domingo, 20 de diciembre de 2015

El sagrado instante en que dejas de pensar




Hay un espacio sagrado entre la lluviade pensamientos que ocupan tu mente. Por esos diminutos espacios es por donde se cuela la luz del universo y te hace ser brillante.

Esos instantes de silencio entre pensamientos son donde las grandes decisiones aparecen. Esos pequeños instantes en que pasas de un pensamiento repetitivo al siguiente pensamiento repetitivo, son los momentos sutiles donde tu mente se abre a recibir toda la información limpia del universo.
Cuando piensas, no sabes que casi nunca piensas. No eres consciente de tu inconsciencia.
Cuando crees que piensas, no estás pensando, estás reproduciendo el recuerdo de un pensamiento viejo que tuviste hace mucho tiempo. Un pensamiento que lo más seguro es que no sea ni tuyo.
Lo que crees que son tus pensamientos son las asociaciones y respuestas condicionadas que tienes antes las cosas que observas. Pensamientos que ya existen antes de ser pensados. Pensamientos que responden a los patrones que has asimilado desde el día en que naciste. Estos patrones están construidos con creencias, formas parciales de observar, juicios ante cada hecho o situación; han sido implantados en ti por tu familia, tu entorno, tus amistades y, actualmente, por los medios masivos de desinformación que tienen por fin mantenerte en estado de hipnosis.
Tu pensar es una tragedia para ti. Tu pensamiento es un ruido constante que te atormenta aunque busques la paz en un desierto de silencio. Y lo peor es que tú crees que eres tus pensamientos.
La buena noticia para ti es que hay un espacio entre cada pensamiento, tan estrecho que parece invisible ante la lluvia de pensamientos recurrentes que van dejando estelas de mierda llenando los huecos de luz. Puedes hacer limpieza. Ha llegado la hora de limpiar la basura. Situarte como observador de tus pensamientos, como el ser verdadero que puede distanciarse del muñeco pensador y contemplarlo. Apenas descubras que puedes observar a la máquina de pensar, que puedes pensar al pensador, te darás cuenta de que tú no eras ese que creías ser. Podrás dejar caer tu personaje. Podrás vaciar tu pensamiento de contenidos inútiles, ociosos y destructivos. Podrás ponerte a contar cuantas veces has tenido ese mismo pensamiento en el día de hoy, y cuantas ayer. Te sorprenderá la cuenta. Y te darás cuenta de que no has solucionado nada con tanto pensamiento estéril. Ya es hora de dejar de pensar, de irte al campo a contemplar una hoja de un árbol sin ninguna otra ocupación. En ese momento, es posible que por fin aparezca como de la nada la solución a eso que tanto te angustia.
Cuando dejes de pensar a lo loco, podrás empezar a pensar de verdad. No se trata de dejar de pensar, se trata, en realidad, de empezar a pensar. Se trata de disfrutar de tu mente. Tu mente es maravillosa y la tienes inutilizada de tanto uso.
Cuando empieces a dejar más espacio entre los pensamientos, estarás abriendo el espacio para que entre la luz del universo que posee toda la información. Y allí, con todo ese espacio libre, podrás usar tu mente para elaborar pensamientos reales, pensamientos inteligentes, pensamientos lúcidos, pensamientos deslumbrantes.
Siéntate a meditar. Prepara la comida en meditación. Camina meditando. Corre, salta y haz el amor en una meditación continua y permanente. Allí, por fin, tu verdadero ser empezará a sentirse libre. Por fin tu cuerpo, tu mente, tu energía tendrán una verdadera razón de ser. Por fin sentirás que tu vida sirve para algo, que tu visita a la Tierra no es inútil, y que estás haciendo lo que en verdad has venido a hacer y simplemente no recordabas.
Leandro Ojeda López

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