Basamos nuestras vidas en la búsqueda de la felicidad y la evasión del sufrimiento, pero lo mejor que podemos hacer para nosotros mismos - y para el planeta - es cambiar por completo nuestra manera de pensar. Pema Chödrön nos muestra el lado radical del budismo.
En un nivel muy básico, todos los seres creen que deberían ser felices. Cuando la vida se vuelve difícil o dolorosa, sentimos que algo ha salido mal. Esto no sería un gran problema excepto por el hecho de que cuando sentimos que algo ha salido mal, estamos dispuestos a hacer cualquier cosa para sentirnos bien de nuevo. Incluso iniciar una lucha.
Según las enseñanzas budistas, la dificultad es inevitable en la vida humana. Por una razón: no podemos escapar la realidad de la muerte. Pero también existen las realidades del envejecimiento, la enfermedad, el no conseguir lo que queremos, u obtener lo que no deseamos. Esta clase de dificultades son hechos de la vida. Incluso si fueras el mismo Buda, si fueras una persona completamente iluminada, experimentarías la muerte, la enfermedad, el envejecimiento, la tristeza de perder lo que amas. Todo esto te pasaría a ti. Si te quemas o te cortas, te dolería.
Pero las enseñanzas budistas también dicen que esto no es realmente lo que causa la miseria en nuestras vidas. Lo que causa la miseria es nuestro intento de escapar de los hechos de la vida, siempre tratar de evitar el dolor y buscar la felicidad - este sentido que tenemos con respecto a que podríamos tener seguridad duradera y felicidad a nuestra disposición si tan sólo hiciéramos lo correcto.
En esta vida podemos hacernos un gran favor a nosotros mismos y a este planeta cambiando por completo nuestra vieja manera de pensar. Como Shantideva, autor de ‘Guide to the Bodhisattva’s Way of Life’, (traducido como Guía para el modo de vivir del bodhisattva) señala: el sufrimiento tiene mucho que enseñarnos. Si utilizamos la oportunidad cuando se presenta, el sufrimiento nos motiva a buscar respuestas. Mucha gente, incluida yo misma, llega al camino espiritual a causa de una profunda infelicidad. El sufrimiento también nos puede enseñar empatía para con los demás que están en el mismo barco. Por otra parte, el sufrimiento puede hacernos más humildes. Incluso el más arrogante entre nosotros puede ser ablandado por la perdida de alguien muy querido.
Sin embargo, resulta tan básico para nosotros sentir que las cosas deben salirnos bien, y que si comenzamos a sentirnos deprimidos, solos, o inadecuados, es porque debió haber algún tipo de error o porque algo hicimos mal. En realidad, cuando nos sentimos deprimidos, solos, traicionados, o cuando surge en nosotros cualquier sentimiento indeseable, es un momento importante en el camino espiritual. Aquí es donde la verdadera transformación puede tener lugar.
Mientras sigamos atrapados en la constante búsqueda de la seguridad y la felicidad, en lugar de honrar el sabor y el aroma y la calidad de lo que exactamente está pasando; mientras sigamos huyendo del malestar, seguiremos atrapados en un ciclo de infelicidad y decepción, y nos sentiremos cada vez más débiles. Este modo de ver nos ayuda a desarrollar fuerza interior.
Y lo que es especialmente alentador es el reconocimiento de que la fuerza interior está disponible para nosotros justo en el momento que creemos que hemos tocado fondo, cuando las cosas están en su peor momento. En lugar de preguntarnos: “¿Cómo puedo encontrar seguridad y felicidad?” podríamos preguntarnos: “¿Puedo tocar el centro de mi dolor? ¿Me puedo sentar con el sufrimiento, tanto con el mío como con el tuyo, sin hacer el intento de desaparecerlo? ¿Puedo mantenerme presente ante el dolor de la pérdida y la desgracia - ante la decepción en todas sus formas - y dejar que me abra?” Este es el truco.
Hay varias maneras de ver lo que sucede cuando nos sentimos amenazados. En momentos de angustia - de rabia, de frustración, de fracaso - podemos observar cómo nos enganchamos y cómo se intensifica shenpa. La traducción habitual de shenpa es “apego,” sin embargo este término no expresa adecuadamente el significado completo. Pienso en shenpa como “engancharse.” Otra definición que utiliza Dzigar Kongtrul Rinpoche, es la “carga” - la carga detrás de nuestros pensamientos, palabras y acciones, la carga detrás del “me gusta” y el “no me gusta.”
