En su último libro, "El Tránsito", Emilio Carrillo aborda uno de los grandes “tabúes” de nuestra sociedad: la muerte, partiendo de su experiencia cercana a la muerte y otras vivencias.
Emilio Carrillo es autor de 54 libros de materias que van de la historia a la poesía, pasando por filosofía, espiritualidad o economía. Los tres últimos: "Dios", de la Editorial Nous en el 2013, “Sin mente, sin lenguaje, sin tiempo” (La practica cotidiana de la divinidad), de Ediciones Ende en 2015, y en este año también ha publicado "El Tránsito: vida más allá de la vida y experiencias cercanas a la muerte", de Editorial Sirio. Este ha sido el objeto de nuestra conversación con Emilio Carrillo, aprovechando su paso por Madrid, camino de una conferencia en Asturias.
Economista, político, profesor de la Universidad durante muchos años, su vida da un giro a partir de una serie de experiencias vitales y conscienciales y su atención fue centrándose prioritariamente en la Filosofía y la Espiritualidad.
Con un programa repleto de conferencias e intervenciones para todo el año 2016, vuelve a la Universidad esta vez para impartir clases de Espiritualidad en la Universidad de Barcelona, al tiempo que comparte con su trabajo en la Diputación provincial de Sevilla.
-La muerte ¿por qué has elegido un tema del que tan poco nos gusta hablar en nuestra sociedad?
-En la práctica social se ha ido haciendo mayoritaria una especie de huida de la muerte a través de una serie de hábitos: la gente ya no muere en su casa, sino en los hospitales. En cuanto muere se le envía al tanatorio y con esto el contacto que se tiene con familiares y amigos es muy indirecto y no hay una conexión con el muerto. Yo tuve la oportunidad de vivir la muerte de mi madre en casa y fue totalmente distinto. Este movimiento de la sociedad es como si se quisiera negar las existencia de la muerte.
Como consecuencia de esta negación, hemos olvidado como hacer el acompañamiento al moribundo. Hay una práctica extendidísima de ocultar al enfermo que está en estado terminal, que le queda poco para su muerte. La persona que va a hacer el transito, que va a desencarnarse tiene que tener ese conocimiento y prepararse y el entorno tiene también que saberlo.
Hay un interés en querer escapar de todo esto y este libro incide en todo lo contrario. Nos recuerda que la muerte esta ahí, para que le perdamos el miedo y para que comprendamos que la muerte es una fase más dentro de la propia vida.
-Dices en algún lugar del libro: “Tener miedo a la muerte, es tener miedo a la vida”…
-Efectivamente pasa eso. Cuando le tienes miedo a la muerte vives el día a día temiendo que te pase algo a ti o a tus seres queridos. Vives desconfiando de la vida.
La muerte no existe, no existe. Existe para lo que yo llamo el coche, el cuerpo mental y emocional. Cuando le pierdes el miedo a la muerte te paseas por la vida de otra manera: con confianza y esto genera a su vez una actitud vital que a la mente desconcierta mucho, que es la aceptación vital. Si confías en la vida, aceptas. Empiezas a darte cuenta que todo tiene su sentido, de que todo tiene su por qué y su para qué, de que todo encaja. Eso que a la mente le parece malo, tiene unas implicaciones que va a llevar a esto o aquello…. Empiezas a darte cuenta que la vida es sabia. De que muchas veces somos nosotros desde la mente, en nuestra ignorancia que criticamos, nos quejamos, sin darnos cuenta de que la vida es enormemente sabia y enormemente amorosa.
Perder el miedo a la muerte es la llave que te abre todas esas puertas. Hace que enfoques la vida con una confianza totalmente distinta, la confianza lleva a la aceptación y la aceptación te lleva a vivir sin queja, algo totalmente sensacional.
-Cada vez que vivimos algún episodio de violencia social, sea atentados o accidentes, el miedo a la muerte se vuelve apabullante…
-Es importante recordar que somos siempre el conductor, el que toma la decisión, de modo y manera que nadie muere por casualidad, nadie. Eso visto desde la mente, la mente no lo entiende. Hay que contemplarlo desde el corazón. Pero la realidad es que tu y yo, cualquiera, elegimos cuándo y cómo morimos. Las personas que mueren en un atentado han elegido ese cuándo y ese cómo.
