domingo, 31 de mayo de 2015

“El tiempo es lo que evita que todo ocurra a la vez.” John Wheeler (1911-2008), físico



“El tiempo es / demasiado lento para aquellos que esperan, / demasiado veloz para aquellos que temen, / demasiado largo para aquellos que sufren, / demasiado corto para aquellos que gozan, / pero para aquellos que aman, / el tiempo no existe.”
Con estas palabras, el poeta Henry Van Dyke nos recuerda lo irónica que es nuestra relación con el tiempo.

 El tiempo es quizá la más elusiva de todas las experiencias humanas. No podemos capturarlo ni fotografiarlo. Al contrario de lo que podría significar adelantar los relojes en el horario de verano, es imposible guardar un poco de tiempo en un lugar para usarlo más tarde en otro.

Cuando intentamos describir el significado del tiempo en nuestras vidas, nos quedamos con palabras que apenas lo calibran de forma relativa. Decimos que algo ocurrió entonces en el pasado, está ocurriendo ahora en el presente u ocurrirá en algún punto en el futuro. La única forma de describir el tiempo es a través de las cosas que ocurren dentro del mismo.

Por muy misterioso que sea el tiempo, ha sido el enfoque de la atención humana por miles de años. Por siglos y siglos hemos trabajado para diseñar y perfeccionar sistemas para contabilizar el tiempo como ciclos, y como ciclos dentro de otros ciclos, por una muy buena razón.

 Por ejemplo, para saber cuando plantar las cosechas que alimentan toda una civilización, es importante conocer cuantos días, ciclos lunares y eclipses han ocurrido desde la última siembra.

 Los sistemas antiguos de cronometrar el tiempo mantienen un registro muy preciso de esto.

Por ejemplo, el calendario maya calcula los ciclos del tiempo desde el año 3113 A.C. (hace más de 5,000 años), mientras que el sistema hindú de yugas cronometra el progreso de los ciclos de creación que comenzaron ¡hace más de 4 millones de años! Hasta el siglo XX en el mundo occidental se tenía típicamente un concepto poético del tiempo, como un artefacto de la experiencia humana.

El filósofo Jean-Paul Sartre describió nuestra relación con el tiempo como “una clase especial de separación: una división que reúne.” Pero esa visión poética cambió en 1905 cuando Einstein postuló su teoría de la relatividad. Antes de la relatividad, se creía que el tiempo era de su propia experiencia, distinto de las tres dimensiones de altura, longitud y ancho que define el espacio.

Sin embargo, en su teoría, propuso que el espacio y el tiempo están íntimamente entretejidos y no pueden ser separados. Es esta unión del tiempo y el espacio, dice él, la que forma un dominio más allá de nuestra familiar experiencia tridimensional: la cuarta dimensión. 

De repente, el tiempo se convirtió en algo más que en un concepto filosófico casual…, era una fuerza de importancia considerable. tiempo-relatividad

En palabras que brindaron un nuevo significado a nuestra percepción del tiempo, Einstein describió su misteriosa naturaleza, diciendo simplemente lo obvio:

“La distinción entre el pasado, el presente y el futuro es solamente una ilusión obstinadamente persistente.”

Con esta poderosa afirmación, Einstein cambió para siempre el concepto que teníamos de nuestra relación con el tiempo. Considere las implicaciones…: si el pasado y el futuro están presentes en este momento, ¿podemos comunicarnos con ellos? 

¿Podemos viajar en el tiempo? Incluso antes de esta osada afirmación de Einstein, las posibilidades que estas preguntas originaban intrigaron a científicos, místicos y escritores.

 Desde los templos escondidos en Egipto dedicados a la experiencia del tiempo, hasta el estremecimiento causado por la novela clásica escrita en 1895 por H. G. Wells, La máquina del tiempo, ha sido parte de nuestros sueños el prospecto de tener la habilidad de asegurarnos un viaje en el flujo del tiempo y ha capturado nuestra imaginación.

 Nuestra fascinación con el tiempo es tan antigua como nuestra existencia, y nuestras preguntas al respecto, parecen infinitas.

 ¿Es el tiempo real? 
¿Existe sin nosotros?
 ¿Hay algo en nuestra conciencia que hace que el tiempo tenga significado? 

Si así es, ¿tenemos el poder o el derecho de interrumpir su avance lo suficiente como para atisbar el futuro… o quizá visitar o comunicarnos con las personas del pasado? 

¿Podemos contactar otros reinos e incluso otros mundos con quienes compartimos el presente?

A la luz de estos relatos , la frontera entre “aquí” y “allá” se vuelve menos clara, invitándonos a reconsiderar lo que realmente el tiempo significa en nuestras vidas.
No lo dudes más y toma la decisión de aprovechar tu tiempo y aprender de otros que ya hayan transitado el camino. Pon las leyes del universo a tu favor.


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