólo cuando trate de usar con conocimiento todo el caudal natural que en sí mismo posee y no conoce.
Además, somos seres humanos porque pensamos, el hecho de que pensamos significa moldearnos a nosotros mismos, dar forma a nuestra vida. Debemos aprender como es el Barco y el Mar para tener control sobre ambos, control basado en el conocimiento, no en el esfuerzo caprichoso.
Si tú tienes la costumbre de pensar que eres de constitución saludable, hagas lo que hagas, siempre serás saludable. Pero, cambias tu manera de pensar, te dejas infundir el temor de las enfermedades, y comienzas a enfermarte, pierdes la salud. Si naciste en la riqueza, es posible que siempre seas rico, a menos que alguien te convenza de que existe el “destino” y comiences a creer que el tuyo puede cambiar de acuerdo con los “golpes y reveses”, porque así lo estás creyendo.
Tu vida, lo que te ocurre, obedece a tus creencias y a lo que expreses en palabras. Es una ley, un principio. Es una ley invariable que no falla jamás. Esta ley se llama EL PRINCIPIO DEL MENTALISMO.
Si en tu mente está radicada la idea de que los accidentes nos acechan a cada paso, si crees que los “achaques de la vejez” son inevitables, si estás convencido de tu mala o buena suerte, lo que quiera que tú esperes normalmente, en bien o en mal, esa es la condición que verás manifestarse en tu vida y en todo lo que haces. Ese es el porqué de lo que te ocurre.
No se está jamás consciente de las ideas que llenan nuestra mente. Ellas se van formando de acuerdo a lo que nos enseñan o lo que oímos decir. Como casi todo el mundo está ignorante de las leyes que gobiernan la vida, leyes llamadas de la “Creación”, casi todos pasamos nuestras vidas fabricándonos condiciones contrarias, viendo tornarse malo aquello que prometía ser tan bueno; tanteando, como quien dice, a ciegas, sin brújula, timón ni compás, achacándole nuestros males a la vida misma y aprendiendo a fuerza de golpes y porrazos, o atribuyéndoselo a la “Voluntad de Dios”.
Con lo que hasta aquí has oído y leído, te habrás dado cuenta de que el ser humano no es lo que te han hecho creer, o sea, un corcho en medio de una tempestad, batido aquí y allá según las olas. ¡Nada de eso! Su vida, su mundo, sus circunstancias, todo lo que él es, todo lo que le ocurre, son creaciones de él mismo y de nadie más. Él es el rey de su imperio y si su opinión es, precisamente, que él no es sino un corcho en medio de una tempestad, pues así será. Él lo ha creído y permitido.
Nacer con libre albedrío significa haber sido creado con el derecho individual de escoger. Escoger ¿qué? El pensar NEGATIVA o POSITIVAMENTE, pesimista u optimista. Pensando lo feo y lo malo - que produce lo feo y lo malo, o pensando lo bueno y bello - que produce lo bueno y bello en lo exterior o interior.
La metafísica siempre ha enseñado que lo que pensamos a menudo pasa al subconsciente y se establece allí, actuando como reflejo.
Cuando el ser humano se ve envuelto en los efectos de su ignorancia, o sea que se ha producido él mismo una calamidad, se vuelve hacia Dios y le suplica que lo libere del sufrimiento. El hombre ve que Dios le atiende a veces, y que otras veces, inexplicablemente, no atiende. En este último caso es cuando sus familiares lo consuelan diciéndole que “hay que resignarse ante la voluntad de Dios”.
Es decir, que todos dan por sentado que la voluntad del Creador es mala, pero al mismo tiempo, la religión enseña que Dios es nuestro Padre, un Padre todo amor, bondad, misericordia, todo sabiduría y eterno. ¿Estás viendo como no concuerdan estas dos teorías? ¿Te parece sentido común que un Padre todo amor e infinitamente sabio, pueda sentir y expresar mala voluntad hacia sus hijos?
