miércoles, 10 de febrero de 2016

La nueva norma




Un mundo como el archiconocido, es un mundo de normas. Normas para esto o para lo otro. Siempre hay normas que cumplir. Ya sea en el ambiente del hogar, en el colegio, en el trabajo.... Lo curioso es que muchas veces se realizan funciones aplicando normas contradictorias, sea el ejemplo de que en casa se es sincero, pero en el trabajo no es necesario, es más, si eres sincero no vendes tu producto, por tanto has de mentir ¿Absurdo? Absolutamente.

Un mundo con normas, que además cambian con frecuencia según intereses personales, solo lleva a más confusión y conflictos sin parar.

Si esto lo aplicamos a lo que ya hablé en el anterior artículo sobre “la nueva ley” supone, como ya mencioné, que al no cumplir las normas se ha de sufrir un castigo o reprimenda, y como mínimo algo te llevas puesto con una cierta dosis de dolor, y sólo por no cumplir las normas que otras personas dictan para que te amoldes a ellas sin tener en cuenta tu singularidad personal, y, curioso por si no te habáis dado cuenta, en la mayoría de las veces no te han consultado las normas, sólo te las imponen.

Una norma es puesta para que se cumpla a rajatabla, así de simple y tajante, desde quien dicta la norma. Esto es no tener en cuenta que cada ser humano es distinto y hace de forma distinta. Así que si unimos esto a lo mencionado en “la nueva ley”, tenemos que el Amor es la única ley a aplicar. No obstante, podríamos, si se quiere, buscar una pena para quien no obre en Amor. Así, pues, tenemos una ley a cumplir que es el Amor y una norma que seguir si no se cumple la ley. Pero esa norma de “castigo” no es algo que los demás, o alguien concreto, deba hacerte cumplir. Sería de otro modo. Pongo un ejemplo muy claro: muchas academias militares poseen códigos de conducta, códigos de honor, normas de protocolo, decálogos de cumplimiento… en definitiva, un número de leyes que se ha de acatar y que, si todos lo hacen, funcionan por igual sin producir deterioro a los demás. En muchas de estas instituciones el incumplimiento de tales leyes implica la expulsión directa. Otras veces, dependiendo de la gravedad, se le da una segunda oportunidad al infractor. Hay algunas que tienen un método de castigo que comparto a la hora de no cumplir con tales leyes internas, y es que el mismo infractor se impone un castigo; de tal manera que de no hacerlo él mismo sabe que incumplió la ley y la norma de corrección para enmendarse, y él mismo es juez y parte en la acción y omisión quedando su conciencia en mancha, pues siempre le quedará la duda de que alguien le ha visto y no le ha denunciado. Pero si al infractor le vieran otros faltando a la ley y que no aplica la norma de corrección, ya sean sus compañeros o sus profesores, para los primeros queda en deshonor pues es persona en la que no se puede confiar nunca más, y se le manifiesta.

Visto esto, ya podemos concluir en esto de una sociedad evolucionada  conciencialmente con la única ley del Amor que conlleva una norma de corrección cuando no se cumple, y que ha de aplicarse a sí mism@ dado que no obró en Amor. Es sencillo a la vez que simple, si observo que no obro en Amor (la ley), que he de corregirme (la norma) aplicándome en la reparación de la falta de Amor, bien sea conmigo o con quien la haya incumplido, y lo mínimo es pedir perdón además de reparar el tipo de daño que se haya podido causar.

Si se consigue en una sociedad funcional en el Amor (no como la actual, disfuncional en el miedo), vivir con la única ley del Amor aplicando una norma de corrección cuando no se obre desde el Amor, evidenciaría que ya no se necesitarían ni más leyes ni más normas; ni más jueces, ni más policías; ni más celdas, ni más multas. Todo estaría en justicia continuada porque sin reglas, sólo queda aplicar el Amor, la del Amor no condicionado que da sin esperar. 

===============================================
Autor: Deéelij

No hay comentarios: