El chupete, chupa, tete o teto (entre otros nombres) forma, junto con el biberón y la leche de vaca, la gran trilogía de sustitución del pecho materno.
Nos hemos acostumbrado de tal forma a que es inevitable que los bebés chupen este pequeño trozo de plástico, que se ha convertido en signo para representar a los bebés en muchas ilustraciones, dibujos y símbolos comerciales.
A simple vista, la función del chupete es la de satisfacer la necesidad del bebé de succionar casi permanentemente, lo que en la jerga médica se ha llamado despreciativamente "succión no nutritiva", haciendo referencia al hecho de que a través de dicha succión no se ingieren alimentos.
Podríamos preguntarnos por qué razón los bebés humanos, necesitan succionar entonces aunque no tengan hambre, y qué función biológica y antropológica tiene esa "succión no nutritiva". La investigación científica sobre la "succión no nutritiva" es muy escasa, tal como comenta el pediatra José L. Díaz Roselló, en este fragmento que reproduce aquí Violeta Alcocer.
Cada vez que oigo a alguien decir: "es que te coge la teta de chupete" me pregunto: ¿pero qué fue primero la teta o el chupete? Evidentemente los bebés humanos (y todos los mamíferos) nacen con la necesidad biológica de succionar... el pecho de su madre.
El chupete puede entorpecer el establecimiento de la lactancia, no ya sólo porque el niño pueda confundirse (que yo creo que distinguen perfectamente), sino porque es la misma succión casi permanente del bebé la que estimula la producción de leche materna.
No se puede separar la succión "nutritiva" de la "no nutritiva" en un bebé amamantado, ya que es un continuum donde una es necesaria para lograr la otra, y ambas forman parte de la relación estrecha que el bebé necesita con su madre en los primeros meses -y años- de vida.
No se puede separar la succión "nutritiva" de la "no nutritiva" en un bebé amamantado, ya que es un continuum donde una es necesaria para lograr la otra, y ambas forman parte de la relación estrecha que el bebé necesita con su madre en los primeros meses -y años- de vida.
No hace falta demasiada investigación científica para darnos cuenta de que la mal llamada "succión no nutritiva" no es un "vicio", y tiene una importancia fundamental para calmar al bebé, para estimular los músculos de la cara, para mantener el contacto cuerpo a cuerpo con la madre, para desarrollar sus sentidos en contacto con el pecho de la madre, y también, y no menos importante, para satisfacer la libido primaria del bebé cuyo objeto es el cuerpo materno y que no tiene nada que ver con un "deseo coital" edípico ni con ningún absurdo tabú sexual. Los bebés nacen con el deseo y la necesidad de chupar el pecho de su madre, y pronto chocan con la frustración de verse todo el día consolados con un pedazo de plástico.
Los recién nacidos concentran toda su actividad sensorial en la boca. Durante la etapa que los psicoanalistas han llamado "fase oral", los bebés tienen el sentido del tacto en la boca, y su desarrollo sensorial -y también su supervivencia- depende de lo que puedan captar a través de ella.
Al succionar el pecho materno, los bebés se exponen a una serie de olores, texturas y sabores que son vivos y cambiantes, cálidos y humanos.
Sustituir esa experiencia por el chupeteo constante de un frío trozo de plástico, empobrece las experiencias sensoriales de los bebés. Incluso, algunos padres prohiben al bebé llevarse otro tipo de cosas a la boca (incluso sus propias manos o pies) y sustituyen todos los objetos que el bebé quiere "conocer" llevándoselos a la boca, siempre por el mismo chupete, con lo que terminan por perturbar ese proceso tan importante de aprendizaje.
Sustituir esa experiencia por el chupeteo constante de un frío trozo de plástico, empobrece las experiencias sensoriales de los bebés. Incluso, algunos padres prohiben al bebé llevarse otro tipo de cosas a la boca (incluso sus propias manos o pies) y sustituyen todos los objetos que el bebé quiere "conocer" llevándoselos a la boca, siempre por el mismo chupete, con lo que terminan por perturbar ese proceso tan importante de aprendizaje.
Luego, los dentistas recomiendan que el chupete se retire antes de los dos años, porque está comprobado que malforma la dentición y el paladar de los bebés. Sin embargo, la mayoría de las madres y padres sabemos que a esa edad los niños aún necesitan succionar. La succión del pecho materno puede mantenerse tantos años como el niño la necesite sin ocasionar daños en la boca del bebé, ya que el pecho materno sí es verdaderamente "ergonómico".
Creo además que el chupete ha sido un artefacto imprescindible para separar a los bebés de sus madres y para normalizar el hecho de que estos puedan consolarse solos, o dormir solos en su cuna. La madre que amamanta, y cuyo bebé se duerme prendido a la teta, sabe que a veces es difícil cambiar al bebé de cama después, pues en el momento de cambiarlo se despierta ligeramente, y solo con la succión continúa durmiendo (para lo que necesitaría un chupete).
El tiempo que el bebé pasa succionando del pecho materno, esté o no ingiriendo leche (que siempre algo sale) permanece en contacto directo con el cuerpo de su madre, sintiéndose seguro, tranquilo y en éxtasis. Esta seguridad no la necesita sólo cuando come, sino casi todo el tiempo durante los primeros meses, y muchas veces al día en los primeros años de vida.
La succión del pecho materno siempre es absolutamente nutritiva, pues nutre de afecto, amor y seguridad.
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