domingo, 21 de febrero de 2016

La Actitud lo es Todo



La ciencia ha comenzado por estudiar las diferencias entre las personas felices y las personas infelices, o analizar las características asociadas a una mayor felicidad. Si bien esto es tan sólo un primer paso que no posibilita el establecimiento de relaciones causales, tan necesarias para poder predecir qué actividades o qué pensamientos predicen qué cantidad de felicidad

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Los genes marcan la línea base o valor de referencia de la felicidad de una persona, y predicen hasta un 50 por ciento de la felicidad de la persona.

 

La influencia de las circunstancias vitales en nuestra felicidad viene limitada por un proceso denominado adaptación hedonista, que establece que los cambios circunstanciales tienen un efecto inmediato en el bienestar del ser humano, pero que transcurrido un tiempo, el ser humano se adapta a dichos cambios y regresa a sus valores de referencia. Entre los múltiples datos empíricos para sostener esta influencia limitada, destacaremos, por su claridad, el efecto de ganar por sorpresa una gran cantidad de dinero. Los estudios mantienen que tras un ascenso inicial del estado de ánimo (todo el mundo se alegraría si le tocara la lotería), nos adaptamos a este hecho y volvemos a nuestro valor de referencia, bien creando necesidades cada vez mayores (ya no es suficiente con tener una buena casa, ya querríamos también que tuviera vistas a la playa y una buena parcela) o bien perdiendo cada vez más valor para uno mismo (y descubriendo que lo que de verdad importan no son las cosas materiales, por ejemplo).

Así pues, tras la influencia genética y de las circunstancias, ¿qué nos queda? Nos queda lo más importante, lo que da sentido a este libro y a nuestra vida en general, nuestros actos deliberados, lo que decidimos hacer con nuestra vida. Es enormemente reconfortante pensar que nuestra felicidad depende de nosotros mismos en gran medida, estimada en un 40 por ciento, y también lo es saber que se han diseñado y demostrado numerosas actividades que podemos llevar a cabo para incrementarla.

Y es que la felicidad no ha de ser concebida como un resultado, sino como un camino, como una aventura, en la que nuestro esfuerzo y nuestras decisiones tienen un papel absolutamente determinante. 

12 Pasos a Seguir :

-Expresar gratitud. En palabras del profesor Robert Emmons, la gratitud es “un sentimiento de asombro, agradecimiento y apreciación por la vida”. Pensar con gratitud nos ayuda a saborear las experiencias positivas de la vida, a reforzar la autoestima y el amor propio, y a afrontar el estrés y el trauma. Así, para practicar la gratitud es bueno llevar un diario de gratitud o expresar la gratitud directamente en persona.

-Cultivar el optimismo. Todas las estrategias para el optimismo incluyen el ejercicio de interpretar el mundo desde una perspectiva más positiva y generosa. Entre las actividades presentadas destacamos la denominada “el diario del mejor yo posible”, que consiste en visualizar y escribir sobre un futuro en el que todo haya salido como tú querías. Este ejercicio, basado en los estudios de la profesora Laura King, no se refiere sólo a imaginar un modelo futuro para ellos, sino también a construir el mejor yo posible hoy para que ese futuro se vuelva realidad.  

-Evitar pensar demasiado. Pensar demasiado es darle muchas vueltas a las cosas de forma innecesaria, pasiva y excesiva, al sentido, las causas y las consecuencias de tu carácter, tus sentimientos y tus problemas. Partiendo de los estudios de la profesora Susan Nolen-Hoeksema, que viene demostrando desde hace décadas cómo este estilo de pensamiento mantiene y exacerba los síntomas depresivos, se enseñan estrategias para distraerse de pensamientos negativos, actuar para resolver problemas y sustituir una tendencia a la comparación social.


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-Practicar la amabilidad. Los estudios de Lyubomirsky señalan que ser generosos y atentos con los demás, un solo día a la semana, hizo felices a las personas, es decir, experimentaron un incremento de su felicidad.

-Cuidar las relaciones sociales. Dedicar tiempo, comunicarse, manifestar apoyo y lealtad, y abrazarse, son algunas de las actividades que han demostrado eficacia para incrementar los niveles de felicidad.

-Desarrollar estrategias para afrontar. Afrontar es lo que hacemos para aliviar el dolor o el estrés provocados por un acontecimiento negativo. Entre las actividades propuestas está encontrar sentido al sufrimiento mediante la escritura expresiva, ver el lado positivo del trauma mediante la escritura o la conversación, o afrontar el problema a través de cuestionar los pensamientos pesimistas.

-Aprender a perdonar. Los estudios indican que las personas a las que se les animaba a perdonar manifestaban una disminución de sus emociones negativas y un aumento de su autoestima y su esperanza. Algunos de los ejercicio  para aprender a perdonar es  como apreciar ser perdonado, imaginar el perdón, escribir una carta de perdón, ser más empáticos o atribuir cierta bondad o generosidad al transgresor.

-Fluir más. El profesor Mihalyi Csikszentmihalyi define el flujo como un estado de ensimismamiento y de concentración intensos en el momento presente, de manera que la actividad que realizas es un desafío y es apasionante. La clave para crear el flujo es establecer un equilibrio entre las habilidades de uno mismo y los desafíos que elige afrontar.  

-Saborear las alegrías de la vida. Los investigadores definen el disfrute como los pensamientos o comportamientos que son capaces de generar, intensificar y prolongar el placer. Actividades como saborear las experiencias comunes, disfrutar y rememorar con familiares y amigos, festejar las buenas noticias o permanecer abierto a la belleza y la excelencia, permiten incrementar nuestra felicidad.

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-Comprometerte con tus objetivos. Elegir bien los propios objetivos es sumamente importante: que tengan que ver con nuestros propios intereses, que sean propios, que sean flexibles, que puedan ser descompuestos en pasos sucesivamente alcanzables, o que estén en armonía con otros objetivos personales, son algunas de las características que han de tener nuestros objetivos para que nos comprometamos y nos esforcemos con pasión.  

-Practicar la religión y la espiritualidad. Buscar sentido a la vida, orar o saber encontrar lo sagrado en la vida corriente son algunas de las actividades mediante las cuales el cultivo de la religión o la espiritualidad puede hacernos más felices.

-Ocuparte de tu cuerpo. En esta actividad final, Lyubomirsky nos subraya la importancia de la meditación, de la actividad física, y de actuar como una persona feliz (es decir, la expresión misma de emociones positivas, como reír o sonreír, nos hace sentirnos mejor), para incrementar nuestra felicidad.


Tener objetivos propios se asocia intensamente con la felicidad y la satisfacción en la vida. La fuente de la felicidad se puede encontrar en tu manera de comportarte, en lo que piensas y en los objetivos que propones cada día de tu vida.

“ No hay Felicidad sin Acción “

Si deseas cambiar tu vida comienza a vigilar tus pensamientos pues ellos serán los que determinen tu mañana.

Atrévete al cambio y da el paso. Ya muchos lo hemos hecho . Únete

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