Descubriendo mi interior, puedo llegar a aquel lugar que se quiere expresar mediante las expresiones de otros... Gracias.
lunes, 22 de junio de 2015
LOS BENEFICIOS DE NO HACER NADA...
Vivimos en una sociedad donde permanecer en la quietud y en el silencio, vacíos de cualquier estímulo, es visto como no hacer nada, una visión contaminada con un estigma negativo, lo que implica que no hacer nada es sinónimo de ser nada. Sin embargo, esto no podría estar más lejos de la verdad. Sentarse en la quietud en realidad no es para hacer “nada”, en el sentido que se pierde tiempo y no hay ganancia.
Es, en realidad, cerca de hacerlo todo, al estar en contacto con nuestra quietud interior, o la conciencia, esto tiene un poderoso efecto dominó en todos los aspectos de nuestras vidas de una manera u otra. Por supuesto, en su defecto al despertar de esta verdad también afecta todo, pero sólo al asegurar que lo que consideramos como “todo” en nuestras vidas tiene poca sustancia y profundidad limitada.
El tipo de tiempo de inactividad al que me refiero, es aquel en el que aquietamos nuestras mentes y no trabajamos para archivar ninguna meta en particular, ejecutar cualquier tarea en nuestra listas de que hacer, o dedicarnos a los estímulos externos. No es uno y lo mismo con el tiempo de inactividad pausado como en vacaciones con amigos, ver televisión, o leer un libro.
Pensar que la complacencia en el tiempo de inactividad, el modo en el que entramos en un estado de inactividad, aquietar nuestra mente, es improductivo y perezoso no es sólo una idea, sino más bien una creencia, que una gran parte de la sociedad ha adoptado como una verdad absoluta.
Sin embargo, la evidencia concreta que demuestra que esto es cierto es grotescamente falsa, dejando declaraciones que implican que estar siempre en el ir y hacer algo, equivale a una vida exitosa y significativa, pero no son nada más que eso: declaraciones. Semántica. Palabras sin profundidad para penetrar.
Como resultado, los neurocientíficos encuentran ahora exactamente que lo contrario es la verdad, y una nueva postura sobre la forma en que gastamos nuestro tiempo está tomando impulso: siempre ocupándonos a nosotros mismos con algo, disminuye la calidad de nuestras vidas.
Cuando no tallamos el tiempo fuera de nuestras vidas a ser ociosos y crear un espacio vacío en la cabeza para que surjan nuevas ideas, las áreas más esenciales para vivir una vida productiva, creativa y vibrante se ven afectadas negativamente, o somos llevados a un punto muerto en el progreso, o al caos total y absoluto.
La realidad es que, cuando tenemos un “vacío” en nuestras mentes no estamos perdiendo el tiempo. Por el contrario, en realidad estamos reduciendo en gran medida las probabilidades de que el tiempo que pasamos participando en actividades externas, ya sea en relaciones de trabajo, personales, o sociales, se desperdicie o tenga poca sustancia.
Continuamente ocupándonos a nosotros mismos, y llenando cada minuto de vigilia con algo para marcar nuestras listas de que hacer, asignamos poco o ningún espacio en nuestra mente a las ideas frescas y a la renovación emergente. No tienes que convertirte en un monje o ir a un retiro donde te sientes de manera aislada en una habitación y puedas meditar durante meses, con el fin de aprovechar los beneficios de no hacer nada en la forma a la que me estoy refiriendo.
Sólo tienes que silenciar tu mente, para dedicarte a la ociosidad, de cinco a diez minutos al día, preferiblemente un par de veces durante el día.
Si estás pensando que no tienes un incremento de cinco a diez minutos para dedicarte a hacer nada todos los días, como muchos, la esperanza no está perdida.
Todavía puedes entrar en un estado de inactividad en el que no te centres en hacer nada, y tu mundo interior no estará influido por estímulos de cualquier tipo en el desempeño de las tareas cotidianas y habituales, como las tareas del hogar, o lavar la ropa o los platos, ya que “no hacer nada” en este caso esencialmente, significa hacer espacios en tu cabeza, para calmar la mente, no hacer nada mentalmente, ser consciente, para entrar en un estado de mayor conciencia del momento presente. Hay estrategias simples para hacerlo, incluso con un programa completo de actividades, y la adopción de ellos puede resultar en beneficios significativos para la salud.
