sábado, 27 de febrero de 2016

ESTOY HARTO DE LA EXCUSA DEL KARMA





Por  FRANCISCO DE SALES...



Karma es una palabra sánscrita que significa “acción”. Se interpreta como una Ley Cósmica de Retribución, una especie de Causa y Efecto, que se refiere a que si en otra encarnación hiciste algo negativo ahora tienes que “pagarlo”. Según algunas religiones, es una energía trascendente que se deriva de los actos de las personas. Más o menos, “el que la hace, la paga”. Cuando uno hace algo tiene que asumir las consecuencias derivadas. El Dharma, por el contrario, sería lo bueno que se recibe como recompensa por lo bueno que se hizo en otra reencarnación.

El Karma tiene sentido para quienes creen estas dos cosas: que las reencarnaciones existen, y que hay “algo” o “alguien” que lleva las cuentas de lo que uno va haciendo en cada una de ellas para reclamarle la pena correspondiente por lo que hizo mal, o premiarle por lo que hizo bien.

En mi opinión, hay muchísimas personas que desde que descubren la palabra KARMA y su significado aproximado –porque no siempre están bien informadas de lo que realmente es- lo utilizan como excusa para justificar lo que es injustificable.

Hay quienes no se responsabilizan de que su situación actual es el resultado de las decisiones que tomaron, o de las que no quisieron tomar, y en vez de hacer un acto de conciencia en el que lo asuman, sin más, sin dramas, por el solo hecho de ser humanos y poder equivocarse, buscan un culpable externo que les libere de la culpa, y el Karma les viene de maravilla, porque de ese modo se justifican ante los otros y se auto-engaña diciendo que no es culpa suya, que no depende de ellos, que es por algo que habrán hecho en otra vida, lo cual no les responsabiliza directamente, ya que no tiene que responder de lo que pasó en otra vida. 

Eso sí, en cuanto tienen ocasión se quejan del Karma y de la mala vida que les está dando. Porque del Dharma nadie se queja. Si a uno le suceden cosas desagradables en esta vida y empieza a pensar que son el pago del Karma por lo malo que hizo en reencarnaciones anteriores, al dolor que le causa su situación actual va a añadir el dolor que le causa pensar que en alguna reencarnación anterior fue malo malísimo y por eso en este vida le pasa lo que le pasa. Si uno ya está mal por el ahora… pues más leña al fuego añadiendo el pasado. Y esta es la visión opuesta de los que no se quieren responsabilizar por lo que hicieron en otra vida.

Para otros, los que no son dados a buscar el por qué, el para qué, y el origen de las cosas y la verdad que hay en ellas, es la excusa perfecta para des-responsabilizarse de su presente: “Haga lo que haga va a salirme mal porque en esta vida sólo he venido a penar”. Dirán algo parecido a “Ay, Dios mío!, ¿Qué habré hecho yo en otra vida para merecer esto?”, y se quedarán sufriendo pero sin hacerse cargo de su propia responsabilidad y sin intentar remediar su situación.

Y así, acabamos llamando destino, o Karma, a lo que limita nuestro poder, y al freno que ponemos para atrevernos a hacer lo que sabemos que tenemos que hacer porque es lo que deseamos.

Personalmente, estoy más a favor de una especie de Ley de Causa-Efecto, que viene a ser parecido –el que la hace la paga, más o menos- pero la paga ahora, que es cuando lo ha hecho, porque a mí no me hace gracia que vengan ahora a cobrarme una factura atrasada. Entiendo y acepto que de las decisiones y actos se deriven unos resultados, pero en ese caso soy más partidario de que quien hace algo mal lo expíe ahora, ya que es ahora también cuando puede sacar el aprendizaje correspondiente, y no dejándolo aplazado para la siguiente reencarnación, porque igual las reencarnaciones no existen y porque, además, para entonces uno no sabe el por qué y se queda sin aprovechar la lección. 

Prefiero ocuparme de esta vida y no preocuparme por las pasadas o las futuras que, insisto, a día de hoy nadie me puede garantizar que existieron o existirán.

Y no me  van a convencer con argumentos y explicaciones. Yo mismo tengo bastantes razones para convencer de que sí existen a quienes sean incrédulos, y más que suficientes razones para convencer de que no existen a quienes opinen que sí. Son sólo razones. Palabras y juegos de palabras. Argumentos expresados con unas palabras seleccionadas. Ninguna garantía irrefutable.

La Ley de Causa-Efecto, que sí me convence, me habla más de Aquí y Ahora. Estoy de acuerdo. Cada acto conlleva un resultado. Yo soy responsable de todos mis actos. Yo debe hacerme cargo de los resultados de mis acciones o inacciones.

Y así lo haré. 

En cuanto al Karma… quien crea en ello tiene todo mi respeto y nada le reprocharé. Que actúe de acuerdo con sus creencias. Yo me refiero en este escrito a quienes lo usan como un descargo de sus responsabilidades.

Uno de los mayores pecados y de los más difícilmente perdonables que uno puede cometer es el autoengaño.


Te dejo con tus reflexiones…

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