La vergüenza es una
emoción que implica considerarse a sí mismo de un modo negativo a través de los
ojos de los demás y puede ser el desencadenante de diversos problemas
psicológicos.
Cuando una persona
siente vergüenza, piensa que hay algo malo en ella como persona; es decir, se
centra en sí misma más que en su comportamiento y se siente expuesta, sin
valor, defectuosa, impotente o fracasada.
La vergüenza puede
darse a diversos niveles. En su nivel más leve estaría el azoramiento normal
que puede sentir una persona ante una pequeña metedura de pata y que con
frecuencia afrontamos riéndonos de nosotros mismos, como un tropezón al caminar.
No suele causar problemas y se suele manejar bien. Sin embargo, cuando la
vergüenza es intensa no se siente el más mínimo deseo de reír, sino que se
experimenta como una emoción sumamente dolorosa que puede crear o contribuir a
la aparición de diversos problemas emocionales cuando se mantiene a lo largo
del tiempo y dañar el sentido del yo. Por ejemplo, en personas sometidas a
humillaciones, rechazo o desprecio continuado.
La vergüenza puede
estar asociada a problemas como fobia social, trastornos alimenticios,
depresión, ira, violencia doméstica, agresión sexual, abuso de sustancias y
numerosos problemas sociales e interpersonales.
1. Vergüenza y
autoestima
Cuando una persona
ha sido ridiculizada y avergonzada en su infancia (por ejemplo, mediante críticas,
abuso, maltrato, rechazo, insultos, desprecio, etc.) crece pensando que es
inadecuada, inferior o defectuosa de alguna manera. Es decir, desarrolla una
baja autoestima y una sensación de inadecuación que le puede hacer
especialmente sensible a las situaciones en las que podría experimentar rechazo
o humillación por parte de los demás. Es decir, puede tener una mayor
predisposición a sentir vergüenza. Teme actuar de modos que otros puedan
considerar inapropiados o percibe que los demás son críticos con ella o la
rechazan. Es decir, una persona con una baja autoestima es especialmente
sensible a los ataques a su autoestima, que les hacen sentir vergüenza en mayor
medida que a los demás.
2. Las principales
causas de la vergüenza
Una de las
principales causas de vergüenza tiene que ver con las relaciones con otras
personas. Las relaciones conflictivas pueden ser fuente de comportamientos de
humillación, rechazo o desprecio que hieren la autoestima de las personas y les
hace sentirse avergonzadas y defectuosas.
Las relaciones son
tensas, conflictivas e inseguras. Las personas dicen sentirse humilladas,
heridas y ofendidas. O pueden expresar sentimientos de estar excluidos o falta
de pertenencia, soledad, rechazo, acoso, ser dejado de lado, ser ignorado, sentirse
invisible. El rechazo puede generar dudas acerca de uno mismo y de la propia
capacidad. Cuando una persona nunca oye ningún comentario agradable, sino tan
solo quejas de su comportamiento, puede acabar dudando de sí misma y de su
capacidad. Es decir, puede empezar a sentirse inadecuada como persona, con
sentimientos de no valer lo suficiente, no estar a la altura, ser un fracaso
como persona. Y todo esto es lo que se conoce como vergüenza.
Después de un tiempo
así, pueden empezar a sentir depresión, miedo, falta de fuerzas, dolores
musculares, ira, fatiga crónica... Pueden sentirse irritables y enfadados todo
el tiempo, su personalidad ha ido cambiando poco a poco, sin apenas darse
cuenta, hasta que dejan de ser la persona que eran.
3. La reacción ante
la vergüenza
Una de las
reacciones más frecuentes ante la vergüenza es la ira, que puede estar dirigida
hacia los demás, en forma de agresiones, violencia, crítica, etc., o hacia uno
mismo, en forma de autodesprecio y odio hacia uno mismo.
Además, se dan
reacciones de retirada y evitación, tendiendo a aislarse de los demás para
evitar experiencias que puedan producir vergüenza. No obstante, la vergüenza
puede sentirse también estando solo.
Por ejemplo, cuando
una persona piensa que es inadecuada y defectuosa y que nadie podría quererla,
está sintiendo vergüenza aunque esté sola en su casa mientras lo piensa. Aún
así, es un sentimiento que está relacionado siempre con el modo cómo nos
perciben o creemos que nos perciben los demás.