Los beneficios de no hacer nada para la salud
Cuando estamos haciendo algo constantemente, estamos simultánea y constantemente estimulando nuestro sistema nervioso hasta el punto de agotamiento, y un sistema nervioso exhausto y empobrecido, puede ciertamente dar a luz a una serie de problemas de salud, así como hacer que sea casi imposible superarlos.
Para la buena salud y la óptima sanación, necesitamos nuestro sistema nervioso a bordo y adaptado a nuestros cuerpos con la energía prescindible, para dirigirlo hacia las áreas problemáticas que puedan surgir, que requieran de un exceso de alimento para ser reabastecidos. De lo contrario, es muy poco probable alcanzar un estado de homeostasis y vivir una vida sana y equilibrada.
Regularmente forjar tiempo para dedicarte a no hacer nada, a sentarte en la ociosidad y dejarte caer en un estado consciente de ser, produce muchos beneficios para la salud, incluyendo, pero no limitado a, la reducción de la frecuencia cardíaca, mejor digestión, las mejoras en el estado de ánimo, y un impulso de bienestar emocional en general, que, por supuesto, afecta todo a nivel bioquímico y fisiológico, sirviendo así como un factor decisivo en caer o permanecer enfermos.
El tiempo de inactividad mental también repone los niveles de glucosa y oxígeno en el cerebro, y permite a nuestro cerebro procesar y presentar las cosas, lo que nos deja sintiéndonos más descansados y lúcidos, promueve un mayor sentido de confianza en sí mismo, y mantiene en nosotros una profunda confianza en la vida. Cuando confiamos en el desarrollo de la vida, confiamos en el cambio. No requerimos de ninguna experiencia para el caso.
Es entonces cuando somos capaces de convertir, incluso los peores tipos de dolor, físico, mental o espiritual, en experiencias significativas que nos cambian en los niveles profundos, y fundamentales para el mejoramiento. Puede parecer como si tales cambios sólo nos afectan a nosotros o a los que están directamente asociados con nosotros; pero en conjunto, afectan al mundo, tanto en conformar como en encarnar, la forma en la que define la naturaleza de la humanidad.
Estrategias para crear tiempo de inactividad y no hacer nada
Por la mañana: Inmediatamente después de abrir los ojos, muchos de nosotros hacemos lo mismo, ya que hay una selección relativamente limitada de acciones para elegir.
Las opciones van desde golpear nuestras alarmas, levantarnos para lavarnos los dientes, gritar a cualquier persona que sea lo suficientemente valiente para hablar demasiado fuerte a las 6 AM (o para hablar, y punto), desayunar, o tomar café. Realmente no hay muchas otras opciones que esas, por lo menos no las que no se consideran lo suficientemente importantes como para hacer, la lista de las cosas más comunes que la gente hace primero cuando se despierta.
Excepto, hay una cosa que, sin duda, es la más importante que debe ser añadida a la lista, ya que es más esencial para la vida que cualquier otra cosa que podamos hacer para empezar el día: la cosa más poderosa que podemos hacer al despertar no es nada. Para permanecer inactivo y calmar nuestras mentes, y entrar en el presente plenamente, en un estado de ser consciente.
La elección de empezar el día conscientemente, para despejar la cabeza ante nuevos estímulos que nos bombardean, cambia profundamente todo lo que sucede en todo el día por delante.
Si bien no puede cambiar tanto lo que sucede en una forma física externa, o a nivel estético, profundizando en el día cambia conscientemente lo que sucede a nivel interno.
Esto cambia indirectamente el sentido del sentimiento de todo lo que sucede a nuestro alrededor, dando mayor profundidad, significado y un sentido de vitalidad a cada momento del día, no sólo para nosotros, sino para todas las personas relacionadas con nuestras actividades diarias, tanto directa como indirectamente.