Yo cuento una experiencia tremenda que tuve en el 2008 con relación al terremoto de Haití que murieron 270.000 personas. Recuerdo que un grupo de amigos nos planteamos hacer una meditación para enviar energía a tantos conductores que estaban desencarnando y que nosotros, desde la mente, creíamos que estarían aturdidos, dolidos, por haber muerto de esa manera, muchos de ellos asfixiados al caerles encima avalanchas de tierra… Nos pusimos a meditar para conectar con esa realidad y aportarles luz y apoyo en esa situación. Cuando terminamos, en la puesta en común, todos estábamos llorando y cuando compartimos entre nosotros todos habíamos visto lo mismo y ¿qué vimos? Una fiesta. Lo que nuestra mente había dibujado como algo terrorífico, vimos que aquellos desencarnados estaban subiendo en luz, y lo estaban haciendo en absoluta felicidad, y lo que nos decían es que cada uno habían vivido experiencias diferentes, pero allí pactamos que nos iríamos juntos así. Y ¿por qué de esas catástrofes? Uno puede preguntarse. Muy fácil, de vez en cuando tienen que suceder cosas que ayuden a que la gente se pare. Vivimos a una velocidad tan tremenda que se nos van los días metidos en una vorágine en un lío físico y material. Cuando hay un sucedido como el terremoto o los atentados, la gente se para, y es como un golpe en la mesa. Es verdad que cada uno reacciona según su nivel de conciencia… y se pregunta ¿y esto que es? Y según el grado de conciencia unos reaccionan con miedo y otros con amor.
-¿Cómo fue la experiencia de cambiar el discurso económico y político por tu actual discurso espiritual?
-A partir del año 2000 a través de un libro que “causalmente” cayó en mis manos, “El Kibalión”, que empecé a leer en el curso de un viaje en avión, me empiezo a dar cuenta de que ese libro yo lo conocía, lo entendía y me empecé a plantear cosas que nunca me había planteado: la posibilidad de que nos reencarnemos, y que el conocimiento que yo tenía de ese libro viniera de otras vidas y no de esta vida. A partir de ahí poco a poco, al ritmo que correspondía, empecé a interesarme y redescubriendo otras cosas, y todo sucedió sin rubor de ningún tipo. Cuando presenté mi primer libro sobre estos temas en el 2005 “Los Códigos Ocultos”, la propia editorial me preguntaba: ¿Tú estás seguro? Pues te van a crucificar…. Pero no pasó nada… Imagino habría comentarios sobre mi cambio.
Para mi era el recuerdo de una realidad tan plena, era tan real, tan divino, tan maravilloso, aportaba tanto a mi vida que no podía dudar, ni parar. Aunque pudiera internamente pensar que mas de uno o de dos se preguntara si se me habría ido la olla; a mi me daba igual. Mi vida estaba transformándose en una vida distinta: llena de paz, llena de armonía, llena de amor. Y eso es lo que me ha ido empujando en todos los cambios que he realizado. Eso me llevó a ir abandonando la política, después las clases de economía en la Universidad. Lagente me decía ¿cómo vas a dejar las clases después de llevar 30 años en la Universidad? Pues lo dejé. Mi vida me lleva por otros derroteros y esto es lo que me llena de gozo y felicidad… y mira por donde al cabo del tiempo la Universidad me ofrece dar clases de Espiritualidad….
-Este proceso consciencial que has vivido ¿es el destino común de todo hombre o el de algunos privilegiados?
-Es el destino común a todos los hombres; siendo colectivo es personal y siendo personal es colectivo. Cuando analiza uno el proceso, yo lo cuento desde mi perspectiva personal, no tengo duda que la evolución en conciencia de la humanidad también ha influido en mí. No tenemos conciencia de como es la formación de la conciencia mental colectiva, a través de los campos morfogenéticos: el aprendizaje comunitario de una habilidad, partiendo de un aprendizaje individual.
En el campo espiritual, los católicos lo llaman el cuerpo místico de Cristo. Estamos conectados: tu evolución en la conciencia está influyendo en mi y mi evolución, influye en ti y finalmente todos los miembros de una especie, en este caso humana, estamos en red de manera que el proceso consciencial es individual y al tiempo es colectivo. Por lo tanto no se trata de privilegiados, todos estamos en este proceso.
