domingo, 20 de marzo de 2016

¿Vives programado siguiendo guión? ¿Será hora ya de vivir tu propia vida?











Eric Berne observó que todas las personas a las que acompañaba en su proceso de terapia psicológica actuaban siguiendo lo que él denominó un “guión de vida”, que es como el argumento prestablecido de una obra dramática que la persona se siente obligada a representar, independientemente de si se identifica o no con su personaje. Y es que cuando uno está representando un guión lo que está haciendo es actuar según la definición del personaje que ha sido escrita por otro.
Eric Berne: Los argumentos están destinados a durar toda la vida. Se basan en decisiones de infancia y una programación paterna constantemente reforzada. El refuerzo puede tomar la forma de contacto cotidiano, como en los hombres que trabajan para su padre, o las mujeres que telefonean a su madre cada mañana para charlar, o puede aplicarse con menor frecuencia y mayor sutileza, pero con la misma fuerza, a través de un trato ocasional. Después de morir los padres, sus instrucciones pueden recordarse más vívidamente que nunca.
Dado que es en la infancia más tierna cuando se establecen las bases de la famosa autoestima, del valor propio y del valor de los demás, se trata de tomar conciencia de cuáles son los elementos de ese guión, entre los cuáles cabe destacar los siguientes elementos:
– Los mandatos: el mandato, o “la maldición” utilizando la terminología de los cuentos de hadas, hacen referencia a las prohibiciones o inhibiciones en el comportamiento del niño. Siempre se refieren a la negación de una actividad y están en relación directa con los deseos, temores o enojos de las figuras parentales. Los mandatos varían según la intensidad, la zona de restricción y el daño que pueden causar. Pueden ir desde un “no vivas”, hasta un “no seas tú mismo”, pasando por un “no pertenezcas”, “no lo logres”, “no sientas” o “no pienses”. Según Berne, los mandatos son los mensajes que llegan al niño (principalmente de forma no verbal) a base de ser repetidos día tras día por sus padres o por las personas que tienen una fuerte influencia emocional en él, o excepcionalmente a causa de una circunstancia vivida como dramática. La lista de mandatos de los que podemos ser objeto es sumamante extensa y, debido a su importancia, escribiremos sobre su generación y resolución en un próximo artículo.
– Un segundo elemento importante a la hora de construir el guión de vida son las atribuciones. Como su nombre indica, una atribución le dice al niño lo que debe hacer o lo que debe ser. A diferencia de los mandatos, que son de naturaleza limitante, las atribuciones cargan al pequeño con aquello que se espera o desea que sea. También, como en el caso de los mandatos, la posible lista de atribuciones es ilimitada: “eres como tu tío”, “eres igual que el abuelo”, “eres… bueno, malo, listo, torpe, sano, frágil, especial, distinto, tremendo, etc”. Etiquetas que, a base de repetición, se pueden colgar en la mochila que moldea y construye la plástica y flexible identidad de un pequeño que busca ser amado, protegido y reconocido.
Una revisión del guión de vida implica analizar diferentes dimensiones de la existencia relacionadas con el deseo, las creencias, las elecciones y las vocaciones. Por ello, el trabajo no es rápido ni sencillo, ya que abordar según qué dimensiones del recuerdo así como revisar los significados otorgados a las circunstancias y personas del pasado y del presente requiere un trabajo sistemático basado en el coraje, la paciencia y un profundo deseo de cambio. Todo ello para redefinir la propia identidad, si cabe, así como las creencias y los permisos que nos acompañan en relación con las cuestiones más importantes de la vida: la pareja, el sexo, la religión, la vocación, la política, el placer, la prosperidad, etc.
El futuro de cada ser humano depende de muchas cosas, pero no conviene obviar la propia responsabilidad como uno de los factores, por no decir el factor, de mayor importancia. Esa responsabilidad se expresa en la voluntad y capacidad de generar cambios en uno mismo y en las propias circunstancias. Y, sobre todo, en la determinación para asumir la dirección de la propia vida realizando los cambios y renuncias que sean necesarios para ello. Porque quizás la consecución de la verdadera libertad llega cuando somos capaces de renunciar a lo que somos en favor de lo que podemos llegar a ser, es decir, cuando asumimos el reto de escribir y vivir nuestro propio guión de vida.
Fuente: Alex Rovira

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