4. La vergüenza: una
emoción oculta
Contar a una persona
de confianza una determinada experiencia y decirle que has sentido vergüenza es
un buen modo de hacer que ese sentimiento disminuya. Pero lo cierto es que no
suele hacerse muy a menudo.
Por lo general, la
gente tiende a hablar de sus emociones. Cuando cuentan a otros una vivencia o
experiencia suelen decirle que se sintieron enfadados, tristes, felices, etc.
Pero esto no siempre sucede con la vergüenza, pues se trata de una emoción que
la gente prefiere guardarse para sí misma.
La vergüenza juega
un papel importante en la regulación de otras emociones como ira, miedo, culpa
o amor. Si nos avergonzamos de sentir determinadas emociones, la probabilidad
de expresarlas será más baja.
Superar la vergüenza
y la culpa Aprende a encontrar el perdón.
Por ejemplo, si te
avergüenza sentir ira, no expresarás esa emoción o negarás su existencia. Así,
cuando una persona se avergüenza de sus emociones, tiende a suprimirlas, de
manera que puede llegar a estar totalmente bloqueada, sin apenas atreverse a
sentir y mucho menos a expresar lo que
siente. Si hace esto durante mucho tiempo, puede llegar un momento en que ni
siquiera sepa lo que siente. La vergüenza lleva a las personas a ejercer un
autocontrol intenso y gran autocastigo u odio hacia uno mismo cuando ese
autocontrol fracasa.
Un estudio mostró
que las emociones que las personas prefieren no expresar y guardarse para sí
mismas son los celos, el odio, la envidia y la vergüenza. El 54% de las mujeres
y el 53% de los hombres se guardarían la vergüenza para sí mismos.
5. La humillación y
sus efectos
Como decía antes,
una de las principales fuentes de vergüenza está en las relaciones con los
demás en las que se dan conductas de humillación.
En muchas
relaciones, como pueden ser las relaciones en el lugar de trabajo, la vergüenza
y la humillación parecen ser parte del juego de poder. Existen numerosas formas
de humillación, como pueden ser la traición, quitar poder a alguien,
infantilización, intimidación, etiquetado, estigmatización, invalidación,
rechazo, objetivación, ignorar a alguien, acusación, burla, extender rumores,
etc. Por ejemplo, decirle a alguien que sus ideas son absurdas durante una
reunión de trabajo supone una descalificación pública que suele resultar
sumamente dolorosa.
Las organizaciones
recurren también a la humillación como un modo de mantener el control social.
Por ejemplo, las personas que critican a una organización pueden ser víctimas
de humillaciones y aislamiento para hacer que se callen. O bien, se crean
chivos expiatorios a quien transferir la culpa cuando la autoimagen de todo el
grupo se ve amenazada.
6. El efecto de la
vergüenza en la salud física y mental
Las personas que han
sido víctimas de la vergüenza a través de la humillación, el ridículo o el
insulto tienen una peor salud que el resto de las personas. La humillación
suele ser una causa frecuente de depresión, junto a la pérdida de algo
importante. Por ejemplo, la pérdida de un trabajo (y del estatus social que
conlleva) puede hacer que una persona se sienta avergonzada.
Dado que la
vergüenza tiende a ocultarse, es más difícil de descubrir e incluso una persona
puede no ser consciente de que la causa principal de su sufrimiento es el
sentimiento de vergüenza.
Cuando en el
tratamiento de algún trastorno psicológico no se tiene en cuenta la vergüenza y
el autodesprecio que pueden estar escondiéndose debajo, el tratamiento no
resulta del todo eficaz. Por eso, algunos autores han tratado de buscar signos
que indiquen la existencia de vergüenza. Por ejemplo, la falta de contacto
ocular, los movimientos lentos, el nerviosismo y las autoacusaciones se han
considerado signos de la existencia de vergüenza.
7. Vergüenza y
agresión sexual
Entre los hombres es más común que entre las mujeres la vergüenza
relacionada con la sensación de ser inadecuado sexualmente, que puede llevar a
la agresión sexual o la violencia contra la mujer. Son hombres que se han
sentido rechazados, torpes sexualmente o humillados y reaccionan con ira que
expresan contra las mujeres en general.
POR ANA MUÑOZ
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