-¿Crees que se está produciendo un gran Pentecostés, que el Espíritu está soplando en toda la sociedad para un gran despertar, un proceso consciencial colectivo?
-No solamente lo creo, sino lo veo. Sabes que yo a esto no me dedico profesionalmente, soy funcionario público lo que me permite desplazarme por España a dar muchas charlas y veo que la conciencia se está expandiendo de una manera tremenda. No soy tan iluso de pensar que la gente va a las charlas nada mas que por mí. Sino que hay un interés en lo que digo, movimiento de conciencia que no sale en los medios de comunicación, salvo en revista como las vuestras. Voy a foros muy amplios que se quedan totalmente saturados de asistencia. Yo no soy tan iluso de pensar que yo soy esto o lo otro. No. Hay un ansia muy fuerte de Espíritu en España y en todos los sitios.
También me he dado cuenta, observando el porcentaje de hombres/mujeres que acude a las charlas, que durante los dos últimos años ha aumentado considerablemente la presencia de hombres, si bien sigue siendo mayoritaria la presencia de mujeres.. No solamente hay más gente, sino que empieza haber mayor número de hombres.
-Volviendo al tema de tu último libro, El Tránsito, dices que este puede durar mucho…. ¿qué es el transito propiamente dicho?
-La vida en el plano humano es vivir una serie de experiencias que no se pueden vivir, salvo aquí. Nosotros nos encarnamos en este plano para vivir estas experiencias humanas. Para eso utilizamos el coche (el yo físico, mental, emocional) que nos permite vivir las experiencias.
Vividas las experiencias, desencarnamos. Para utilizar un símil de lo que es el tránsito, podemos hablar de que la vida tiene una habitación que es este plano físico, cuando esto termina la vida sigue mas allá en donde hay un plano de luz que es otra habitación. Entre la habitación física y la habitación del plano de luz hay un espacio intermedio que también es vida: ese es el transito. Cuando desencarnamos tenemos que pasar por ese corredor, por ese estado intermedio y eso lo vive cada cual según su estado de conciencia. Cuando desencarnamos, el estado de consciencia va a ser el mismo que tenías en el segundo anterior a desencarnar, no cambia. Ese espacio intermedio que es el tránsito lo empiezas a vivir con el estado de conciencia con el que has desencarnado para llegar al plano de luz y se tienen que dar dos requisitos muy sencillos: primero saber que físicamente has muerto y estás desencarnado, es decir que te has muerto y segundo, aceptarlo. Cuando te das cuenta y lo aceptas, pasas a la zona de la luz, a la otra habitación. Pero si por los motivos que sean no te das cuenta o no lo aceptas y en lugar de llegar a la habitación de luz sigues queriendo volver o seguir en contacto con tu plano físico, no pasa nada, pero te quedas ahí en el estado de tránsito. Cada uno tiene el propio transito, el que necesita. Va a durar el tiempo que se necesite para vivir las experiencias que quieres vivir hasta que te des cuenta que has fallecido y lo aceptes.
En el libro hago uso de la película “El sexto sentido”. El protagonista ejemplifica muy bien lo que es estar en el tránsito y no darse cuenta. Solo al final de la película lo acepta. Cuando no te das cuenta que has muerto empiezas a crear un mundo de ilusión en donde te inventas excusas para todo. Es muy importante saber que el transito es un estado intermedio entre el plano físico y el plano de luz que se vive en el estado de conciencia con el que se desencarna. En mi experiencia, en menos de dos horas estaba ya entrando en el otro plano. Puede ser cuestión de minutos, o de pocas horas, pero también puede durar mas, si estas muy apegado a lo físico o tienes miedo a que te juzguen, que es otro tema que hecha para atrás , entonces puedes verte pillado.
-¿Qué determinó tu vuelta?
-Mi vuelta la determinó el encuentro con una presencia de Amor, yo la denomino Energía Crística, que en nuestra cultura espiritual la identificamos con Jesús de Nazaret, pero que trasciende esta figura. Yo sentí un encuentro con Cristo Jesús que me decía: “¿estás en paz? ¿estás en armonía?” Y yo le dije que si. “Y si volvieras ¿estarías en paz y en armonía?” Y yo le dije que sí, que estaría en paz y en armonía. Entonces me dijo: “pues vuelve”. Volví y no pregunté más
Incluso antes, durante el proceso de enfermedad lo viví con mucha paz, y tranquilidad. Ya en el transito estaba en esa paz.
