por Rikodu Sennin..
Hay veces que las personas que te rodean por ser quien eres, armadas de la mejor de las intenciones, te crean un sentido de culpa tan grande como un elefante. Estas personas, que no tienen una formación psicológica y que a veces también carecen de empatía, creen que lo hacen por “tu propio bien”. Sin embargo, sus críticas no se dirigen a tus comportamientos sino a tu forma de ser. No critican tus actitudes o lo que haces sino quien eres. Y eso termina haciendo mella en tu autoestima, hasta que finalmente te disculpas por ser quien eres. Piensas que hay algo malo o equivocado en ti.
Scusate se esisto!
“Scusate se esisto!” (¡Disculpas por existir!) es una película italiana del 2014 dirigida por Ricardo Milani que tiene como protagonistas a Paola Cortellesi y Raul Bova. A grandes rasgos, cuenta la historia de una joven arquitecta italiana que tiene una carrera brillante en Londres pero que decide regresar a su país natal. En una ciudad y una profesión donde los hombres tienen el mando, se hace pasar por un arquitecto para poder diseñar un proyecto que la entusiasma.
Lo curioso es que la película tiene un matiz autobiográfico, se basa en las experiencias de una de las arquitectas italianas hoy más famosas: Guendalina Salimei, quien tuvo que nadar contracorriente en un mundo dominado mayoritariamente por hombres. La propia actriz, Cortellesi, afirmó: “Soy actriz y a veces voy a reuniones donde soy la única mujer, a veces tengo la sensación de ser transparente. Si deben aprobar alguna de mis ideas, el interlocutor siempre mira a algún hombre en la búsqueda de aprobación. Me he sentido muy identificada con este personaje”.
Y es que el personaje, pasa gran parte de la película asumiendo una actitud de “disculpas por existir”. Las actitudes y comentarios de quienes le rodean le hacen pensar que no es lo suficientemente buena, que hay algo erróneo en ella, que no debería estar ahí y que no debería pensar como lo hace.
Sin duda, es una sensación que quizás puedes haber experimentado en algún momento, sintiéndote raro o inadecuado. Quizá esas críticas incluso te hayan llevado a disculparte, sin saber muy bien por qué, como un acto reflejo.
Obviamente, no es una sensación agradable.
Nadie puede entender tu viaje si no ha recorrido tu camino
A pesar del cariño o la empatía, lo cierto es que nadie puede entender nuestro camino si no ha usado nuestros zapatos. Las personas que nos rodean pueden conocer nuestra historia pero no han experimentado nuestras emociones en su piel. Por eso, lo que piensan sobre nosotros es su realidad, no la nuestra.
Nuestra personalidad, nuestra forma de ser, se ha ido moldeando a lo largo de los años, a golpe de alegrías y sinsabores. Somos lo que somos porque hemos sido. Por eso, una persona puede criticar nuestras conductas y actitudes e incluso sugerirnos otra manera de hacer las cosas, pero no debemos dejar que juzgue nuestra personalidad, que ponga en tela de juicio nuestra esencia.
Las críticas a la persona no son constructivas, son pequeñas grietas que se van sumando a tu autoestima y, si no la tienes bien apuntalada, corres el riesgo de que esta se tambalee y caiga. Por eso, si quieres blindar tu autoestima, es importante que aprendas a discernir entre las críticas a los comportamientos y las críticas a la persona.
“Me enojé cuando alzaste la voz” o “No me gustó que llegarás tan tarde a la cita” son críticas a los comportamientos. Críticas que deben ser escuchadas y tenidas en cuenta si queremos crecer como personas y mejorar nuestras relaciones sociales.
“Eres irracional, no se puede discutir contigo” o “Siempre llegas tarde, eres un irresponsable” son críticas dirigidas a la persona, que implican una generalización errónea en la base y que denotan una ira profunda o una pérdida de la perspectiva por parte de la persona que las formula. Este tipo de críticas se deben tomar con pinzas.
La autenticidad es la vía
Si terminas haciéndole caso a los demás, terminarás viviendo la vida que ellos quieren, no la tuya. Si te sientes confundido o inseguro y le das crédito a las críticas destructivas o malintencionadas, terminarás perdiendo tu identidad y un día, cuando mires dentro de ti, ya no te reconocerás. Habrás perdido la pasión y tus sueños.
Por eso, aunque es cierto que todos tenemos diferentes áreas en las que podemos mejorar y crecer, áreas en las que podemos aprender de los demás para madurar como personas, no debes permitir que los demás te hagan sentir tan mal como para disculparte por ser quién eres. La autenticidad siempre es el camino.
Recuerda la enseñanza de Fritz Perls:
“Yo soy Yo
Tú eres Tú
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Si en algún momento nos encontramos
Será maravilloso
Si no, no puede remediarse.
Falto de amor a mí mismo
Cuando al intentar complacerte me traiciono.
Falto de amor a ti
Cuando intento que seas como yo quiero
En vez de aceptarte como realmente eres”.
De hecho, lo mejor de todo es que cuando ganas en autoestima y autenticidad, no ganas solo tú sino también quienes te rodean. Crece, madura, aprende… pero no te disculpes por ser quien eres.
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