Sin que nos demos cuenta clara de ello, le estamos atribuyendo a Dios una naturaleza de magnate caprichoso, vengativo, lleno de mala voluntad, pendiente de nuestra menor infracción para atestarnos castigos fuera de toda proporción.
Es natural pensar así, cuando nacimos y vivimos ignorando las reglas y las leyes básicas de la vida. Ya dijimos la razón de nuestras calamidades: la producimos con el PENSAMIENTO. En esto es que somos a “imagen y semejanza” del Creador. Somos creadores, los creadores, cada cual, de su propia manifestación.
Ahora, ¿porqué es que Dios parece atender a veces y otras no? Ya verás. La oración es el pensamiento más puro y más alto que se pueda pensar, es polarizar la mente en el grado más altamente positivo. Son vibraciones de luz que lanzamos cuando oramos, o sea, cuando pensamos en Dios. Esas vibraciones tienden a transformar instantáneamente en perfecto y bello, todas las condiciones oscuras que nos rodean, como cuando se lleva una lámpara a una habitación que esté en tinieblas.
Esto es así, siempre que el que esté orando piense y crea que ese Dios, a quien le pide, es un Padre amoroso, que desea dar todo lo bueno a su hijo. En ese caso, Dios siempre “atiende”. Pero, lamentablemente, por lo general, la humanidad tiene por costumbre pedir así: “Ay, Papá Dios, sácame de este apuro, aunque yo sé que vas a pensar que no me conviene, porque Tú quieres imponerme esta prueba”. En otras palabras, ya negó toda posibilidad de que el pedido se realice.
El que así formula su pedido, tiene más fe en ese Dios que nos enseñaron, caprichoso, vengativo, lleno de mala voluntad, que no está sino atisbando a que cometamos la primera infracción para atestarnos castigos de una crueldad satánica. Pues el que pide de esta forma, no recibe sino de acuerdo con su propia imagen de Dios. Es tan sencillo como te lo digo.
Ahora, no vuelvas a olvidar jamás que la voluntad de Dios para ti es el bien, la salud, la paz, la felicidad, el bienestar, todo lo bueno que Él ha creado. No vuelvas a olvidar jamás que Dios no es ni el juez, ni la policía, ni el verdugo, ni el tirano que te han hecho creer.
La verdad es que Él ha creado siete leyes, siete principios, que funcionan en todo y siempre. No descansan un solo minuto. Se encargan de mantener el orden y la armonía en toda la creación. No se necesitan policías en el espíritu. Aquel que no marcha con la ley, se castiga él mismo. Recuerda, lo que piensas se manifiesta, de manera que aprende a pensar correctamente y con la ley, para que se manifieste todo lo bueno que Dios quiere para ti.
San Pablo dijo que Dios está más cerca de nosotros que nuestros pies y nuestras manos, más aún que nuestra respiración, de manera que no hay que pedirle a gritos que nos oiga. Basta con pensar en Él para que ya comience a componerse lo que parece estar descompuesto. Él nos creó. Él nos conoce mejor de lo que nos podemos conocer nosotros. Él sabe porqué actuamos de esta o aquella manera, y no espera que nos comportemos como santos, cuando apenas estamos aprendiendo a caminar en esta vida espiritual.
Ahora, finalmente voy a rogarte, que no creas nada de lo que te estoy diciendo, sin primero comprobarlo. Es tu derecho divino y soberano. No hagas lo que has hecho hasta ahora, aceptar todo lo que oyes y todo lo que ves, sin darte la oportunidad de juzgar entre el bien y el mal.
Por último quiero mencionarte que hay un lema en la enseñanza metafísica que dice: “Si lo que lees o escuchas, no lo puedes aceptar, déjalo pasar, más adelante comprenderás” lo que quiere decir que no se debe tratar de forzar la comprensión o aceptación de ciertas enseñanzas.
Fuente: Alexiis
Clase uno de Metafísica
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Descubriendo mi interior, puedo llegar a aquel lugar que se quiere expresar mediante las expresiones de otros... Gracias.
jueves, 20 de julio de 2017
LA TAREA DE VIVIR DINÁMICAMENTE
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