Después al cabo de un año, haciendo una meditación volví a encontrarme con esa presencia Crística, que me planteó: “volviste y no me preguntaste por qué tenías que volver”. Dije: “pues no tengo necesidad de saberlo”. Y me dijo: “pues yo si quiero que lo sepas. Volviste primero para trasmitir seguridad a la gente. Estás viviendo y vas a vivir experiencias que no son solo para ti, son para que las compartas con otros” y a eso me dedico y “en segundo lugar para que te des la gozada y yo dármela a través tuya”. Es decir para disfrutar de lo que haces.
-¿Te alegras de haber vuelto?
-Agradezco el haber vuelto porque mi vida es gozo y no es que lo pasara mal en la etapa anterior pero no vivía la vida con la plenitud con la que la vivo ahora.
He entendido muy bien a San Juan de la Cruz en el Cántico Espiritual, esa obra llena de fuerza, energía, alegría, sensualidad y erotismo, en una estrofa que yo hago mía como forma de vida: “Mil gracias derramando, paso por estos sotos con presura y índoles mirando, con solo su figura, vestidos los dejó de su hermosura”. Yo lo hago mío no por prepotencia, ni nada egóico, sino porque creo es la vacación de todo ser humano. Es la transformación que vive San Juan de la Cruz en esta vida: “la amada en el amado trasformada”. Cuando se produce el encuentro, mi vida, la tuya o la de cualquiera, se transforma, y “te paseas por estos sotos con soltura”. Las ataduras, todo eso lo has soltado y vas derramando mil gracias y te das cuenta de que con solo tu figura llenas todo de hermosura, porque somos divinos. Entonces únicamente contemplo la divinidad, la contemplo en todo. La contemplo en lo que llamamos actos de amor y la contemplo en lo que son los actos de violencia; en el amor y en el odio, en la alegría, en la soledad, en la depresión. Discierno el sentido profundo que todas las cosas tienen, sea lo que sea. Comprendo a personas que están viviendo momentos duros de locura, y veo que en eso hay un sentido oculto.
Cuando esa madre que ha perdido un hijo y que se ha querido suicidar estalla en el gozo, estalla en el Amor. La Vida es una auténtica maravilla y la mente no sirve para comprender esto.
-Emilio quiero aprovechar esta ocasión para preguntarte por un libro que escribiste hace un par de año: Dios. ¿Existe el peligro de un reduccionismo cultural y personal al tocar el tema de Dios?
-Dios no es una creencia, Dios es una experiencia. Es la Experiencia. La divinidad es todo, soy yo; las religiones han encorsetado la idea de Dios y las palabras no sirven para contener la divinidad. Nos empeñamos en meterle en el molde de la creencia y Dios no es una creencia
En la evolución de la conciencia de la Humanidadse está empezando a contemplar en ámbito mayoritario lo que antes era únicamente minoritario en el ámbito de la mística, tanto cristiana, sufí, u oriental que trascribía la idea de un Dios interior. El resto creía en un Dios exterior que no se sabía muy bien por dónde andaba; un Dios que te juzga, te observa, te premia, te castiga… un Dios terrible y esa era la manera de concebir la divinidad.
Los místicos te decían que no. Hablan de una divinidad distinta. Santa Teresa, San Juan de la Cruz, o Rumi en el ámbito sufí, te hablan de tu transformación en Dios. Los místicos experimentaron un Dios interior, pero el resto de la humanidad ha seguido con la idea del Dios exterior. Esta idea del Dios exterior es la que tienen algunos creyentes y los no creyentes.
Los místicos no participaron de esta concepción de la divinidad pues consideraban que Dios no es exterior a uno mismo y eso se esta empezando a vivir ahora de una manera más generalizada.
Conforme escucho a Emilio Carrillo me llega el recuerdo de algo que creo decía el teólogo Karl Rhaner: “Los cristianos del siglo XXI serán místicos o no serán nada”
Hemos preguntado en la RRSS que les gustaría preguntar a Emilio Carrillo y hemos seleccionado un par de preguntar, por motivo de espacio.
-¿En que estado mental hace el transito una persona que por su enfermedad ha estado sedada?
