Copiado del libro de papel y tinta…EL CAMINO HACIA EL AMOR…de Deepak Chopra, por Tahíta
Todos necesitamos creer que somos amados y dignos de amor. Iniciamos la vida confiados en ambas cosas, bañados en el amor de una madre y arropados en nuestra propia inocencia. El amor nunca fue puesto en duda, pero, con el tiempo, nuestra certeza se fue empañando. Si te observas ahora ¿puedes aún decir las dos cosas que todo bebé podría expresar, si dominara la palabra?
Soy completamente amado.Soy completamente digno de amor.
Pocas personas pueden hacerlo, pues al observarte con franqueza, detectas defectos por los que no eres del todo digno de amor, ni perfectamente amado. En muchos sentidos, eso te parece correcto, pues el amor perfecto no pertenece a éste mundo. Sin embargo, en un sentido más profundo, lo es: lo que tomas por defectos son, en realidad, las cicatrices de dolores y heridas acumuladas a lo largo de toda una vida. Cuando te miras en el espejo, crees estar viéndote de un modo realista; pero el espejo no revela la verdad que resiste pese a todas las heridas:
Fuiste creado para ser completamente amado y completamente digno de amor, por toda la vida.
En cierto sentido, es asombroso que no te des cuenta de esto, pues por debajo de todo lo que piensas y sientes, la inocencia se mantiene intacta. El tiempo no puede mancillar tu esencia, tu porción de espíritu. Pero si pierdes de vista esta esencia, confundirás tu yo con tus experiencias, y no caben dudas de que las experiencias pueden hacer mucho para eliminar el amor. En un mundo a veces hostil y brutal, conservar la inocencia parece imposible. Y así descubres que solo experimentas una limitada cantidad de amor, que eres digno de amor, solo hasta cierto punto.
Esto puede cambiar.
Aunque te veas a ti mismo en términos limitados, como una mente y un cuerpo confinados en el tiempo y el espacio, existe una tradición de enseñanzas espirituales que afirma lo contrario. En espíritu, no te atan ni el tiempo, ni el espacio no te toca la experiencia. En espíritu eres inocente y siempre lo has sido. En espíritu, eres amor puro.
Si no te sientes completamente amado, ni completamente digno de amor es porque no te identificas con tu naturaleza espiritual. Tu sentido del amor ha perdido lo único de lo que no puede prescindir: su dimensión superior. ¿Cómo sería restaurar esa parte perdida de ti?
Mente cuerpo y espíritu se unirían; ésta unión crea el amor que tienes para dar.
Tú y tu ser amado se unirían; esto crea el amor que tienes para compartir.
En nuestra naturaleza más profunda, cada persona está destinada a ser el héroe o la heroína de una eterna historia de amor. La historia se inicia en la inocencia, con el nacimiento de un bebé en los brazos amantes de una madre. Continúa mediante etapas de crecimiento, según el niño sale al mundo. Sumando más y más experiencias, el círculo del amor se amplía, incluyendo primero a familiares y amigos, al compañero íntimo después, pero también incorporando el amor por cosas abstractas, como el aprendizaje y la verdad. El viaje hacia la madurez nos lleva al amor de dar y al florecimiento de valores más elevados, como la compasión, el perdón y el altruismo, que es puro amor. El viaje termina en el mismo conocimiento con que el bebé comenzó, aunque no pudiera expresarlo: yo soy amor.
Sabes que has experimentado plenamente el amor, cuando te conviertes en amor; tal es el objetivo espiritual de la vida
No son muchas las personas que hallan el objetivo espiritual de la vida. La dolorosa necesidad creada por la falta de amor solo se puede satisfacer aprendiendo de nuevo a amar y a ser amado. Cada uno de nosotros debe descubrir por sí mismo que el amor es una fuerza tan real como la gravedad y que ser sostenido por él todos los días, a cada hora, a cada minuto, no es una fantasía: debería ser nuestro estado natural.
La unión de yo y el espíritu no solo es posible, sino inevitable. El significado espiritual del amor se mide sobre todo por lo que es capaz de hacer, que es mucho.
El amor puede curar.El amor puede renovar.El amor puede protegernos.El amor puede inspirarnos con su poder.El amor puede acercarnos a Dios.
Todo lo que el amor se propone hacer resulta posible. Sin embargo, saber esto sólo ha servido para que la brecha entre el amor y la falta de amor fuera más dolorosa. Incontables personas han experimentado el amor (como placer, sexo, seguridad, disponer de alguien que satisficiera sus necesidades cotidianas) sin que se les abriera ningún sendero especial. Para la sociedad, el ciclo “normal” del amor consiste, simplemente, en hallar un compañero adecuado, casarse y criar a los hijos. Pero éste patrón social no es un sendero, pues la experiencia de casarse y criar una familia no es automáticamente espiritual. Aunque sea triste decirlo, muchas personas entablan relaciones de por vida en las que el amor se marchita con el tiempo o proporciona un compañerismo duradero sin crecer en su dimensión interior.