También pude ser útil cambiar nuestro enfoque y observar cómo ponemos barreras. En esos momentos podemos observar cómo nos retiramos y nos ensimismamos. Nos volvemos secos, amargos, miedosos; nos derrumbamos, o nos endurecemos debido al temor a que venga más miedo. De un cierto viejo modo familiar, automáticamente erigimos un escudo protector y nuestro egocentrismo se intensifica.
Pero este es el momento justo en el que podemos hacer algo diferente. Justo en ese punto, a través de la práctica, nos podemos llegar a familiarizar con las barreras que ponemos alrededor de nuestros corazones y alrededor de todo nuestro ser. Podemos entrar en intimidad con la forma en que nos escondemos, nos adormecemos, o nos congelamos. Y la intimidad que nos hace conocer tan bien esas barreras, es lo que comienza a desmantelarlas. Sorprendentemente, cuando les damos toda nuestra atención, comienzan a desmoronarse.
En última instancia, todas las prácticas que he mencionado son simplemente formas en que podemos ir disolviendo esas barreras. Ya sea que se trate de aprender a estar presentes a través de la meditación sentada, reconociendo shenpa, o practicando la paciencia; estos son métodos para disolver los muros de protección que automáticamente erigimos.
Cuando levantamos las barreras, y el sentido del 'yo’ como algo separado de 'ti’ se hace más fuerte, allí mismo, en medio de las dificultades y el dolor, todo el asunto podría dar todo un giro si tan solo no levantáramos ninguna barrera; al simplemente permanecer abiertos a la dificultad, a los sentimientos por los que estamos pasando; por el simple hecho de no contarnos a nosotros mismos lo que está ocurriendo. Ese es un paso revolucionario. Hacernos íntimos con el dolor es la clave para cambiar justo en el núcleo de nuestro ser - mantenernos abiertos a todo lo que experimentamos, permitir que el filo de los tiempos difíciles nos perforen el corazón, permitiendo que esos tiempos nos abran, que nos hagan más humildes, y que nos hagan más sabios y más valientes.
Deja que la dificultad te transforme. Y lo hará. En mi experiencia, sólo necesitamos ayuda para aprender a no huir.
Si estamos listos para intentar mantenernos presentes con nuestro dolor, uno de los mayores apoyos que podemos encontrar es cultivar la calidez y la simplicidad de la bodhichitta. La palabra bodhichitta tiene muchas traducciones, pero probablemente la más común sea: “corazón despierto.” La palabra se refiere a un anhelo de despertar de la ignorancia y el engaño para ser capaces de ayudar a otros a hacer lo mismo. Poner nuestro despertar personal en un marco mucho más grande, incluso planetariamente, establece una diferencia bastante significativa. Nos da una perspectiva más vasta con respecto a la razón de por qué llevamos a cabo este a menudo difícil trabajo.
Hay dos clases de bodhichitta: la relativa y la absoluta. La bodhichitta relativa incluye compasión y maitri. Chögyam Trungpa Rinpoche traduce maitri como “amistad incondicional con uno mismo.” Esta amistad incondicional significa tener una relación imparcial con todas las partes de tu ser. Así, en el contexto del trabajo con el dolor, esto significa establecer una relación íntima, compasiva y sincera con todas esas partes de nosotros mismos que generalmente no queremos tocar.
Algunas personas encuentran las enseñanzas que ofrezco útiles porque les animo a ser amables con ellos mismos, pero esto no significa que tengamos que mimar nuestra neurosis. La bondad que yo aprendí de mis maestros, y que me gustaría mucho transmitir a los demás, es una bondad hacia todas las cualidades de nuestro ser. Las cualidades con las que cuesta más trabajo ser bondadoso son aquellas que resultan dolorosas, en las que nos sentimos avergonzados, como si no perteneciéramos, como si hubiéramos echado todo a perder, cuando todo se nos está desmoronando. Maitri significa: quedarnos con nosotros mismos cuando nos hemos quedado sin nada, cuando sentimos que somos unos perdedores. Y se convierte en la base para extender esa misma amistad incondicional hacia los demás.
Si hay partes enteras de ti mismo de las que sueles huir, y que incluso hasta sientes que tienes una justificación para huir, entonces vas a huir de cualquier cosa que te ponga en contacto con tus sentimientos de inseguridad.