-Es muy importante ser consciente de que todo lo que tiene que ver con el yo físico –emocional- mental se queda aquí. Lo que desencarna es conciencia. La mente pertenece al mundo del cerebro, al mundo de lo que se mueve aquí. Tenemos que estar muy tranquilos pues todo lo que ha podido influir, afectar a parte del coche,- físico-emocional-mental-, no tiene nada que ver con la consciencia. Puede que una persona sedada físicamente, en coma, en consciencia esté viviendo esta experiencia y cuando la consciencia sale, no esta atorada por todo lo que el cuerpo/coche haya podido vivir. Hay que estar muy tranquilos pues ni los estados de coma o de sedación influyen en el tránsito.
-¿Cuál es la verdadera riqueza que nos seguirá en el tránsito?
-El estado de consciencia que se ha ido construyendo con todas las experiencias. Cuando llega el momento de la muerte tu tienes ahí acumulado un capital en el estado de conciencia y eso es lo que pasa.
-¿Qué papel tiene el dolor en la vida?
-Todas las experiencias impulsan nuestro estado de conciencia: alegría, tristeza, gozo, soledad,…y todas son valiosas. El impulso del estado de conciencia lo podemos llevar a cabo desde el gozo, y para nada vivir experiencias de dolor. El problema es que no seas capaz de percibir el gozo, de computar el gozo, entonces para evolucionar no tienes mas remedio que hacerlo a través del dolor.
En esto tiene mucho que ver la mente: la mente que es prodigiosa y extraordinaria y que sirve para muchas cosas, no sirve para vivir y sin embargo nos empeñamos en vivir a través de la mente. La mente funciona en el contraste, todo lo divide en positivo y negativo, la salud y la enfermedad y curiosamente enfoca lo negativo. La mente está en su dualidad y computa lo negativo. La mente computa la enfermedad..
Tenemos el gozo y el dolor delante y el gozo no lo ves pero como necesitamos experiencias para impulsar nuestro proceso consciencial, si nuestra experiencia de gozo no la computamos y no le sacas jugo, nos centramos en la experiencia de dolor para evolucionar consciencialmente.
-Tu despedida “en el Amor, desde el Amor, con y para el Amor”, me conmueve ¿qué es el Amor, más allá de una palabra desgastada?
-Tomando como base la cultura espiritual más cercana, que es la cristiana, la primera carta de Juan dice “Dios es Amor” “Quien no conoce el Amor no conoce a Dios” Pero Dios no es algo exterior, volvemos a lo de antes. Dios es yo y eso es Amor. Amor somos tu y yo. Es nuestra esencia, es nuestro ser. Somos Amor, conscientes de que el Amor no es una emoción humana. En las emociones humanas hay cosas preciosas pero el Amor de verdad no pertenece al mundo de las emociones humanas, forma parte de la consciencia del conductor.
-En una parte del libro divides al hombre en cuerpo, alma, espíritu. ¿La unidad esta en el espíritu?
-Si, efectivamente, la unidad esta en el espíritu.
-¿Hay personas que no activan el espíritu?
-Esto se narra en los Hechos de los Apóstoles cuando un grupo de 120 personas vivieron una activación del espíritu por la venida del Espíritu Santo. Espíritu tenemos todos pero es verdad que hay personas que lo tienen dormido. No lo tienen activado.
-Porque amar a todo el mundo es muy difícil… imposible diría.
-No pasa nada porque haya personas con las que no se sintonice, eso pertenece a este plano humano y no sucede nada. Desde las emociones humanas no se puede estar volcado en todas las gentes. En este plano estamos en la diversidad, hay personas con las resuenas mas, personas con las que resuenas menos y no pasa nada. Cuando hablamos de Amor, no es tema de las emociones humanas, hablamos del mundo del Espíritu.
… Y seguiríamos hablando con él. La conversación fluye y sus palabras caen en el interior con la precisión que el agua del río busca los desniveles…Espero y deseo lo hayan disfrutado. Buscaremos más ocasiones de hablar con él.
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Feliciana García Gómez
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Descubriendo mi interior, puedo llegar a aquel lugar que se quiere expresar mediante las expresiones de otros... Gracias.
lunes, 7 de marzo de 2016
Entrevista a Emilio Carrillo para la revista “Espacio Humano”
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