Toma de decisiones y clarificación de valores
Por Ana Muñoz
La técnica de toma de decisiones recibe también el nombre de clarificación de valores, debido a que las decisiones que tomamos están basadas en los valores personales. Los valores son las reglas que rigen las vidas de las personas.
Los valores pueden ser de muy diversos tipos, desde preferencias arbitrarias poco importantes, como preferir un color antes que otro, hasta principios morales, como "no está bien robar".
Algunos de los valores más frecuentes de las personas son: evitar el sufrimiento a toda costa, sentirse seguro, cumplir las promesas, estar enamorado, sentirse aprobado y querido por los demás, tener éxito, no tener nada que hacer, decir lo que se piensa, ser único, ser uno más del grupo, etc.
Los valores son diferentes para cada persona, aunque algunos predominan en una sociedad determinada y son mantenidos por una mayoría. En ocasiones, una misma persona puede albergar valores contradictorios.
Sean cuales sean los valores, en ellos se basan la mayoría de nuestras decisiones. Por este motivo, es importante ser consciente de cuáles son tus valores, cuáles de ellos son los más importantes, cuáles deseas mantener y cuáles han dejado de serte útiles o son negativos y desearías cambiarlos.
Conocer tus valores puede ayudarte a tomar decisiones, vencer la apatía, aumentar la autoestima o ser menos conformista.
Los valores principales
En general, para la mayoría de las personas, los valores principales pueden clasificarse dentro de las siguientes áreas:
- Vida, conciencia, actividad
- Salud, energía fuerza
- Placeres y satisfacciones
- Felicidad, complacencia
- Verdad
- Conocimiento, sabiduría
- Belleza, armonía
- Experiencia estética
- Buenas disposiciones morales o virtudes
- Amor, amistad, cooperación
- Justicia
- Armonía y proporción en la propia vida
- Éxito y poder
- Autoexpresión
- Libertad
- Paz, seguridad
- Aventura, novedad
- Buena reputación, honor, estimación de los demás
Dos tipos de valores
Existen dos tipos de valores: los morales y los no morales. Los primeros están relacionados con el concepto del bien y el mal y guían las conductas éticas.
Son valores como decir la verdad, no hacer daño a los demás, cumplir las promesas, etc.
Los valores no morales están relacionados con los gustos y preferencias de las personas, establecen lo que es deseable o indeseable y no tiene ningún sentido de obligación, como ocurre con los valores morales. Es decir, son más flexibles. Son valores como salir a cenar en vez de quedarte en casa, o leer un libro en vez de ver la tele.
Valores y malestar emocional
Cuando los valores son confusos, inapropiados o están en conflicto entre ellos, pueden crear problemas y malestar emocional de distinta forma:
1. Cuando una persona no ha desarrollado su propio sistema de valores y se rige por lo que dicen los demás (sus padres, la sociedad, las costumbres) puede encontrarse en más de una ocasión con conflictos internos, cuando sus propias preferencias chocan con las de los demás.
Por ejemplo, imagina que deseas casarte con una persona que tu familia considera inapropiada. En este caso, deberás decidir cuál es para ti el valor principal y de más peso: satisfacer a tu familia, o el amor que sientes hacia esa persona.
2. Valores no morales en conflicto. Imagina que valoras mucho tener tiempo libre, pero también valoras tener unos ingresos altos.
Si para lograr esos ingresos necesitas trabajar tanto que no tengas tiempo libre, te vas a sentir infeliz y puede que no tengas del todo claro por qué. En este caso, necesitarías tener claro qué valores están en conflicto y cuál es más importante, y quizás necesites revisar y cambiar determinados valores.
3. Cuando los valores morales y no morales entran en conflicto.
Imagina que hay algo que deseas mucho, pero para conseguirlo haces algo que consideras que no es del todo ético.
Esto generará un conflicto que puede llevarte al sentimiento de culpa, autocastigo o autosabotaje (por ejemplo, sabotear tus posibilidades de ascenso en tu empresa porque consideras que has conseguido el trabajo de un modo poco ético).
Ser consciente de qué valores están en juego y de este conflicto puede ayudarte a solucionarlo.
4. Valores excesivamente rígidos.
Por lo general, los valores no morales son más flexibles que los morales. Sin embargo, si tu actitud ante los valores no morales es la misma que ante los morales, vas a tener problemas.
Por ejemplo, puedes considerar que la gente a quien no le guste lo mismo que a ti son unos ignorantes, o que los que visten mal son despreciables, o que la gente que no lee no vale nada. Es decir, serás una persona intolerante para quien cualquiera que no comporta tus preferencias es casi como un criminal.
5. Valores débiles. Si, por el contrario, consideras los valores morales con la misma ligereza que los no morales, también vas a tener problemas.
Cumplir una promesa o decir la verdad no puede estar al mismo nivel que preferir el pantalón azul antes que el verde. Si no te atienes con mayor firmeza a tus valores morales, los demás no confiarán en ti y tu autoestima se resentirá porque no tendrás experiencias de integridad personal.
6. Normas dobles. Los derechos y las obligaciones van siempre unidos. No puedes esperar ser tratado con justicia si no tratas justamente a los demás, y si tienes la obligación de ser respetuoso con los demás, tienes también el derecho a que lo sean contigo.
Así pues, las normas dobles aparecen cuando una persona exige un derecho sin aceptar la obligación correspondiente, cuando niega a los demás el derecho que exige para sí misma, o cuando exige a los demás una obligación que ella no cumple.
Esto genera el rechazo y acusación de los demás, así como malestar interno por ser consciente de la propia hipocresía.
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