Y ¿has notado qué tan a menudo esas partes de nosotros son tocadas? Cuanto más te cercas a una situación o a una persona, más afloran estos sentimientos. A menudo, cuando estás en una relación, todo comienza muy bien, pero cuando se vuelve más íntima y comienza a emerger tu neurosis, simplemente te empiezan a dar ganas de escapar de ahí.
Así que estoy aquí para decirte que el camino hacia la paz está justo ahí, cuando sientes el deseo de huir. Puedes navegar a través de la vida no dejando que nada te toque, pero si realmente quieres vivir plenamente, si quieres participar en la vida, tener relaciones genuinas con otras personas, con los animales, con la situación del mundo, definitivamente vas a tener que vivir la experiencia de sentirte provocado, de engancharte, de shenpa. No sólo vas a sentir dicha. El mensaje es que cuando esos sentimientos surgen, no se trata de ningún fracaso. Es la oportunidad que tienes de cultivar maitri, una amistad incondicional hacia tu perfecto e imperfecto ser.
La bodhichitta relativa también incluye el despertar de la compasión. Uno de los significados de la compasión es “sufrir con,” estar dispuesto a sufrir con los demás. Esto significa que en el grado en el que puedas trabajar con la totalidad de tu ser - tus prejuicios, tus sentimientos de fracaso, tu autocompasión, tu depresión, tu rabia, tus adicciones, más te vas a conectar con otras personas desde esa totalidad. Y será una relación entre iguales. Serás capaz de sentir el dolor de otra gente como el tuyo propio. Y serás capaz de sentir tu propio dolor y saber que está siendo compartido por millones.
La bodhichitta absoluta, también conocida como shunyata, es la dimensión abierta de nuestro ser, el corazón y la mente completamente abiertos. Sin etiquetas de “tú” y “yo,” “enemigo” y “amigo,” la bodhichitta absoluta siempre está aquí. Cultivar la bodhichitta absoluta significa tener una relación no-conceptual con el mundo, sin prejuicios; es tener una relación directa, sin editar con la realidad.
Ese es el valor de la práctica de la meditación sentada. Te entrenas para volver al momento presente sin adornos, una y otra vez. Cualquier pensamiento que surge en tu mente, lo tratas con ecuanimidad y aprendes a dejar que se disuelva. No hay ningún rechazo hacia los pensamientos y emociones que afloran; más bien, nos damos cuenta que los pensamientos y las emociones no son tan sólidas como creíamos que eran.
Se requiere de valentía para entrenarse en la amistad incondicional, se requiere de valentía para entrenar ese “sufrir con,” se requiere de valentía para quedarse con el dolor cuando surge y no huir o levantar barreras. Se requiere de valentía para no morder el anzuelo y dejarse arrastrar. Pero conforme lo hacemos, la realización de la bodhichitta absoluta, la experiencia de qué tan abierta y sin restricciones realmente es nuestra mente, comienza a abrirse paso en nosotros. Como resultado de sentirnos más cómodos tanto con las altas como con las bajas de nuestra vida ordinaria, esta realización se hace más fuerte.
Comenzamos echándole un vistazo más de cerca a nuestra previsible tendencia de engancharnos, de separarnos de nosotros mismos, de encerrarnos en nosotros mismos y levantar muros. A medida que entramos en intimidad con estas tendencias, se vuelven gradualmente más transparentes, y vemos que en realidad hay espacio, un espacio ilimitado, un espacio capaz de acoger. Esto no quiere decir que ahora la vida sea felicidad y comodidad permanente. Ese espacio incluye dolor.
Aún podemos seguir siendo traicionados, podemos seguir siendo odiados. Podemos seguir sintiéndonos confundidos y tristes. Lo que ya no haremos es morder el anzuelo. Lo agradable ocurre. Lo desagradable ocurre. Lo neutral ocurre. Lo que gradualmente aprendemos es a no dejar de estar plenamente presentes. Necesitamos entrenar en este nivel tan básico debido al sufrimiento generalizado que hay en el mundo. Si no nos entrenamos centímetro a centímetro, un momento a la vez, en superar nuestro miedo al dolor, entonces estaremos demasiado limitados en cuanto a nuestra capacidad de ayudar. Estaremos limitados para ayudarnos a nosotros mismos, y limitados para ayudar a todos los demás. Así que comencemos con nosotros mismos, justo donde estamos, aquí y ahora.
(Un extracto traducido por Tarsila Murguía de “Practicing Peace in Times of War,” / http://www.lionsroar.com/turn-your-thinking-upside-down/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario