El sistema socioeconómico vigente, comúnmente llamado capitalismo, nada tiene que ver con la Economía de los Dones (ECODON) y cuenta, desde su aparición en el siglo XVI, con siete señas fundamentales de identidad:
+Prioridad del valor de cambio de las cosas (su precio de transacción en el mercado) en detrimento tanto de su valor de coste (lo que cuesta producirlas) como de su valor de uso (su utilidad para el ser humano), lo que alienta y alimenta la especulación como esencia y razón de ser del sistema.
+Maximización del beneficio, a costa de lo que sea, como objetivo central de la actividad económica.
+Apropiación y acumulación en unas pocas manos de ese beneficio, de los recursos y del capital, impidiendo la distribución social de la riqueza y obligando a los seres humanos a venderse como fuerza de trabajo, ajeno a sus dones y talentos, como único medio para la obtención de los ingresos con los que cubrir sus necesidades básicas y las provocadas artificialmente por el propio sistema,
+Geo-estrategia expansionista permanente, no dudando en utilizar para ello la creación de conflictos y guerras de pequeña o gran escala, así como la generación de una sensación constante de inseguridad que mantenga a la gente prisionera de sus miedos y dispuesta a ver como salvadores a los que producen esa misma inseguridad de manera directa o usando a otros de tapadera.
+Voracidad ecológica, situando a la Naturaleza y al planeta entero al servicio de la maximización del beneficio y las estrategias de acumulación de la riqueza por unos pocos, con despreocupación de sus impactos medioambientales y sus efectos en el hábitat natural de supervivencia de la Humanidad.
+Sometimiento de la ciencia y los adelantos tecnológicos a los dictados de la maximización del beneficio, la geo-estrategia expansionista y los intereses de los que se han apropiado de la riqueza social.
+Por último y no lo último, fomento entre las personas de un sistema de creencias que alimenta una visión egocéntrica del mundo y de la vida, alejada de cualquier sentido trascendente de la existencia y apegada a lo material.
Sobre estos siete pilares, el sistema ha crecido y se ha desarrollado en tres grandes fases, correspondiendo la última a su mutación actual, mal llamada crisis.
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