domingo, 7 de junio de 2015

LAS BARRERAS MENTALES POR ANA MUÑOZ



Podemos encontrar millones de excusas: obstáculos físicos reales, falta de dinero, escasez de tiempo, falta de conocimientos, responsabilidades que se interponen en el camino… Pero nadie dijo que fuera fácil. A veces, hacer lo que deseamos es como una carrera de obstáculos y problemas que hay que superar uno tras otro. Tal vez no merezca la pena tanto esfuerzo, pero si realmente lo merece porque puede llevarte a una vida mucho más plena y satisfactoria, entonces todas esas excusas no son más que eso: excusas de las que hay que librarse lo antes posible.

La mayoría de las veces el problema no es la dificultad o los muchos obstáculos que hay que superar, sino nuestras propias barreas mentales: el miedo al fracaso, la inseguridad, la falta de confianza, el pesimismo, el miedo a la incertidumbre, los miedos sociales, la pereza, el miedo a la desilusión.

El miedo es probablemente la barrera mental más importante y extendida. Existen diversos tipos de miedos que pueden amordazarnos y bloquearnos, impidiendo que hagamos cosas que deseamos hacer. Puedes tener miedo a fracasar si ves el fracaso como una prueba irrefutable de tu incompetencia en vez de verlo como lo que realmente es: algo inevitable que nos ocurre a todos tarde o temprano debido a la propia imperfección humana (de la que nadie está libre).

El miedo a la incertidumbre es otro de los grandes miedos que nos bloquean. ¿Y si hago esto y luego me siento peor? ¿Y si sale mal? ¿Y si no es como yo esperaba? 

El miedo a la incertidumbre está muy relacionado con el pesimismo y la falta de confianza.

La persona optimista piensa que si puede salir bien, saldrá bien y que si no es lo que esperaba, al menos es una experiencia nueva que puede aportarle algo. La vida nunca es realmente perfecta. Cualquier cosa puede tener un lado negativo. 

Somos nosotros los que hacemos que lo que tenemos valga la pena o no. 

Si te sientes mal contigo mismo, te llevarás el malestar vayas donde vayas, por muchos cambios que hagas en tu vida. Si te sientes bien y afrontas la vida como un lugar en el que vivir todo tipo de experiencias, entonces no tendrás miedo de hacer cosas nuevas o perseguir tus metas porque sabrás que, suceda lo que suceda, vivirás una serie de experiencias que te aportarán algo. 

Es decir, en vez de regirte por el esquema mental que dice “Tengo que ser feliz y vivir una vida satisfactoria y sin problemas siempre”, es preferible regirse por el esquema que diga “La vida consiste en vivir experiencias de todo tipo y, aunque prefiero que sean experiencias buenas, algunas serán malas pero también pueden aportarme algo bueno”. Como ves, son dos formas muy diferentes de ver la vida. 

La primera es un imposible y hace que tengas miedo de hacer cualquier cosa que pueda causarte algún tipo de dolor o que conlleve el más mínimo riesgo de ello. La segunda, por el contrario, te empuja a actuar y a tener experiencias, a perseguir tus metas y tus sueños y aceptar cualquier tipo de consecuencia, positiva o negativa.

La sensación de falta de control y de autoeficacia también funcionan como grandes barreras mentales. Por supuesto que no controlas todo lo que sucede en tu vida. Pero tener control sobre tu vida no significa poder controlar las cosas que te van a suceder, sino controlar las que ya han sucedido. 

Es decir, tú no controlas que haya una inundación que destroce tu casa, pero sí controlas lo que haces para solucionar esa situación. En eso consiste el control. Si te riges por esta definición de control, verás que tienes mucho más control del que crees.

La autoeficacia hace referencia a lo capaz que se ve una persona de afrontar una situación, solucionar un problema o alcanzar una meta.

 Expresiones como “no sé hacerlo”, “soy demasiado torpe”, “jamás lo lograría” son barreras mentales. Para librarte de ellas analiza si son realistas y, si lo son, busca como solucionarlas. A veces, un entrenamiento para adquirir ciertas habilidades o conocimientos es lo único que necesitas para sentirte más capaz.

 En otras ocasiones tendrás que ponerte en marcha y dar tan solo el primer paso, incluso aunque creas que no lo lograrás. Una vez hecho, te sentirás más competente y, con cada paso que des, irá aumentando tu sensación de competencia. Recuerda que pedir ayuda es un modo tan aceptable como cualquier otro de afrontar un problema.


El miedo a la desilusión implica miedo a sufrir. Si has tratado de alcanzar una meta determinada sin lograrlo y llevas a tus espaldas muchos fracasos y decepciones, es normal que tengas miedo a que suceda otra vez, porque puede dolerte incluso más que antes, y es normal que vayas perdiendo la esperanza con cada fracaso. 

Pero el único modo de combatir este miedo y el dolor de la desilusión es a través de la aceptación. Implica aceptar lo que sucede en tu vida, sea bueno o malo, y luego tratar de hacer lo mejor posible con ello. Si fracasas tres veces seguidas reconoces que has fracasado, lo aceptas y luego tratas de encontrar el motivo, aprender algo y hacerlo de otro modo la próxima vez. 


Por ejemplo, si te cae un chaparrón encima que empapa toda tu ropa, puedes optar por enfadarte y sentirte como un idiota o puedes aceptarlo y hacer lo mejor que puedas hacer con esa situación. 

En resumen, si estás dispuesto a aceptar lo que la vida te traiga (bueno o malo), tendrás menos miedo a la desilusión. Es una actitud parecida a: “bien, que la vida me traiga lo que me tenga que traer; ya me ocuparé yo de hacer lo mejor que pueda con ello

Los miedos sociales son a menudo una gran barrera mental que puede impedirnos hacer muchas cosas. La fobia social es una dura prueba pero puedes aprender a tener una vida satisfactoria a pesar del ella y, al hacer esto, harás que el trastorno se vaya debilitando cada vez más. 

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