Si te resulta difícil tomar cinco a diez minutos para hacer nada más que sentarte o quedarte inmóvil, durante cinco a diez minutos, mientras aquietas tu mente (caer en sueño no cuenta), a continuación, la siguiente práctica te puede ayudar: a partir de los pies y tu forma de trabajo, escanea tu cuerpo para detectar cualquier área que sientas tensa o incómoda.
Cuando descubras una s, enfoca tu atención, es decir, tu energía, en ella e imagina que estás respirando en ella, y que con cada subida y cada caída de tu pecho, se relaja más y más. Si lo haces, no sólo te calma la mente, equilibra la conexión mente-cuerpo, creando un estado más centrado del ser durante todo el día.
En el trabajo: Sea que estés sentado en tu escritorio, o lo que tú entorno de trabajo implique, y mirar por la ventana sea infamemente aclamado como ser perezoso, improductivo, y un indicador general de que alguien no está motivado o es incompetente para trabajar, la investigación llevada a cabo por el Proyecto de la Energía ofrece una imagen diferente.
El Proyecto de la Energía, es una firma de consultoría especializada en el compromiso y la productividad de los trabajadores, con vehemencia ve esto de otro modo. Según su vicepresidente de desarrollo de negocios, Andrew Deutscher, mientras más las personas trabajen sin tomar descansos, para descansar y reposar sus mentes, “peor se sienten y menos comprometidos se vuelven.” [1]
Resultados de la investigación del Proyecto de la Energía sobre la productividad y la ociosidad en el lugar de trabajo, encontraron que los individuos que tomaron de cinco a diez minutos de descanso en el trabajo para no hacer nada, unas cuantas veces al día aparece en ellos un aumento de aproximadamente 50% en su capacidad para pensar con claridad y de forma creativa, haciendo así que su trabajo sea mucho más productivo.
Resultados como estos son lo que pedirán a la empresa abogar por la asignación de los descansos de los empleados, y cortas siestas reparadoras, mientras trabajan. Esto, por supuesto, beneficia a todos los involucrados a los empleados, a los empleadores, y a las personas que utilizan sus servicios.
Cuando abordar quehaceres diarios: Cuando ejecutamos tareas diarias del hogar como lavar los platos o la ropa, sentimos como que estamos haciendo nada, en el sentido de que no estamos haciendo nada significativo, que en realidad es bastante perfecto.
En lugar de encender la televisión, la radio, o llamar a alguien para escapar de la incómoda sensación de no hacer nada importante, podemos caer libremente en ese sentimiento.
En lugar de tener la sensación de no hacer nada significativo al realizar tareas repetitivas y quehaceres, podemos tomar la decisión consciente para entrar de lleno en esto, y al hacerlo darle gran importancia.
Las tareas diarias como lavar los platos y doblar la ropa, se han vuelto tan habituales debido a su carácter repetitivo, que nuestras acciones físicas son básicamente de control de velocidad en la ejecución de los mismos. Esto puede ser una realidad muy aburrida o realmente gratificante, tenemos que elegir cual será.
Desde que hacemos estas tareas de forma automática y sin pensarlo mucho, nuestras mentes ya están tranquilizadas en un grado significativo, por lo que es una gran herramienta en lugar de una carga.
Una vez que nuestras mentes están más calmadas de lo habitual, tenemos una ventaja, el único esfuerzo que tenemos que colocar a no hacer nada, es simplemente ser conscientes de que nuestra mente se aquieta más de lo habitual, y optar por sintonizar con ella sin la aplicación de ningún estímulo externo para ocupar nuestra mente.
En el espacio en que los estímulos externos son llenados de otro modo, hay conciencia.
Y donde hay conciencia, hay paz profunda, incluso cuando los factores externos no sean satisfactorios.
Y donde hay paz profunda, hay un amor cuya existencia nunca podría ser amenazada por ninguna fuente o evento externo. Y donde hay un amor como este, esta la fuente más rica de lo que llamamos vida.
Fuentes:
1. Experience Life Magazine, May 2015 I
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