sábado, 6 de febrero de 2016

HABLAR O CALLAR APRENDER CUANDO HACERLO --ANTIGUA LEYENDA SUFI


El sueño del Rey - Cynthia Orensztajn

Hoy día es cada vez más difícil la comunicación. No sabemos transmitir a los demás lo que sentimos, lo que pensamos, lo que nos molesta; nos cuesta trabajo poner límites sanos. Es más fácil enojarnos, y dejar de hablarle a las personas… es más común desecharlas de nuestras vidas en lugar de tratar de expresarnos (decirle a alguien que lo queremos y lo importante que es para nosotros….. entre muchas otras cosas que podría seguir enumerando) y de realmente escuchar.
De pronto nos vemos discutiendo y gritando, y en algunos casos hemos llegado incluso a los golpes, sin darnos cuenta de que el problema fundamental radica en la comunicación. Cuando se acaban los argumentos, se eleva la voz; cuando no son suficientes los gritos, ¡se puede llegar a soltar el primer golpe!

Es entonces de vital importancia que tomemos conciencia de la comunicación. Nos puede cambiar la vida incluso el reconocer la importancia que tiene esa palabra.

No nos damos cuenta de que cuando platicamos de alguien, criticamos, o contamos intimidades de los demás, nuestras palabras suelen causar graves problemas y podemos incluso destruir una vida o la reputación de la persona. Su imagen jamás volverá a ser la misma aunque pidamos disculpas.

“Las palabras pueden ser el oxígeno que aviva el fuego del amor, o el agua que lo apaga; y jamás podrá volver a prender”.

Si nos enojamos con una amiga/o y luego nos reconciliamos; ¿cómo podemos retractarnos de lo que dijimos de ella o de él? ¿Cómo borrar el daño?

No hay mejor espejo que refleje la imagen del hombre que sus palabras.

Sin duda, es muy fácil hablar, y es muy difícil callar.

¿Cuándo hablar y cuándo callar?
Resulta muy fácil emitir juicios de valor; criticar el jardín del vecino parece más atractivo que ver el propio.

Reflexionar sobre el sentido de las palabras significa reflexionar sobre lo que uno es en realidad, lo que uno piensa de sí mismo y lo que estamos dispuestos a brindar.

Les comparto esta historia que puede ayudarnos a entender la importancia de la comunicación:

Cuenta una antigua anécdota sufí de origen árabe, que una noche un sultán soñó que había perdido todos los dientes. Enseguida cuando despertó, ordenó llamar a un adivino para que interpretase su sueño. – ¡Qué desgracia, mi señor! – exclamó el adivino –. Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.

– ¡Qué insolencia! – gritó el sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!

Llamó a su guardia y ordenó que encerrara al adivino durante una semana y que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajeran otro adivino. Enseguida, cuando lo vio, le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al sultán con muchísima atención, le dijo:

– ¡Excelso Señor! ¡Felicitaciones! El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.
Se iluminó el semblante del sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro al adivino. Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

– ¡No es posible! La interpretación que hiciste de los sueños es la misma que la del primer adivino. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y una semana de calabozo y a ti con cien monedas de oro.

– Recuerda bien, amigo mío – respondió el adivino – que todo depende de la forma en el decir. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse. De la forma como nos comunicamos depende, la mayoría de las veces, la felicidad o la desgracia de las personas, la paz o la guerra entre los pueblos. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, más la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero, si la envolvemos delicadamente y la ofrecemos con ternura, sin duda será aceptada con agrado.

Antigua anécdota sufí de origen árabe.
Callar……
Hablar…..
Callar las cualidades propias…. es humildad
Callar las buenas obras del prójimo…. es envidia
Callar para no herir susceptibilidades…. es delicadeza
Callar las palabras inútiles….es sabiduría
Callar los defectos ajenos…. es caridad
Callar para escuchar…. es educación
Callar a tiempo …. es discernimiento
Callar junto al que sufre…. es solidaridad
Callar ante el débil ….. es magnanimidad
Callar cuando se ha de hablar … es cobardía
Callar ante el fuerte ….. es sometimiento
Callar ante la injuria ….. es fortaleza
Callar en los momentos de dolor …. es virtud
Callar cuando se está sufriendo… es heroísmo.
Callar sobre uno mismo…. es humildad
Callar cuando no hay necesidad de hablar… es prudencia
Callar cuando Dios nos habla al corazón…. es silencio
Callar cuando uno habla … es delicadeza
Callar ante el sufrimiento ajeno … es cobardía
Callar ante el misterio que no entendemos ….es sabiduría
Hablar ante una injusticia …. es valentía
Hablar oportunamente … es acierto
Hablar para defender … es compasión
Hablar con sinceridad …. es rectitud
Hablar para rectificar …. es un deber
Hablar de uno mismo … es vanidad
Hablar debiendo callar …. es necesidad

Aprendamos antes a callar para poder hablar con acierto y atino….
porque si la palabra es plata…. el silencio es oro.

“Que tus palabras sean más valiosas que el silencio que rompen”.

Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse.

Espero te sirvan esta lectura y las reflexiones.

Piensa cómo ha sido tu “hablar “ y “callar” en la vida y cómo será de ahora en adelante.

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