Un sendero espiritual tiene una sola razón de ser: mostrar el camino para que el alma crezca. A medida que crece, se va develando una mayor parte de la verdad espiritual, se redime más.
Copiado del libro de papel y tinta…EL CAMINO HACIA EL AMOR…de Deepak Chopra, por Tahíta
Cuando halles tu sendero, hallarás también tu historia de amor.
En la actualidad la gente vive consumida con dudas con respecto a sus relaciones: “¿He encontrado al compañero adecuado?¿Soy fiel a mí mismo?¿He renunciado a la mejor parte de mí mismo?” Como resultado existe una incansable especie de consumidores a la búsqueda de un compañero que comprar, como si se pudiera hallar al “adecuado” sumando los pro y los contra de la posible pareja, hasta que el número de pro igualara alguna medida mística.
Sin embargo, el sendero del Amor no se refiere nunca a lo externo. Al margen de lo buena o mala que te parezca tu relación, la persona con la que estás en éste momento, es la “adecuada” porque es un espejo de lo que eres por dentro. Esto es algo que nuestra cultura no nos ha enseñado (así como no ha sabido enseñarnos tantas cosas sobre las realidades espirituales).
Cuando peleas con tu compañero, estás peleando contigo mismo.
Cada defecto que ves en él, toca una debilidad negada dentro de ti mismo. Cada conflicto que plantees es una excusa para no enfrentar un conflicto interior.
Por lo tanto, el camino hacia el amor aclara un error monumental, que cometen millones de personas: el error de creer que alguien, “allá afuera” va a dar (o a tomar) algo que aún no tienes.
Cuando encuentras realmente el amor, te encuentras a ti mismo
Por ende, el camino hacia el amor no es una elección, pues todos debemos descubrir quienes somos. Tal es nuestro destino espiritual. El sendero se puede posponer; puedes perder la fe en él y hasta negar que el amor exista. Nada de eso es permanente; solo el sendero lo es. La duda refleja el ego, que está limitado en el tiempo y el espacio, el amor refleja a Dios, eterna esencia divina. La promesa última, en el camino hacia el amor, es que caminarás a la luz de una verdad que se extiende mucho más allá de cualquier verdad que tu mente conozca ahora.
Para muchas personas, el hecho de enamorarse parece algo accidental, pero en términos espirituales no lo es: es el punto de entrada al viaje eterno del ahora. El idilio tiene varias fases distintas que podemos explorar, cada una de las cuales participa de un sentido espiritual especial: atracción, enamoramiento, cortejo, intimidad.
En el amanecer de la etapa siguiente, el idilio se convierte en una relación comprometida (matrimonio, por lo general) y el sendero cambia. El enamoramiento ha terminado; se inicia el estar enamorado. Espiritualmente la palabra estar implica un estado del alma; es ese estado que la pareja aprende a sustentar mediante la rendición, palabra clave en toda relación espiritual. A través de la rendición, las necesidades del ego, que suelen ser sumamente egoístas y poco amorosas, se transforman en la verdadera necesidad del espíritu, que es siempre la misma: la necesidad de crecer. A medida que creces, cambias los sentimientos falsos y superficiales por emociones profundas y verdaderas, de ese modo, la compasión, la confianza, la devoción y el servicio, se convierten en realidades. Un matrimonio así, es sagrado: no puede tambalear nunca, porque está basado en la esencia divina. Un matrimonio así es también inocente, porque la única finalidad es amar y servir al otro.
La rendición es la puerta que debemos cruzar a fin de hallar la pasión. Sin rendición, la pasión se concentra en las ansias de placer y estimulación. Con rendición, la pasión se dirige hacia la vida misma; en términos espirituales,pasión es dejarte llevar por el río de la vida, que es eterno e infinito en su fluir.
El fruto final de la rendición, es el éxtasis: cuando puedes desprenderte de todos los apegos egoístas, cuando tienes la certeza de que el amor ocupa realmente el núcleo de tu naturaleza, experimentas la paz total. En ésta paz existe una semilla de dulzura, percibida en el centro mismo del corazón; a partir de esa semilla, con paciencia y devoción, alimentas el estado supremo del gozo, conocido como éxtasis.
Tal es, pues, el camino hacia el amor…aunque no sea el único.
Algunas personas no se enamoran ni entablan relaciones con un ser amado…pero esto no significa que no exista sendero para ellos, sino que el sendero…se ha interiorizado. Para esas personas, el amado está por entero dentro de ellas mismas desde el comienzo mismo. Es su propia alma, o parte Divina, es una visión o un llamado; es una solitud que florece en amor por el Único. A su manera, esa historia de amor es también una relación, porque finalmente todos comprendemos lo mismo.
Comprender que uno es amor no es algo que esté reservado solo a quienes se enamoran o relacionan. Es una comprensión universal, atesorada por todas las tradiciones espirituales. Para decirlo con más sencillez, todas las relaciones son, en último término, una relación con la Divinidad.
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